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El "estacionamiento" de la base se tiñe de la plateada luz lunar, las azuladas sombras le dan un aspecto místico, la música apenas si llega ahí y no hay nadie alrededor, por lo que el castaño rojizo está muy cómodo en el asiento trasero del auto, con Chad — Diablos, luce muy bien en ti — susurra el rubio, maravillado con la sensación sedosa al acariciar los firmes muslos del chico, la tensa tela y el suave calor que transmite es muy excitante — ¿Jugaste en ese equipo? — pregunta gozando el contacto, el aroma de la fresca colonia del británico pulsa por todo su cuerpo

— Solo un par de veces, cuando alguien se lesionaba — responde Nigel, intentando controlarse bajo su toque, las manos del mayor delinean las costuras de la prenda, deliciosamente — Pero... nunca tuve un uniforme propio... este no es mío, por eso no me queda bien... — musita temblando por las caricias

Y el rubio le besa, mordisqueando suavemente sus pulposos labios, encantado con los dulces suspiros del menor — Tal vez debas quitártelo — le susurra contra el oído, justo como Cree, aunque la respuesta es mayor, Nigel se ruboriza hasta las orejas, tiembla aferrándose a él, mientras deja escapar un agudo gemido, que acalla besándole apasionadamente

Sus labios se entrelazan ardientes, Chad corre mano entre las piernas del chico, deslizando hambriento su lengua en un juego del que el castaño rojizo es experto, el empuje de sus caderas o el jugueteo de su lengua le instan a más, pero — No — Uno rompe el beso, suspirando contra el cuello del rubio — Esta noche es un regalo para Rachel, y estamos en su fiesta — recalca con pequeños besos a la mejilla de Dickson, apenas rozando sus labios

— Lo sé pero... — en el intento de atrapar los labios del chico el rubio se olvida de lo que decía, apenas puede contenerse, acaricia ávidamente su pecho por sobre la camiseta, deseoso de correr las cintas del pantalón y tocar ese semierecto miembro directamente

— Realmente te gusta ¿Eh? — pregunta el castaño rojizo, entre sus pequeños besos le atrapa la traviesa mano

— Eres tú quien me gusta — responde el mayor, logrando que el menor gima al rozarlo, más intenso, fascinado busca colarse bajo su ropa

— Vale, suficiente por hoy — susurra Nigel, plantandolas manos al universitario sobre el asiento y enderezándose rápidamente, abochornado sale del auto, estirando para re-la-jar-se. Chad sale tras él, embobado ante cada movimiento del chico

— Joder... Eres delicioso — murmura Marlon, apoyado en la puerta de entrada

— ¿Cómo? — pregunta el rubio, reclamando lo descarado que es el moreno

— Vamos, si tú mismo estabas salivando — responde el engreído joven, al ir por el castaño rojizo

— Llegas tarde — Uno se mantiene cerca a Chad, mientras esté cierra la puerta de su auto — Dije a las 7 y son casi las 12— agrega serio, tan pronto el rubio termina intenta ir y abrazarlo, pero el chico ya va hacia el otro

— He venido desde más lejos que ustedes, Ny ¿Recuerdas? — objeta Marlon, con clara despreocupación — Además a ti se te ve mejor mi uniforme — sonríe, jactándose ante Dickson

 "No, no puede ser"

— Es el viejo uniforme de Patton, el tuyo me quedaría holgado — al decirlo el británico señala la diferencia de masa muscular, entonces voltea buscando al rubio, mas, Marlon sonríe

Ambos universitarios le sacan unos centímetros al castaño rojizo, y no solo en altura, sin embargo, no hay nada en el preparatoriano que lo haga de menos, de hecho, Chad suele sentirse superado por el menor continuamente, en especial en momentos así. Uno le extiende la mano y tan pronto él la toma este se rodea con su brazo, caminando abrazados, él sonríe contento, incluso cuando van hacia el moreno, no obstante, la puerta se abre, empujando al ex capitán del Este, alarmándolos

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