CAPÍTULO VII

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La noche había parecido eterna pero finalmente cuando los últimos invitados de honor fueron despedidos en el salón quedaron solamente los voluntarios que estaban listos para limpiar y recoger los residuos de la fiesta, James se había marchado temprano para alcanzar a Marianne a quien vería en un ala de Costa Da Morte que fue construida específicamente para él, mientras que Renee se había marchado recientemente con Luca para ocupar el área principal.

—Creo que tu carruaje ya se ha vuelto calabaza, Cenicienta.

Bromeó Gael acercándose a una ahora desarreglada Virya que ya no llevaba joyas ni un gran vestido sino unos jeans cómodos, una camiseta blanca y el cabello desarreglado en un chongo con múltiples mechones alborotados.

—Oh, su majestad, nos honra con su presencia a la hora de la limpieza, por favor no se vaya a ensuciar sus finas y suaves manos.

Ella respondió igualmente la broma.

—¿Acaso no piensas ir a casa, principessa?

Virya respondió al principio con una sonrisa bien acompañada de un profundo suspiro.

—Bueno, en casa nadie me espera, así que no estoy segura de que haga mucha falta apresurarme, apenas terminen los demás pueden marcharse.

Gael negó mientras se arremangaba la camisa tomando una bolsa para recolectar los restos de decoraciones que no valía la pena rescatar y que además eran de los últimos atisbos de la fiesta que quedaban.

—Oye V, ya que no tienes prisa por llegar a tu casa, ¿Te importaría acompañarme un rato? Realmente creo que aún no es tan tarde como para ir a dormir.

—Bueno, la noche es joven, ¿no es verdad?- Ella sonrió alegremente y asintió -Me encantaría, podríamos ir a cenar algo, con tanto drama nos perdimos el banquete.

Gael simplemente correspondió a la sonrisa y se mantuvo un poco más reservado que otras ocasiones, poco a poco todos fueron anunciando la conclusión de sus tareas y se retiraron hasta que solo quedaron ellos dos.

Sin mucha prisa se marcharon del recinto, cuya puerta Virya cerró con su brazalete y bajaron por el camino hasta donde en el estacionamiento se encontraban los automóviles de ambos esperando a sus respectivos dueños.

—Oye, ya has hecho mucho hoy, ni siquiera debiste limpiar cuando no te dejaron organizar, déjame conducir.

Gael tomó la mano de Virya y la dirigió a su auto mientras hablaba hasta acercarla a la puerta y abrirla para ella.

—Oh... No lo sé, príncipe, mi vestido está en el auto y si algo le sucede Renee me matará.

—Bueno, pero están dentro del campus en teoría, así que nada les sucederá, pongamos la joyería en mi maletero y por la mañana yo mismo vengo por tu auto y lo llevo a Costa Da Morte, ¿De acuerdo?

Virya dudó un momento pero finalmente accedió, tomó los diamantes de su auto y los puso en el de Gael para después subir y disfrutar del recorrido.

La noche entre ambos jóvenes en realidad fue muy pacífica, acudieron a la ciudad para cenar en un restaurante de comida coreana de 24 horas que se encontraba en el centro, conversaron y bromearon durante gran parte de la noche e incluso olvidaron por un momento que existía un mundo lleno de conflictos pendientes por resolver. Cuando la noche comenzaba a aclararse para convertirse en día volvieron al camino hasta llegar al hogar de la joven.

—Gracias, príncipe, esta noche resultó maravillosa.

Correspondiendo con una sonrisa él simplemente descendió del auto y fue a abrirle la puerta de la camioneta.

A través del telescopio: El corazón de las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora