3. El incidente

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CAPITULO TRES
EL INCIDENTE


Esa mañana fue más ajetreada de lo normal para todos en el complejo. Al menos para la familia Theerapanyakun y la razón por la cual se encontraban así.

Paper se rió, con las rodillas en el piso, mientras tocaba con las puntas de sus dedos el estanque de peces Koi, los cuales se movian de un lado a otro por el agua haciendo que él se inclinara aún más para tratar de tocarlos o al menos, llegar a rozarlos con sus dedos.

El niño escuchó el sonido de pisadas a su lado, y el olor a bosque, levantó la mirada y se encontró con que Babe venía hacia él con rapidez.

Paper sonrió, con los ojos iluminados.

—¡Mira, Babe! ¡Son como los peces que había en casa!

La alegria del niño se veía a kilómetros, y Babe lo sabía mientras lo levantaba con cuidado del suelo y le sacudia la tierra de los pantalones. Babe miró a Paper con suavidad, pero aún así había reprimenda en su voz.

—No te ensucies, Paper. ¿Que te he dicho? No lo hagas, puedes jugar pero no te ensucies. —el niño bajo la cabeza, mirando con un puchero el estanque. Babe se puso a su altura y lo miro a la cara— Estas personas nos están dando refugio, comida y ropa, a pesar de eso aún no estamos a salvo y no sé si les molesta que estemos sucios pasando por los pasillos ¿Me entiendes, Paper?

—Si, Phi.

Babe sonrió, y se sentó en el pasto colocando al niño arriba de sus piernas mirando al estanque.

—Buen niño, ahora sí puedes ver a los peces.

Babe podía regañarlo, reprenderlo y hasta castigarlo en algunos casos, pero nunca llevaba a cabo eso. Algunas veces eran palabras al aire, los castigos antes él no los impartía y trataba que no pasara con Paper. Siempre había tomado los castigos de Paper como una manera de defenderlo de Tony. Él ya era mayor, tenía quince años pero Paper apenas cumpliría los cinco años en unos meses. Era demasiado pequeño para los castigos que daban en el complejo de Tony y si aquí eran iguales, no le importaba tomar de nuevo los castigos por su hermanito.

Con eso en mente, acarició el cabello de Paper mientras esté seguía hablándole de los lindos peces de colores que andaban en el estanque.

A unos metros de ellos, Pete y Vegas se encontraban mirándolos desde la puerta que daba al gran jardin. Ambos viendo la interacción de su hijo con su primo. Pete sonrió y lágrimas traicioneras cayeron a sus mejillas que rápidamente se quitó cuando Vegas se acerco a él.

—Se parece a ti.

Pete lo mío y sonrió, negando.

—Es precioso, Vegas. Quisiera abrazarlo y no soltarlo jamas pero él no lo sabe. No sabe nada...

La impotencia lo lleno, sin dejar de mirar la sonrisa que Babe había heredado de manera clara de Vegas. Quería correr hacia él y tomarlo entre sus brazos, llevarlo a su nido y abrazarlo para decirle todo lo que habia guardado en su interir desde que se lo habian llevado en el hospital, pero no pidia. Lo único que ganaría sería asustarlo, y aquello sería peor que no tenerlo cerca de él.

Babe los miró con el ceño fruncido, confundidos de que estuvieran ahí hasta que de imprevisto se levantó junto a Paper. Parecía asustado, mientras acomodaba la ropa del niño con cuidado y limpiaba sus propios pantalones.

Está asustado de nosotros...

Pensó Pete con dolor, sintiendo como su corazón se hacía añicos al ver la expresión asustada de su hijo hacia ellos mientras se acercaba con Vegas detrás de él. Abrió la boca para hablar, y aclarar que no harian nada para dañarlos cuando Babe hablo primero.

LOS HEREDEROS THEERAPANYAKUN, charliebabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora