❛5. Conociendo a los abuelitos❜

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Harry siempre se ha creído una persona tranquila, pese a las locuras que a veces se le cruzan por la mente

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Harry siempre se ha creído una persona tranquila, pese a las locuras que a veces se le cruzan por la mente. Cuando la situación lo amerita, puede ser más pacífico que un gato al sol, pero en otras ocasiones... digamos que tiene ideas que harían palidecer a cualquiera, como quemar un recinto entero solo por diversión o, con menos drama, imaginarse insultando a viva voz a esa panda de niñitos sangre pura que no dejaban de mirarlo como si fuera una oferta en rebaja, lista para el asador.

Le revienta cómo lo ven, como si fuera un pedazo de carne que están ansiosos por devorar. Pero Harry, maestro en el arte de disimular -nótese el sarcasmo-, se limita a devolverles una sonrisa ligera mientras se acomoda en el hueco que le dejaron, plenamente consciente de que acaba de meterse en la cueva del lobo.

—Roosevelt, ¿cierto? —Una voz suave y refinada a su lado lo arranca de sus pensamientos. Harry gira la cabeza, y lo primero que ve son unos ojos oscuros que brillan como joyas bajo la luz. Ella es hermosa, con un largo cabello negro que cae lacio por su espalda y un lunar justo bajo su ojo izquierdo que la hace aún más intrigante. Ella nota su mirada, así que se presenta extendiendo una mano hacia él. —Persephone Parkinson, heredera de la noble y ancestral casa Parkinson.

Harry le dedica una expresión seria y asiente con la cabeza, tomando su mano y dándole un apretón rápido, sin besarla como las reglas de etiqueta dictan. Sabe perfectamente que un beso en la mano sería un gesto claro de interés en una posible alianza con su familia, y la verdad, no tiene ni la más mínima intención de dar ese paso. Suelta la mano de la chica y le regala una sonrisa discreta.

—Hadriannus Roosevelt, heredero de la antigua casa Roosevelt.

Más miradas se clavan en él como dagas afiladas. Harry sabe que es por su apellido. Había aprendido que los Roosevelt son conocidos por su dominio en la magia elemental. Alquimistas, herboloristas, astrónomos de renombre, una familia con peso tanto en la comunidad mágica neerlandesa como a nivel global. Y por si fuera poco, también están los Florescu, la familia de su madre, guardianes de los secretos más oscuros de los Cárpatos. Se rumorea que su linaje desciende de un vampiro, lo que les otorga una conexión ancestral con las artes oscuras y la protección de los antiguos bosques y montañas rumanas.

Sabía que debía estar atento. Su padre y su madre se lo habían advertido: cualquiera que se acercara lo haría con la intención de obtener algún secreto de sus familias. Pero Harry no iba a dejarse. Sin embargo, en lugar de preocuparse, simplemente se centró en untar mermelada en un panecillo como si todo esto fuera la cosa más normal del mundo.

—¿Y te gusta Gran Bretaña? —pregunta el chico enfrente de él, al que Harry ha bautizado como "Sirius 2.0" por su alarmante parecido con su padrino. Lo mira de soslayo, a través de sus pestañas oscuras, mientras los ojos del chico brillan como dos monedas recién acuñadas.

Harry asiente con calma, como quien no quiere la cosa.

—Es diferente a los Países Bajos. Pero tiene su... encanto.

❛Tiempo Pasado❜      . . . . . HpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora