༒︎
𝐄𝐋𝐈𝐀
Los clanes de la Mafia en Alemania, los de la cosa nostra y los demás socios vecinos, los que me citaron por todo el revuelo y rumores que mi supuesto padre se encargó de revelar, no dudo que me quieran quitar el puesto que pertenece.
Tomo el café entre mis manos; respiró hondo, oliendo el aroma exquisito. Recuesto mi espalda sobre el sillón de tela que es bastante cómodo. Miro el amanecer hermoso del mar; me da una tranquilidad y paz que una vista extraordinaria despertaba en mi interior. El viento fresco choca conmigo, rodeándome de frescura natural. Tengo puesto mi pijama y la bata encima.
—¿Qué haces aquí sola? —la voz adormilada y bostezando de Atlas, se tira al costado de mí y huelo un olor asqueroso que me tapa la boca y mi nariz— ¿Qué?
—Aléjate de mí —lo empujo y me pongo de pie porque el olor viene de él—. ¿Dónde mierda te metiste? Huele asqueroso.
Él me mira ofendido con una mueca de molestia; en cambio yo la tengo de disgusto.
—Entiendo que somos amigos —nos señala a ambos—, pero no seas tan cruel, yo me baño, pero creo que tú tienes ese olor, Elia.
Río sin ganas ante su comentario.
—No me culpes puerco. Estaba super tranquila con mi café y vienes a interrumpirme, para colmo, a invadir mi espacio personal.
—Vine a hacerte compañía, porque te vi sola —se levanta de golpe, sorprendiéndome; se acerca a pasos lentos, provocándome arcadas más notables—. No es justo que me trates así.
No pude responder, porque salgo corriendo al baño principal de la casa.
Me hinco en el suelo sobre el retrete; creo que ver esto me da más asco. Hace meses que he dejado de vomitar porque la tortura de mi ansiedad y los sueños molestos son menos frecuentes; pero los vomitos no aparecieron más y esto es una señal de que jamás se van a ir de mí.
—Oye... —Atlas me soba la espalda, tratando de calmarme. — ¿Te sientes bien? ¿Comiste algo que te cayó mal?
—No —me recuesto sobre mis rodillas, me pasó las manos por mi cabello suelto y me lo alzó en una coleta desordenada—. Creo que... Volvieron los vómitos.
—Pero sí, ya te habías recuperado —me agarra del brazo ayudándome a pararme. Mis tobillos ya se recuperaron gracias a la pequeña operación, pero fue muy efectiva desde que llegué aquí. — Te traeré unas pastillas para que te calmes, espérame sentada.
Asentí con la cabeza, sentándome en el sofá del living, que se puede ver perfectamente la vista al mar, que ya salió el sol por completo.
Los pasos de la escalera de madera resuenan llamando mi atención y es mi hermana quien baja con el ceño fruncido... Eso me hace recordar a él, mi ruso.—Ey, ¿qué pasa? —se acercó rápido y me agarró de las mejillas—. Tienes el rostro super pálido.
—No es nada, ya se me va a pasar; no te preocupes.
Atlas aparece con un vaso de agua y la pastilla que me lo entrega; lo bebo sin dudar.
—Detesto esta maldita enfermedad —exclamé molesta. Me cruzó las piernas sobre el sofá y mis amigos me ven en silencio. —¿Qué me ven?
—Nada —dicen al mismo tiempo.
—Tengo hambre —hablé con vergüenza y me rió por sus caras—. Quiero comer... sushi, no, no, mejor fondue o pizza.
Se miran entre sí, sin hacer nada. ¿Acaso le hablo a la pared?
— Ahora son sordos. Les estoy diciendo que tengo hambre.
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𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 © ✔︎ 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨 1 [en Corrección]
Romans✞︎ 𝐄𝐥𝐥𝐚, 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐀́𝐧𝐠𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐬 𝐚𝐫𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐈𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 ✞︎ ✞︎ 𝐄𝐥, 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐦𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐬𝐨𝐥 ✞︎ Eʟɪᴀ Dʟᴀᴄʀᴏɪx 𖤍 Una mujer se...