❛2. La familia de pavos reales❜

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24 de diciembre de 1944
9:26 am
Mansión de los Roosevelt, Países Bajos

Harry despertó de mal humor, soltando un gruñido que resonó como un motor descompuesto. La espalda le dolía como si lo hubieran apaleado, todo gracias a la mala postura en la que había dormido. Se sentó en la cama, con el sabor amargo de la noche aún en la boca, y otro gruñido se escapó cuando el sol, travieso y sin invitación, se coló por la ventana para darle de lleno en los ojos.

¿Se había movido durante la noche? ¿O acaso había dormido con la cabeza donde iban los pies? Quién sabe, y en ese momento, ni le importaba.

Suspiró, parpadeando para despegarse las lagañas, cuando sintió un cambio en el aire, como un toque de magia en la habitación. Al darse la vuelta, se encontró con el elfo doméstico que los Roosevelt le habían asignado.

—Buenos días, joven señor —saludó el elfo con su voz rasposa, inclinándose ligeramente.

—Buen día, Kalthor —respondió Harry, esbozando una sonrisa mientras se sentaba y tanteaba la mesa de noche en busca de sus gafas.

—La señora lo llama para desayunar.

Harry asintió, y al ponerse las pantuflas, notó que el elfo lo observaba. Kalthor era uno de los más antiguos de la casa, según decían, llevaba allí desde que el abuelo de Irving usaba pañales. Aunque serio, siempre había sido amable con Harry, aunque su sarcasmo y terquedad le recordaban un poco a Kreacher.

Tenían que ser elfos.

Se levantó y se dirigió al baño para cepillarse los dientes, reflexionando sobre lo que venía por delante. Debía ir a Hogwarts, y si algo estaba claro, era que no le hacía ni tantita gracia. Menos aún con la perspectiva de tener que enfrentarse al carasapo de Riddle, ese maníaco por naturaleza. Que lo más probable es que, si Harry se acercaba demasiado, el loquito ya tuviera un plan para sacarle provecho.

El maleficio que le voy a clavar en el culo le va a quitar la idea. Harry escupió la pasta dental y se enjuagó la boca, sintiendo una alegría perversa. Al salir del baño, casi saltó del susto al ver que Kalthor seguía allí, inmóvil.

—¡Kalthor! ¿Qué rayos haces aquí todavía? —exclamó, llevándose una mano al pecho. Este condenado duende, pensó, mientras respiraba hondo e imaginaba cosas bonitas, como darle a Vernon con un palo.

—Usted no me dijo que podía retirarme, joven amo —respondió Kalthor, el muy bastardo, con una sonrisa que destilaba cinismo.—. El joven amo debería estar listo para todo, o los herederos de sangre pura se lo devorarán vivo.

Harry rodó los ojos mientras se dirigía a la cama para sacar su varita de debajo de la almohada. Apenas el día anterior había surgido el tema del "heredero adecuado". Irving y Roseanne lo habían tranquilizado, pero ellos eran una familia de sangre pura, y se esperaba que su heredero estuviera a la altura.

❛Tiempo Pasado❜      . . . . . HpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora