Escuchó un grito proveniente desde afuera de su oficina.
Eran la una menos cuarto, en sus manos tenía un contrato importante para su empresa y el grito de su secretaria interrumpió el silencio en el que estaba sumido.
"Ya le dije que el señor Min está ocupado y no pude entrar"
Esa había sido la frase que alcanzó a escuchar cuando la puerta fue abierta sin más.
—Daddy~
Y ahí estaba, con su cabello castaño claro brillante y su figura estilizada.
La mirada del hombre se iluminó con mil soles al ver entrar a tan hermosa criatura.
—Daddy, Minnie quiso uno de los collares de vidiritos y la señora fea no se lo quiso dar, y Minnie llorar mucho.
No supo en qué momento pasó pero ya tenía el menudo cuerpo sentado a horcajadas sobre su regazo y las delicadas manos sobre su pecho y esos ojos brillantes viéndolo solamente a él.
Su secretaria estaba plantada en la entrada de la oficina viendo a la distancia el comportamiento de los jóvenes Min.
Ella sabia a la perfección la historia de ellos pero aún así se le revolvía el estómago.
Sin decir una palabra salió de ahí y cerró la puerta.
Una vez más se dirigió a su lugar para cancelar las citas de esa tarde para su jefe.
Ese par no iba a salir de ahí muchas horas después y rogaba a dios por no estar ahí para no verlos salir acomodándose la ropa.

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Los Min
Short StoryLas historias que nos cuentan, no siempre son la realidad. Y los jóvenes Min lo saben de sobra