𖦹 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐕𝐈𝐈𝐈 𖦹

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Secretos en la Oscuridad

Felix y Hyunjin corrieron por el bosque, dejando atrás las llamas que consumían lo que quedaba de la casa. La noche era densa, y la luz roja de la luna parecía seguirlos, como si los observara desde lo alto, cada vez más cercana, más opresiva. El silencio era profundo, pero a medida que avanzaban, se escuchaba un murmullo tenue, una especie de cántico que resonaba entre los árboles.

Felix se detuvo de golpe, su respiración agitada, y jaló a Hyunjin para que también se detuviera. El canto parecía provenir de una cueva cercana, la misma que habían visitado antes. Pero esta vez, la energía que emanaba del lugar era aún más siniestra. El sonido de pasos arrastrados y susurros envolvía el ambiente, como si el mismo bosque conspirara en su contra.

—Felix, ¿qué es eso? —susurró Hyunjin, tratando de ver a través de la penumbra.

—Es un ritual —respondió Felix con voz baja y tensa—. Esos cánticos son parte del ciclo, algo que han estado repitiendo durante generaciones. Debemos detenerlo antes de que la luna alcance su punto más alto.

El tono de Felix dejaba claro que el tiempo era limitado. Sin esperar respuesta, tomó a Hyunjin de la mano y lo guió hacia la cueva. La entrada estaba rodeada de raíces retorcidas y piedras cubiertas de musgo. Una vez dentro, el aire se volvió denso y frío, y las paredes parecían cerrarse sobre ellos. Los susurros eran más nítidos ahora, y la sensación de ser observados crecía con cada paso.

Cuando llegaron al corazón de la cueva, encontraron un círculo de figuras encapuchadas alrededor de un altar. En el centro, una llama oscura danzaba en una vasija, iluminando apenas los rostros cubiertos de las personas que cantaban en un idioma antiguo. Sobre el altar, una piedra tallada con símbolos brillaba bajo la luz de la luna que se filtraba desde una grieta en el techo de la cueva.

—Es ahora o nunca —murmuró Felix, apretando la mano de Hyunjin antes de soltarla—. No podemos permitir que completen este ritual.

Hyunjin asintió, su corazón latiendo con fuerza. No tenía idea de cómo iban a detenerlo, pero sabía que Felix tenía un plan. Antes de que pudieran actuar, una de las figuras encapuchadas levantó la cabeza, y Hyunjin sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Reconoció esos ojos, llenos de odio y desesperación: eran los del líder de los aldeanos que había atacado su casa.

—¡Intrusos! —gritó el hombre, y de inmediato, los cánticos cesaron. Las figuras encapuchadas se giraron hacia ellos con movimientos sincronizados, como si fueran uno solo.

Sin esperar más, Felix se lanzó hacia el altar, intentando derribar la vasija con la llama oscura. Sin embargo, uno de los encapuchados se abalanzó sobre él, bloqueando su avance. En un movimiento rápido, Felix lo esquivó y contraatacó, lanzando un golpe preciso que derribó a su oponente. Pero las demás figuras no tardaron en rodearlo, y pronto, se vio atrapado en una lucha cuerpo a cuerpo.

Hyunjin, sin perder tiempo, se acercó al altar. Sabía que esa piedra tallada era clave para detener el ritual. Al tocarla, un dolor intenso recorrió su brazo, como si una corriente eléctrica lo atravesara. La piedra pulsaba con una energía maligna, resistiéndose a ser movida. Pero Hyunjin no se rindió; con todas sus fuerzas, la levantó y la arrojó al suelo, rompiéndola en pedazos.

Un grito agudo resonó en la cueva, y la llama oscura se extinguió de golpe. Los encapuchados retrocedieron, tambaleándose como si hubieran perdido el control de sus cuerpos. Felix aprovechó el desconcierto para liberar a Hyunjin, llevándolo fuera de la cueva antes de que todo se viniera abajo.

Cuando finalmente estuvieron a salvo en el exterior, ambos cayeron al suelo, jadeando. El bosque estaba en completo silencio, como si todo el caos anterior hubiera sido solo un mal sueño. Sin embargo, la luna roja seguía brillando con intensidad, recordándoles que la amenaza aún no había desaparecido del todo.

—Lo detuvimos por ahora, pero esto no ha terminado —dijo Felix en voz baja, mirando la luna con expresión sombría.

Hyunjin asintió, consciente de que lo que acababan de enfrentar era solo el comienzo. El verdadero peligro estaba en los secretos que aún permanecían ocultos en las sombras, y en la naturaleza de la maldición que los envolvía.

Felix se acercó a Hyunjin, inclinándose hacia él con una expresión que mezclaba alivio y preocupación. Con un gesto suave, deslizó su mano por la cintura de Hyunjin, atrayéndolo hacia él. Por un momento, el peligro pareció desvanecerse mientras ambos compartían un instante de cercanía en medio de la oscuridad. Pero incluso en ese momento, Hyunjin no podía dejar de sentir que algo más grande y más oscuro los observaba desde las sombras.

吸血: 𝐕𝐀𝐌𝐏𝐈𝐑𝐄 [𝐋𝐢𝐱𝐣𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora