SERENDIPIA: Jugadas Del Destino [+21]

Capítulo: 11

“Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”
–Julio Cortázar.

✧✧IRINA✧✧

Mientras lavaba mis manos con agua fría y detallaba mi aspecto en el amplio espejo del baño femenino, pensé en un plan para salvar mi pellejo. Cerré el grifo, dejé mi orgullo de lado, y me encaminé a la oficina de Giovanni. Le pedí los documentos donde se detallaba el proyecto del nuevo hotel, y él no preguntó nada al respecto.

Salí de su oficina y aceleré el paso hasta llegar a la recepción. Hablé con Tamara, le pedí que se encargue de mi trabajo mientras yo no estaba. Ella no se negó, creyó que era orden del CEO, así que acató mi pedido sin réplicas ni cuestiones. Salí del edificio con una idea fija en mi cabeza, la cual haría realidad a como dé lugar.

Aceleré mi Audi haciendo rugir su motor, y no me detuve hasta que llegué a mi objetivo. Ahora estoy aquí, enfrente de las oficinas de People'sCompany. La empresa benéfica con sede en Italia. Cuando llego a la recepción, una morena me recibe amablemente, incluso cuando le pedí ver a la arquitecta, Tatiana. Pude ver la incertidumbre en su rostro cuando pronuncié que vengo de parte de NMC.

—Por favor, espera aquí—ella se perdió en un pasillo, y yo aproveché para escanear la empresa.

Tiene el estilo artístico muy característico de su dueña, la cual investigué mientras venía aquí. Las paredes son de un azul índigo, y cuadros con formas extrañas adornan el lugar. Está repleto de plantas verdes a donde sea que mires, y los grandes ventanales dejan entrar una luz natural que combina con la caótica armonía del lugar.

—Por aquí—la morena, desde el fondo del pasillo, me saca de mi pensamientos. Tomo los papeles con fuerza y camino hasta estar enfrente de una puerta rojiza.

—¿Puedo pasar?

—Adelante—cuando ingreso a la oficina colorida, la recepcionista me deja con una mujer alta.

—Buenos días, señorita Tatiana. Soy...

—La secretaria de Leonardo, lo sé. Toma asiento.

Me siento enfrente de ella. Estamos separadas por su escritorio color caoba, pero aún así puedo distinguir el ámbar en sus ojos. Es realmente bella.

»¿Qué la trae por aquí, Diana?—le da un trago a su bebida verde.

—Seré franca, señorita...

—Sólo Tatiana—interrumpe ella.

—Bien, Tatiana, iré directo al punto. Sé que el señor Ventura debería haberla llamado antes de las diez, para poder presentarle el proyecto, pero por ciertos asuntos, ésa llamada se retrasó.

—Querida, entiendo que quieras hacerme cambiar de opinión, pero ya firmé un contrato con ésta empresa. Y hasta no terminar con el proyecto, no puedo firmar nada más. Lamento que hayas venido en vano.

¿Es todo? ¿Este era mi fin, mi límite?

«Pues al carajo con los límites».

—¿Podría leer el proyecto? Podemos negociar presupuestos y porcentajes. Además, NeverMore Company la quiere a usted, y está dispuesta a conceder sus requisitos. Es la mejor en su trabajo, y la mejor arquitecta debería trabajar para la mejor compañía.