❝2 de enero de 1944
19:21 pm
Hogwarts, Escocia❞¿Por qué será que los últimos días antes de empezar clases parecen volar como si fueran hojas arrastradas por el viento? Harry lo odiaba, odiaba esa sensación de que el tiempo lo traicionaba, apurándose justo cuando menos lo deseaba. Odiaba saber que estaba a punto de sumergirse en un trimestre lleno de estrés. ¿Quién en su sano juicio disfrutaría eso? Bueno, exceptuando a Hermione, claro. La morena con una obsesión por los libros siempre había amado la oportunidad de aprender y, de alguna manera casi masoquista, disfrutar del agobio diario de las tareas. Pero ella era la excepción, la única con ese chip raro.
Ahora, Harry y sus papás estaban sentados en la oficina del director. Lo habían citado ahí porque, al parecer, no querían que viajara en el tren hacia Hogwarts. Según palabras de su mamá Roseanne, "para que no tuviera que lidiar con un montón de niños hormonales". Y bueno, como todo buen niño -que no era, pero toca disimular- , Harry simplemente había dicho que sí, aunque por dentro le daba un poco de tristeza saber que se iba a separar de ellos. En esas dos semanas de vacaciones, se había sentido tan feliz, tan apapachado, que la idea de volver a ese castillo lleno de secretos, niños raros y problemas, no era precisamente emocionante.
Pero claro, no podía quejarse. Sabía que si lo hacía, su mamá encontraría alguna manera de llevárselo a los Países Bajos, y aunque la idea sonaba tentadora, prefería quedarse. Después de todo, alguien tenía que patearle el trasero a Riddle cuando empezara con sus locuras satánicas.
— Cuídate, ¿sí? Y no te olvides de cuidar a Dottie, es una buena niña —le dijo su mamá, acariciando la cabeza de la cachorrita que Harry sostenía en brazos.
Dottie era una pequeña Cocker Spaniel que habían comprado hace unos días en una tienda muggle. Harry la había visto en el escaparate, con esos ojos de cachorro que parecían decir "llévame contigo", e Irving, como buen padre que adora consentir a su hijo, no se pudo resistir y se la compró. Así que habían tenido que convencer al director de que la perrita pudiera ir a Hogwarts con él, y, milagrosamente, lo lograron. Privilegios de ser bonito, pensó Harry.
Su papá estaba detrás de él, rodeándolo por los hombros mientras jugaba con la perrita, dejando que le mordiera el dedo con sus pequeños dientitos de leche. Harry la amaba. Dottie era su princesita.
— Sí, mamá, pero lo más seguro es que Dottie termine cuidándome a mí —bromeó, rodando los ojos con cariño cuando su madre le jaló suavemente la mejilla, como si quisiera recordarle lo mucho que lo quería.
Sonrió, sintiendo el calor de esa familia que lo había acogido con los brazos abiertos y lo había amado como a un hijo propio.
— Toma —dijo Irving de repente, sacando de su saco un collar que parecía sacado de un cuento de hadas. El brillo de los zafiros y perlas parecía una constelación flotando en el aire, con una delicada perla en el centro que resplandecía como una luna entre nubes doradas. Al final, una caracola dorada colgaba, como si el eco del mar estuviera atrapado en su espiral, susurrando promesas de aventuras olvidadas y mares inexplorados.
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❛Tiempo Pasado❜ . . . . . Hp
Fanfiction𝐓.𝐏 | ❛Te amo, sea en el tiempo que sea❜ Harry sabía que nunca debió hablar con ellos, sabía que nunca debió aceptar el beso, sabía que nunca debió entregarse, ni mucho menos enamorarse. Y ahora tendrá que pagar las consecuencias de un tiempo pasa...