❛3. El interés de las serpientes❜

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❝24 de diciembre de 194420:35 pmHotel; el Refugio de los Tulipanes, Países Bajos❞

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24 de diciembre de 1944
20:35 pm
Hotel; el Refugio de los Tulipanes,
Países Bajos


Malfoy le sonrió a su prometido en cuanto lo vio, tomándose un momento para observar a Tom. Su prometido era, sin duda, el joven más hermoso de su generación, una figura que parecía fusionar la astucia y la elegancia en perfecta armonía. Tom Riddle, con su cabello negro azabache cayendo en ondas suaves sobre su frente, mostraba un semblante serio y pensativo. Sus cejas oscuras y meticulosamente delineadas enmarcaban unos ojos grises oscuros que brillaban con una inteligencia fría y calculadora. Sin embargo, en ese instante, estaban suavizados por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de la ventana, junto con el resplandor de algunas lámparas de aceite. Sus labios, finos y bien definidos, permanecían en una línea recta mientras leía un libro, sumido en sus pensamientos.

Tom vestía con una elegancia innata. Llevaba un traje de tres piezas en un tono gris oscuro, ajustado a su esbelta figura con una precisión casi sobrenatural. La chaqueta, con hombros estructurados y solapas finas, caía con una perfección que acentuaba su porte aristocrático. La camisa blanca que se asomaba por debajo era inmaculada, con un cuello rígido y bien planchado, mientras que la corbata de seda verde oscuro estaba anudada con meticulosa exactitud. El chaleco, abotonado hasta el cuello, añadía una capa de formalidad que no restaba juventud.

Sentado en la cama, con una pierna cruzada sobre la otra y un libro descansando en su regazo, Tom parecía una estatua esculpida con un cuidado casi místico. Su postura era impecable, y su presencia emanaba una autoridad serena y casi intimidante. El Malfoy no pudo evitar sentir una mezcla de orgullo y fascinación; era imposible no sucumbir al hechizo que Tom parecía lanzar sin esfuerzo.

– Abraxas. – La voz profunda, grave y suave de Tom hizo que Malfoy sintiera un escalofrío de placer. Se acercó y se sentó frente al azabache.

– Tom, ¿cómo te fue? – Malfoy sonrió suavemente al heredero de Slytherin, sintiendo cómo su magia lo envolvía.

La magia de Tom era una entidad enigmática, tan seductora como peligrosa. Era una presencia que llenaba la habitación incluso antes de que él hablara o se moviera. Para Malfoy, quien lo observaba con admiración y devoción, la magia de su prometido era un espejo oscuro que reflejaba todos los secretos que el joven Slytherin ocultaba con tanto esmero.

Su magia no se manifestaba de manera ostentosa; no necesitaba hacerlo. En lugar de arremolinarse o brillar, permanecía latente, acechando bajo la superficie como un depredador paciente. Era densa y pesada, pero a la vez sutil y casi etérea, como una sombra que se desliza sin ser vista, pero que siempre está allí, invadiendo cada rincón, cada vacío, llenándolo con su presencia abrumadora.

Para Malfoy, la magia de Tom se movía con una elegancia sobrenatural, similar a una serpiente deslizando entre las sombras, silenciosa y letal. No necesitaba ser veloz o caótica; cada movimiento de esa energía mágica era calculado, meticuloso, como si cada pulso y cada vibración estuvieran predestinados, siguiendo un plan que solo Tom conocía. Era una fuerza contenida, controlada a la perfección, pero que emanaba una amenaza latente, como un volcán en calma que podría estallar en cualquier momento, arrasando con todo a su paso.

❛Tiempo Pasado❜      . . . . . HpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora