❛7. Bastardos locos❜

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❝3 de enero de 19448:35 amHogwarts, Escocia❞

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❝3 de enero de 1944
8:35 am
Hogwarts, Escocia❞

Harry comienza a sentirse sofocado bajo el peso de tantas miradas clavadas en su espalda. ¿De verdad nadie tiene algo mejor que hacer?, pensó, mordisqueando una manzana con una calma que no sentía. La tensión en la mesa Slytherin era palpable, casi podía saborear el incómodo silencio que lo rodeaba, como una marea de curiosidad mal disimulada. Las miradas, esas malditas miradas, no cesaban. Parecía que medio Slytherin no tenía más ocupación que examinar cada movimiento suyo, cada parpadeo, como si fuera un bicho raro expuesto en una vitrina.

El joven mago observó con ojos cansados el entorno: un vasto salón lleno de estudiantes despreocupados... o al menos eso parecía a simple vista. Pero para Harry, todo era diferente, como si se moviera entre los ecos de un pasado que apenas podía reconocer. A pesar de los rostros nuevos, había algo terriblemente familiar en algunas caras. A lo lejos, el cabello pelirrojo de alguien en la mesa de Gryffindor le hizo recordar tiempos más simples, y un par de ojos azul cielo en la mesa de Ravenclaw lo transportaron brevemente a días menos tensos.

Extraño, pero familiar, pensó, suspirando. Claro que era diferente. ¿Qué había esperado? Sabía que las cosas no serían como antes, pero eso no aligeraba la sensación de desarraigo que lo envolvía. Sin embargo, Harry era adaptable, siempre lo había sido. Había enfrentado desafíos más grandes, y este... bueno, podía manejarlo. ¿Verdad? Al menos no estaba solo. Aún contaba con la presencia constante de Corvus, quien, a pesar de ser un Lestrange, había mostrado una inesperada amabilidad. Quién lo diría, pensó, con una mueca divertida. Tal vez los mortífagos, con cada generación, se hacían más fríos... o simplemente más tontos.

De repente, una voz lo arrancó de sus pensamientos como una bofetada en el rostro.

—¿Hadriannus Roosevelt? —La voz pesada y pomposa del profesor Slughorn resonó en el aire, captando la atención de varios estudiantes cercanos. Harry giró la cabeza con cierta mueca de incomodidad por su nombre, reconociendo al instante al voluminoso maestro de Pociones. —¡Un placer conocerte, muchacho! Es todo un honor tener al nieto del gran alquimista Colton Florescu bajo mi enseñanza.

La mención de aquel nombre resonó en la mente de Harry como un eco desagradable. Su "abuelo", Colton Florescu, el alquimista que había creado la Luminiscencia de Vitae, una sustancia que revolucionó el mundo mágico al acelerar la curación y revitalizar temporalmente a seres vivos. Claro, esa genialidad le había otorgado más riquezas de las que cualquier persona podría soñar... y le había dado a Harry una reputación que no pidió.

—El profesor Slughorn, supongo. —Forzó una sonrisa mientras acomodaba mejor a Dottie, su pequeña cachorra, que le había lanzado un ladrido en miniatura. Corvus, en un gesto más que caballeroso, se encargó de terminar de alimentarla con un trozo de fresa. Harry le lanzó una mirada agradecida antes de volverse hacia el profesor. —¿Pociones, cierto?

❛Tiempo Pasado❜      . . . . . HpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora