Fiesta elegante

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Hola
Aquí actualizando.
Les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos!!!

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—¿Me lo puede repetir de nuevo joven Gojo?

—Quiero que consigas una botella de lubricante. La más grande que puedas conseguir.

—¿También le sirve la vaselina? Creo que tenemos un poco por ahí —respondió con sarcasmo.

—Un poco no servirá. En estos casos es mejor que sobre a qué falte. No quiero causarle dolor innecesario.

—Joven Gojo no entiendo bien.  ¿Me puede explicar de que está hablando?

—Ichiji estoy nervioso… ¿Y si lo hago mal y ya no quiere volver a hablarme? No quiero que me dejen por ser un pésimo amante.

—¿Amante? ¿Alguna vez le han dicho eso las mujeres con las que ha estado?

—No lo sé. Nunca me ha importado… pero en mi defensa… más bien, no tengo defensa alguna. Ichiji… en el sexo yo soy muy egoísta, hasta ahora no me ha importado mucho que mis compañeras disfrutaran, pero está vez es diferente. No solo quiero que lo disfrute sino que quiero que solo lo haga conmigo… y tengo miedo.

Ichiji observó un rato a Satoru y un escalofrío recorrió su cuerpo. Esa expresión la había visto solo una vez en el joven Gojo y había sido con su primer amor, una chica del servicio aproximadamente de su misma edad. Recordó como le daba alegría verlo emocionado por conquistar a aquella muchacha y como le dedicaba poesía, canciones y detalles que él mismo hacía para ella. Era un amor inocente que a los ojos de su madre era un inconveniente, una piedra en el zapato de la que debía deshacerse, fue así, que un día la muchacha y su madre fueron despedidas como un recordatorio de que una mujer como ella no merecía poner sus ojos en su hijo.

Por si fuera poco el corazón roto de Satoru, su padre habló con él sobre la importancia de su progenie, de cómo debía cuidarse de las personas oportunistas y que seguramente esa muchacha fingía quererlo por su dinero e incluso buscaría quedar embarazada para sacarles provecho. Atribuyendo el interés de su hijo a las hormonas, contrató a una mujer para que lo introdujera en la vida sexual y de paso, lo obligó a pagarle para que le quedara en claro que cualquier persona tenía un precio, y que ellos, al tener dinero, siempre irían por su fortuna.

Desde entonces, cada una de las relaciones de Satoru fueron una reafirmación de las palabras de su padre. Llenaba a las mujeres de lujos, incluso las que ya estaban acostumbradas a esa forma de vida, pero en el momento en que dejaba de darles esas atenciones, las mujeres lo buscaban, le rogaban, le pedían que volviera a ser como antes o simplemente desaparecían, reafirmando que solo lo buscaban por su dinero.

—Joven Satoru, no creo ser la persona indicada para darle algún consejo sobre ese tema, tal vez su padre.

—NO. No quiero hablar de eso con él.

—¿Un profesional?

—No quiero que un extraño se entere… Si no quieres ayudarme lo entiendo…

Ichiji suspiró.

—Si mi opinión puede ayudar en algo. Dígame sus dudas por favor.

—Quiero tener sexo con alguien que me gusta. Enserio me gusta. Y no quiero que se aleje de mi porque hago las cosas mal.

—¿Tiene una buena comunicación con su pareja?

—Supongo…

—La comunicación es muy importante joven Satoru. Debe escuchar lo que su pareja le dice, no silencie con besos ni imponga su voluntad sobre su cuerpo. Escuche, observe, deténganse si nota algo y pregunte. Si su pareja tiene la confianza suficiente le dirá lo que siente y si no quiere continuar, respételo.

—¿Cómo que si no quiere continuar? ¿Te refieres a no terminar?

—Si.

—¿Qué? ¿Y quedarme con las ganas?

—Joven Satoru, en ese momento es donde deberá decidir qué es más importante para usted, forzar a su pareja y eyacular o respetar la opinión de su pareja y soportar por un tiempo la frustración. ¿Qué opción cree usted que lo acercará a cumplir su deseo de que su pareja se quede con usted?

—Entiendo Ichiji. ¿Entonces me consigues lo que te pedí?

—Si.

—Cuando lo tengas… puedes solo tocar la puerta e irte.

—Como diga joven Satoru.

—Ichiji… tómalo —dijo entregando a Satonyan en su transportadora de nave espacial. —No lo dejes entrar a mi habitación.

—Como ordene.

—Ah, Ichij,  gracias —dijo antes de subir corriendo a su habitación.

Al encender la luz comenzó a buscar con la mirada a Yuji. Reviso en el baño, en su armario, en su estudio de videojuegos y finalmente se sentó en su cama decepcionado pensando que talvez no había logrado evadir la seguridad de su casa. Cuando se acostó abrazando una almohada unos golpes se escucharon desde la ventana. 

Rápidamente se levantó y abrió los ventanales de su terraza y dejó pasar a Yuji. En cuanto cerró la puerta de cristal, sus labios se encontraron con los de Yuji, y sin separarse caminaron con torpeza entre las cosas de Saroru hasta su cama. Poco les importaba hacer ruido o que algunos objetos se rompieran.

Con Satoru bajo él, Yuji contempló ese rostro que tanto le gustaba y al mover sus manos tocando por arriba de la ropa el cuerpo de su novio, no tuvo duda alguna; estaba perdidamente enamorado, nunca había caído tan rápido y tan intensamente por nadie. Siguió apresando los labios de Satoru contra los suyos con calma, pero con pasión, deseaba consumir cada gota de saliva y ser testigo de sus gestos al abrir los ojos.

En un rápido movimiento Satoru cambió de posición, quedando arriba y Yuji lo atrapó entre sus piernas, se frotó juguetón contra él; quería comprobar que estaba igual de excitado. Satoru lo besó y dejó caer su cintura para que pudiera sentirlo y comenzó a mover su cadera suavemente de arriba hacia abajo. Yuji estaba contento de saber que el cuerpo de Satoru reaccionaba de la misma forma y pasó por alto una pequeña alarma en su cerebro y dejó que las manos de Satoru le quitarán sus prendas.

Cuando Satoru descubrió su blanca piel, Yuji experimentó un extraño impulso que apenas pudo contener, deseaba adornar esa hermosa piel con pequeños moretones hechos por su boca. Se mordió los labios para contenerse, pero Satoru no lo hizo, besaba su cuello mientras lo mordía una y otra vez. A diferencia de Yuji, Satoru lo tenía claro, Yuji era suyo y todos debían saber que tenía dueño.

Un sonido extraño y excitante salió de los labios de Yuji cuando Satoru lamió su marca y aquello lo hizo querer escuchar más esa respiración agitada y esa voz que luchaba por salir de su avergonzado dueño. Con decisión Yuji apartó a Satoru y descendió a la altura de su ombligo para quitarle el pantalón. Satoru se emocionó con la idea de ser atrapado por los labios de Yuji y se quitó la ropa con rapidez.

~~tok tok~~ se escuchó en la puerta seguido de arañazos y maullidos desesperados. 

Saroru se levantó de inmediato pensando que Ichiji se merecía un aumento. Tomó la botella y regresó a lado de Yuji que comenzaba a quitarse el pantalón. Aquella acción le pareció de lo más gratificante, estaban en la misma página. Satoru abrió la botella y colocó lubricante sobre sus dedos y se abrió camino entre las piernas de Yuji.

—¡¿Qué crees que haces?!

—Tengo que prepararte, de lo contrario te dolerá.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡De ninguna manera!

—¿Tienes miedo? Es normal tener miedo.

—CREO QUE EL QUE NO ENTIENDE ERES TÚ —dijo Yuji sujetando con fuerza el cabello de Satoru. —YO SOY QUIEN LO VA A METER.

—¿DISCULPA? ¿CUANDO DECISIDISTE ESO?

—DE LA MISMA FORMA QUE TÚ.

—YO TENGO EXPERIENCIA EN ESTO ASI QUE DEBO HACERLO YO.

—CUANDO TE PREGUNTÉ DJIISTE QUE NO LO HABIAS HECHO ANTES.

—NO MENTÍ. NO LO HE HECHO ANTES CON UN HOMBRE, PERO SÍ CON MUJERES. ES EL MISMO AGUJERO ASI QUE DEJAME HACERLO A MI.

—¡DE NINGÚNA MANERA! ¡¿YA VISTE LA ANACONDA ENTRE TUS PIERNAS?! ¡ESO DE NINGUNA MANERA VA A ENTRAR!

—¡SI LO HARA!

—¡NO! ES MEJOR QUE YO LO HAGA. SABES QUE SERÉ GENTIL.

—YA SÉ QUE ERES MAS AMABLE QUE YO… PERO ESO NO JUSTIFICA QUE DEBO SER YO QUIEN ENTREGUE SU HOMBRÍA PRIMERO.

—Satoru, me pelee con mi hermano para quedarme hoy así que ¡NO PUEDO REGRESAR CON DOLOR EN EL CULO! ¡NOS MATARÁ A AMBOS!

—¡NO LE TEMO A TU HERMANO!

—¡PUES DEBERIAS! ADEMAS TODO EL MUNDO SABE QUE EL MÁS GUAPO ES QUIEN RECIBE.

—¿AH? ¿SEGÚN QUIEN?

—Quiero ver tus gestos de placer cuando te la este metiendo. ¿Eso es tan malo?

—NO INTENTES SEDUCIRME. ESO NO TE VA A SERVIR.

—¡TKS!

—NO ME CHASQUEES LA LENGUA. Además, todo el mundo sabe que el alto es quien la mete. Es de sentido común.

—¡EL SENTIDO COMUN SALIÓ POR LA VENTANA EN EL MOMENTO EN QUE ESA COSA REBELÓ SU VERDADERO TAMAÑO!

—Pero si hace un momento te estabas frotando contra mí con las piernas abiertas. ¿O me equivoco?

Satoru se acercó a Yuji pese a sus objeciones y le plantó un beso llevándoselo de nuevo contra la cama. Aprovechó el poco lubricante que aun tenia en sus dedos y bajó hasta el agujero de Yuji ganándose un merecido puñetazo.

—¿Así es como quieres jugar? —dijo Yuji lamiendo sus dedos para luego buscar el trasero de Satoru ganándose una patada en el rostro.

Yuji tomó su ropa y comenzó a vestirse.

—¿Te vas?

—Es lo mejor, de lo contrario solo seguiremos peleando.

—¿Te largas porque no quise ser el pasivo?

Satoru tomó una de sus camisas y se envolvió entre sus cobijas. No quería escuchar la respuesta.

—¿Qué estas pensando Satoru? —dijo abrazándolo. 

—Si vas a terminar conmigo solo hazlo de una vez.

—Satoru —dijo Yuji obligándolo a mirarlo. — TE AMO ¿ENTIENDES? Estar con un hombre… jamás lo haría si no fueras tú. Quiero estar contigo, realmente quiero —confesó besando sus labios con ternura. —No pienso rendirme contigo ¿Y tú?

—No quiero perderte, pero dejarte profanarme… es…

—Lo mismo me pasa a mí. ¿Recuerdas lo que te dije antes? Tomemos todo esto con calma. Sigamos besándonos, sigamos tocándonos y sigamos deseándonos hasta que el miedo desaparezca. Hablemos, sobre todo.

—¿Te iras?

—¿Me dejas quedarme? Prometo portarme bien.

—Yo también me portaré bien, así que… quédate.

Satoru enredó sus brazos en el cuello de Yuji y lo besó llevándoselo entre sus sábanas. Entre beso y beso, se sonrieron, se abrazaron y rodaron sobre sus cuerpos jugando a provocarse, se acariciaron sacándose de nuevo la ropa hasta que los inevitables gemidos salieron de sus labios,  y tras pedirlo mutuamente te provocaron el ansiado orgasmo mientras se hundían en un profundo beso que callaba sus agitadas respiraciones.

Al final, Gojo envolvió a Yuji entre sus brazos y se quedaron dormidos.

Al amanecer del siguiente día exactamente a las 6 am Ichiji recibió el esperado mensaje de los Gojo avisando su llegada. Inmediatamente dio aviso a todo el personal para que los recibieran en la entrada. Preparó los papeles de la organización del evento que suponía había realizado su hijo mientras enviaba el mismo programa al celular de Satoru.

—¿Joven Gojo? — tocó la puerta abriéndola como siempre caminando hasta el ventanal para dejar pasar la luz.

—Basta Ichiji —sé quejó como siempre Satoru.

Ichiji dio un rápido vistazo a la habitación notando toda ropa que estaba tirada alrededor de la cama. Tomó algunas de esas prendas y de inmediato supo que no eran de Satoru.

—5 minutos más… —escuchó decir a una voz extrañamente familiar.

Rápidamente Ichiji despojó las sábanas de la cama revelando la desnudez de ambos jóvenes. Sus ojos se abrieron de par en par. Ahora entendía que los ruidos de su habitación eran reales y no se trataban de una broma de Satoru colocando una porno para molestar a la servidumbre.

—Hola… —contestó Yuji adormilado. —¿Alfred? ¿Satoru?

—Hola amor —dijo Satoru dándole un beso de buenos días.

—¡Joven Gojo! ¡¿Me puede informar que sucede aquí?! ¡¿Qué significa esto?! ¿Por qué razón el joven Itadori se encuentra en su cama?

—Simple Ichiji, es porque consumamos nuestro amor.

Inmediatamente Ichiji metió su mano entre su elegante traje y saco un cuchillo que dejó helados a los jóvenes amantes. Cómo mayordomo y asistente personal de Satoru era su deber proteger su honor o vengarlo.

—Joven Itadori, escoja con cuidado sus últimas palabras. ¿Por qué profanó el cuerpo del joven Gojo?

—¡NO ME PROFANARON NADA! ¡¿QUÉ DEMONIOS INSINUAS?

—Lo ves Satoru… —dijo Yuji triunfante. —Hasta Ichiji sabe que yo debo ser quien la meta.

—¿Entonces joven Gojo —pregunto Ichiji más tranquilo. —se ha convertido en un criminal? No sé preocupe haré unas cuantas llamadas.

—¿Criminal? ¿Cómo que criminal?

—¿No lo sabe? El joven Itadori aún es menor de edad.

—¡¿Qué?!

—Este año cumplo 18. Además soy capaz de cuidar de mi mismo desde hace mucho tiempo. ¡Ya no soy un niño!

—Pues definitivamente no pienso permitir que un niño tome mi tesorito.

—¡No me llames niño!

—Niño  Niño niño.

—Joven Gojo —interrumpió Ichiji sacando su celular. — preguntaré directamente, disculpe de antemano mi rudeza. ¿Se ha convertido en un criminal?

—No. A nadie le duele el trasero el día del hoy si eso preguntas, pero no por falta de ganas.

—¿Entonces cuál es su relación?

—Somos amantes —dijo Satoru orgulloso.

—¿Amantes? ¿Cómo que amantes? —preguntaron confundidos Yuji e Ichiji.

——¿A ti porque te sorprende? — preguntó Satoru, formulando la misma duda que tenia Ichiji al ver la expresión de Itadori.

—Pensé que éramos novios. Yo no quiero ser tu amante.

—No no no. No es nada de eso Yuji.

—¿Cómo que novios? —El celular de Ichiji sonó. Los padres de Satoru habían llegado. —Por ahora eso no importa. Joven Gojo vístase inmediatamente —dijo seleccionando la ropa adecuada para reunirse con sus progenitores. —Sus padres han llegado y en vista que no ha estado atendiendo sus mensajes ni sus llamadas desean verlo de inmediato.

—Pero ¿Y  Yuji?

—El joven Itadori permanecerá encerrado aquí hasta que pueda traerle de comer y conseguirle ropa adecuada.

—¿Adecuada?

—¿Lo olvidó joven Gojo? Hoy es la fiesta de exhibición que USTED organizó para sus padres.

—Ah. Cierto. Yo lo hice.

—Y como usted bien sabe —dijo extendiéndole su celular confiscado. —Nadie entra ni sale sin una invitación, así que el joven Itadori tendrá que trabajar aquí hasta que podamos sacarlo sin sospechas. ¿Entendido?

—Si —dijeron ambos jóvenes ante un Ichiji a punto de estallar por el estrés. 
Satoru se despidió de Yuji y con pasó decidido caminó hacia la puerta principal seguido de Ichiji que de forma rápida y eficiente le resumía lo más relevante que había sucedido durante su ausencia.

—¿Dónde está Satoru? —preguntó la señora inmediatamente al entrar sin siquiera percatarse de la reverencia que le ofrecían sus trabajadores. Extendió su abrigo y sus cosas a su asistente que al igual que Ichiji había nacido con el propósito de servirle para toda la vida. —¡Ichiji! ¡¿Dónde está mi hijo?!

—Aquí estoy Madre. Padre.

—¿Cómo estuviste en nuestra ausencia? —preguntó su padre con cero interés en conocer la respuesta.

—Reflexionando.

—Me alegra hijo —contestó sin apartar sus ojos de su celular. —¿Todo está listo para la exhibición de hoy? Está vez pueden venir tus amigos. ¿No estás contento?

—Si padre.

—Satoru. Ichiji no reportó quejas sobre tu comportamiento, así que espero un hijo modelo hoy. ¿Entiendes?

—Si madre.

Por algunos minutos, la conversación entre la familia Gojo transcurrió entre preguntas y respuestas monótonas por parte de Satoru, quien intentaba por todo los medios terminar con aquel teatro, en dónde fingían ser una familia modelo. Quería ir donde Yuji y quedarse encerrado en su habitación pero eso no pasaría. Afortunadamente, Ichiji estaba de su lado y eso le daba un poco de tranquilidad.

Cuando el desayuno terminó, Satoru se dirigió a su habitación, buscó a Yuji pero no lo encontró. Había tardado demasiado e Ichiji ya lo había sacado. Tomó su celular para enviarle un mensaje, pero no tenía su número. Sintió tristeza por no poder contactarlo y también por no tener mensajes de sus amigos, tenía las notificaciones de sus actividades en redes pero ni un solo mensaje para saber cómo estaba. Ante esa realidad, extrañó la convivencia de Yuji, sus hermanos y sus amigos.

—¿Es realmente necesario esto Ichiji?

—Si joven Itadori. Nadie debe saber que es invitado del joven Gojo.

—Hola ¿Cómo estuvo la comida con tus pa… dres?  —Una lágrima rodó por la mejilla de su Satoru. —¿Pasa algo?

—No. Es solo que pensé que ya te habías ido.

—¿Sin despedirme? Nunca. Necesitarás más que a Alfred enojado para deshacerte de mi.

—No digas eso. No quiero deshacerme de ti. De ser posible me gustaría que jamás te fueras.

Yuji no entendía bien que había sucedido. Reunirse con sus padres después de todo lo que habían vivido debía ser algo agradable para él, después de todo sus padres parecían ser buenos, al menos esa impresión le dio al verlos desayunar juntos, pero sus motivos debía tener para aferrarse a él y no lo juzgaría, después de todo su madre era quien era.

—Lamento interrumpirlos —dijo Ichiji separándolos. —Tenemos el tiempo encima.

Con voz firme les avisó a ambos que debían mantener su relación oculta de los ojos curiosos, así que ya había asignado una serie de tareas para Itadori, asegurándose de estar lo bastante lejos de los señores Gojo y obviamente de Satoru.

Al principio intentó confiar en los jóvenes que le aseguraron una y otra vez que sabrían disimular, pero era mas que obvio que era algo imposible, cada vez que se compartían un espacio las miradas del joven Gojo se posaban sin descaro sobre el joven sirviente que le correspondía las miradas y por ello Ichiji se empecinó en no permitirles estar ni un segundo en soledad.

En cuanto los invitados comenzaron a llegar el nerviosismo de Itadori se hizo patente, pues las personas que cruzaban las puertas de la casa Gojo eran increíblemente famosas y poderosas. Aunque estaba agradecido por la oportunidad de poder conducir autos tan hermosos al estacionamiento, no podía quitar de su mente las miradas de indiferencia hacia su persona.

Aunque era incómodo, prefería ser invisible. No llamar la atención era exactamente lo que Ichiji le había pedido, al menos eso fue hasta que llegó Suguro Geto quien ni notó su presencia pese a estar frente a sus ojos. Era un hombre muy apuesto y un atisbo de celos y envidia se asomaron en su corazón, pero nada comparado a lo que sintió cuando de un Lamborghini descendió la famosa modelo Utahime. La palabra bella se quedó corta para describirla y todo se complicó cuando apareció la madre de Satoru llamándola futura nuera.

¿Nuera? ¿Ella era la novia de Satoru? ¿Por qué no se lo había dicho? ¿Por eso Satoru había dicho que eran amantes? —Las dudas se apoderaban de su mente.

—Bienvenida Utahime. Es un gusto volver a verte —dijo Satoru desenvolviéndose como todo un caballero besando la mano de la mujer.

—Ha pasado tiempo Satoru ¿Me conseguiste lo que te pedí de regalo?

—¿Qué regalo? No recuerdo ninguno.

Utahime se aferró al  brazo de Satoru y aquella pareja formada por dos hermosas personas cautivó a propios y extraños. Incluso Itadori pensó que eran perfectos el uno para el otro;  celos, dudas, desconfianza, tristeza y desesperación aparecieron en su corazón.

Sin ser capaz de disimular sus emociones les dio la espalda y se subió a uno de los autos más caros del mundo y se sintió insignificante. ¿Qué estaba haciendo al enamorarse de un Gojo? Era obvio su lugar, era obvio lo que Satoru escogería, él jamás podría darle uno solo de los lujos a los que estaba acostumbrado. Encendió el auto y lo movió con maestría y delicadeza al estacionamiento. Se lamentó de no tener celular para enviarle a sus amigos fotografías de automóviles de ensueño y se dirigió hacia su siguiente labor pasando primero por algunos de los increíbles postres que había visto por la cocina.

Al entrar en la casa de los Gojo, un anuncio llamó su atención, habría una interpretación de piano e Itadori pensó que podría escabullirse para verlo, tenía curiosidad si los dedos de los pianistas se movían con tanta velocidad como mostraban en las caricaturas donde se enredaban los dedos. Su sorpresa fue mayúscula cuando se percató quién interpretaba aquella pieza musical, la rapidez con la que se movían sus dedos y la claridad de los sonidos que emitía el hermoso piano de cola, era majestuoso, y Yuji se sintió orgulloso del talento de su novio.

—Me pregunto por qué habrá escogido una pieza como esa —dijo de repente alguien a su lado.

—Es Rachmaninoff ¿Qué tiene? —preguntó Utahime.

—Satoru hubiera escogido una pieza más desafiante y no una pieza cuyo valor radica en su romanticismo.

—¿Dices que Satoru está enamorado? Ya era hora que admitiera sus sentimientos por mi.

—Aunque lo hiciste sufrir bastante, mira que despreciarle todos sus regalos.

—¿Cuestionas mis métodos?

—Pero no tus resultados querida.
—¿Qué tanto tramas Geto? —dijo un joven con rostro rudo del que Itadori tenía que esconderse.

—¿Tramar? No sé de qué hablas yo solo estoy aquí apoyando a mi mejor amigo. Que me dices de ti, Hakari. ¿Qué haces aquí? Nunca vienes a estos eventos y mucho menos pensé que mostrarías tu rostro después del fiasco sucedido con la fallida operación para arrestar finalmente a Kenjaku. Por ahí dicen que estuviste involucrado y tú padre te está cubriendo.

—No digas tonterías —dijo sosteniéndole la mirada para posteriormente llevarse a Itadori a otro lugar donde podría ver mejor la interpretación de Satoru quién constantemente los buscaba con la mirada.

—Aquí estarás a salvo. Mira que escabullirte en la casa de los Gojo para verlo. Estás loco, talvez igual de demente que cierto albino que saltó de un auto en movimiento que lo regresaría seguro a casa.

Yuji no contestó, quería ver los ojos de Satoru en búsqueda de certeza, esa que le indicara que de quién estaba enamorado era del él, pero lo único que escucharon sus oídos fueron los murmullos de orgullo de su familia y de sus invitados enalteciendo su persona, haciendo que incluso Yuji se sintiera pequeño pese a que la pieza era dedicada para él.

En cuanto la música se detuvo y la mirada de Satoru se posó sobre la suya el brinco de su corazón lo hizo esconderse, quería salir corriendo de ahí, sentía que le faltaba aire, un vacío en su pecho le hizo pensar que moriría y eso solo le dio más pánico. Hakari lo tomó de los hombros y se lo llevó a un lugar más tranquilo en el que los encontró Satoru después de deshacerse de sus invitados.

—¡Yuji! ¡¿Estás bien?! ¡¿Qué pasó?!

—Tuvo un ataque de pánico. A Kirara a  veces le pasan. Estará bien.

—Gracias Hakari.

—Quiero irme.

—Si —contestó Satoru de inmediato.

—Hakari ¿Podrías decirle a Ichiji que me fui con Yuji? Él ya sabe quién es, no te preocupes.

—Déjamelo a mí. Sabes que Satoru —dijo antes de dirigirse a la fiesta. —Me agrada este nuevo tú.

—Yo puedo irme solo.

—No. Soy responsable de ti frente a tu hermano y yo te regresaré.

Yuji agradeció el gesto y salieron juntos por la parte posterior de la casa cruzándose de casualidad con el CEO Kakuganji, abuelo de Utahime, que introducía a la exhibición un auto que ambos jóvenes reconocieron. La mayor competencia de industrias automotores Gojo, Kakuganji motors tenía bajo su poder  al “pequeño bastardo”.

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Hasta aquí el capitulo de esta semana.
Disculpen la faltas de ortografía se que se me fueron algunas...
Saluditos a todos y los leo ☺️

 Saluditos a todos y los leo ☺️

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Anécdota.
Satoru se empecinó con ir a juego con la ropa de Yuji pese a la insistencia de Ichiji porque se pusiera algo diferente... Pobre Ichiji... Hizo cita con un gastroenterólogo, estaba seguro que las ocurrencias de Satoru le provocarían una úlcera...

Carreras ilegalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora