SERENDIPIA: Jugadas Del Destino [+21]

Capítulo: 3

“Ella no es mala, tampoco es de piedra... se muestra fría sólo por precaución. Esconde sus sentimientos para que no noten que en realidad tiene demasiado frágil el corazón”.
–Poetista Loca.

✧✧IRINA✧✧

Mis zapatos negros resuenan a medida que camino hacia la tarima. No despego mis ojos de los de Leonardo, nisiquiera cuando “The Weekend" nos deleita con su voz y comienzo a moverme.

Utilizo el tubo del centro para hacer trucos que aprendí en las clases de seducción de Juliana, la brasileña que me ayuda a cambiar mi identidad en las misiones. De ella aprendí muchas cosas; entre ellas, cómo seducir a un hombre y cómo entrarle por los ojos.

No necesito desnudarme, quiero tentarlo así vestida: de negro, sensual y elegante. Me acerco a él caminando, moviendo sensualmente mis caderas con cada paso que doy. Leonardo tiene sus piernas abiertas y los brazos extendidos, completamente cómodo en la cama.

—¿Es real?—pregunta de la nada.

No entiendo a qué se refiere, asi que contraigo mi cara casi de inmediato. Sigo acercándome a él, en ningún momento dejé de hacerlo, asi que cuando estoy frente a él su mano tatuada va a mi cabello negro.

—Parece real—murmura más para sí mismo.

—Lo es—aseguro.

Sin invitación alguna, me siento sobre él con una pierna de cada lado. Tomo su muñeca y la dirijo a mi coleta alta, él parece captar el mensaje porque me suelta el cabello.

—Lo es—repite mis palabras cuando comienza a masajear mi nuca.

Mis manos, que descansaban en su pecho, lo empujan hasta que su espalda toca la cama.

«Desde aquí arriba me siento poderosa».

—Vamos a jugar a un juego, señor Ventura—mis manos escurridizas comienzan a desabotonar su camisa negra—. Usted no me toca, y yo bailo.

—¿Pero?—su voz sale ronca y éso me llena el vientre de sensaciones extrañas.

—Pero... si usted me toca mientras la canción sigue sonando, gano yo, y usted me cumplirá un deseo.

—¿Y si gano yo?—parece verdaderamente interesado en el juego.

—Si usted no me toca, y la canción termina... hará lo que usted quiera conmigo.

Sus ojos parecen brillar por algo que no logro entender, pero en sus labios se dibuja una sonrisa torcida que, sin dudas, me hace gritar internamente que ésto no fue una muy buena idea.

—Acepto tu juego, Diana—otra vez mi nombre en su boca. Suena tan delicioso, como si lo saboreara.

No pierdo el tiempo, comienzo a moverme sobre él como sé hacerlo. Mis brazos me ayudan a hacer movimientos más sensuales, pero cuando noto que no será suficiente, comienzo a tocarlo yo.

Mis manos viajan por todo su pecho, descubro que tiene tatuajes por todos lados, pero no logro detallarlos bien. Mis manos bajan hasta el borde de sus pantalones, donde me agacho hasta tomar entre mis dientes el cierre de sus pantalones.

—Estás jugando sucio, nena—levanto mis ojos y es cuando lo noto.

«Está haciendo presión en las sábanas con sus manos».

Sus nudillos están blancos. Creí que no estaba haciendo un buen trabajo por lo tranquilo que luce, pero realmente se está conteniendo.

—Bueno... no me llamaría Diana si no hiciera algo de trabajo sucio—hago un guiño a la canción que bailé hace un rato.