Alimentando el odio

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Resultados de las votaciones anteriores: 

1. ¿Con quién habla Katsuki al llegar a la oficina? 

-Shoto Todoroki (1 voto)

-Eijiro Kirishima (con 3 votos)

2. En el próximo capítulo, Katsuki le lleva comida a la celda a Izuku. ¿Cómo reacciona este.

-Acepta la comida y habla con él (0 votos) 

-Se niega a comer y le dice que no quiere nada de él. (4 votos)

-Tira la comida contra la pared y le grita (2 votos)


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—¿Era ese el chico? 

Katsuki frunció el ceño. ¿Qué hacía ese idiota ahí a esas horas? Esa noche le tocaba a él encargarse de la nueva remesa de cautivos. No tendría por qué estar metiendo las narices en su trabajo ni husmeando donde no le llamaban. 

—¿Qué chico? 

—Al que llevas esperando desde que entraste aquí hace ya casi un año —respondió. 

—No sé a qué te refieres, pelos de mierda —masculló, tirando la carpeta encima del escritorio y sacando las llaves de su bolsillo—. Sal. Tengo que cerrar. 

Kirishima lo miró de manera inquisitoria. Se levantó y caminó hacia la puerta, pero en lugar de salir, la cerró para que nadie pudiera oírlos. 

—Me lo contaste hace unas semanas, la noche en la que salimos a beber. 

El cuerpo de Katsuki se tensó. Kirishima parecía de confianza. De hecho, dentro del campo era el único que mostraba ciertos valores y principios morales. Pero nunca se sabía. No se podía confiar del todo en nadie en un lugar como ese. 

—Habías bebido de más y empezaste a decir cosas que no debías —continuó. 

Katsuki apretó los puños y aguantó la respiración. Recordaba ese día. Había llegado un nuevo tren y otro capitán estaba al mando. Tan pronto como se apearon los nuevos reclusos, hizo una selección de aquellos que parecían más débiles o enfermos y los mandó a fusilar. Los gritos y las súplicas todavía resonaban en la mente de Katsuki. Kirishima le había ofrecido unas copas para olvidar y se le había ido de las manos. Dios, ¿cómo había sido tan estúpido? ¿Cómo se había permitido bajar la guardia de esa manera?

—Ah, ¿sí? ¿Como qué? —se atrevió a preguntar. 

Kirishima se acercó un poco más a él y habló en susurros. 

—Como que todo esto es una mierda —dijo, y solo el hecho de pronunciar esas palabras hizo que el vello de sus brazos se erizara. Ambos sabían que decir algo como eso podía significar sentencia de muerte—. Dijiste que explotarías este lugar si tuvieras la oportunidad de hacerlo.  Tuve que sacarte del bar antes de que alguien más te oyera. 

Katsuki fingió tranquilidad, pero sus nervios salieron a relucir con una sonrisa nerviosa. 

—Eso... 

—Te llevé a tu casa —lo interrumpió el pelirrojo—. Y allí me confiaste por qué te habías metido aquí. Sabías que tarde o temprano traerían a un chico; un amigo de tu infancia. Querías protegerlo de cualquier mal que pudieran ocasionarle aquí dentro y por eso te presentarte voluntario para ser capitán.

Noche y niebla (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora