¿Por qué se han sublevado los presos?
A) Aprovechan la oportunidad de que el muro está todavía destrozado para intentar escapar. (0 votos)
B) Se han enterado de que uno de los capitanes está violando a uno de los reclusos y eso los enfurece. (1 voto)
C) Uno de los soldados ha pegado un golpe a un niño y lo ha matado sin querer. (5 votos)
♥♥♥
Otro disparo.
Más gritos.
Izuku apretó fuerte el brazo de Katsuki. No quería dejarlo salir. Podría ser peligroso. Aunque fueran sus propios soldados los que portaban las armas, podría alcanzarlo una bala perdida. Podría salir herido en medio del caos.
Escuchó gritos de algunos niños y un nuevo miedo se instaló en su pecho:
¡Eri!
Katsuki pareció adivinar sus pensamientos y lo agarró de los hombros antes de que pudiera hacer ningún movimiento.
—Me aseguraré de que esté bien —le dijo antes de dirigirse hacia la puerta, abrir el seguro y salir—. Cierra la puerta por dentro —le repitió.
Izuku obedeció a regañadientes. El sentido común le decía que sería una imprudencia salir. Él no tenía ningún tipo de poder o arma con el que defender a Kacchan o a Eri. Terminaría siendo un estorbo para Kacchan. Lo sabía, y aun así su cuerpo luchaba por moverse e ir tras él.
En apenas unos minutos, el campo de concentración se había convertido en un escenario posbélico . Había sangre derramada en el suelo y varios cadáveres aquí y allá. Parecía que había habido una rebelión, pero para cuando Katsuki llegó al lugar, estaba prácticamente sofocada. Los soldados habían conseguido reducir a la mayoría de los insurrectos y apenas quedaban un par de ellos oponiendo resistencia.
Antes de intervenir, Katsuki se escabulló por una de las callejuelas que formaban los distintos barracones y se dirigió a la zona de los niños. Desde lejos, pudo vislumbrar el cabello plateado de Eri. La niña estaba agachada en un rincón, abrazada a un tembloroso grupo de niños que intentaban esconderse hasta que pasaran los momentos de tensión.
Una vez que hubo verificado que se encontraba a salvo, corrió de nuevo hacia la escena de la revuelta para reunirse con Kirishima. Lo encontró en medio de la trifulca junto a Monoma, ordenando a los soldados que no abrieran fuego contra el último preso insurrecto. Katsuki se sobresaltó cuando al reconocerlo: era el doctor que había curado a Izuku.
El hombre había conseguido arrebatarle la pistola a uno de los soldados y apuntaba con ella a todo aquel que se acercara.
—Suelta el arma y te perdonaremos la vida —le decía Monoma con una expresión que no convencía a nadie.
Katsuki apretó los puños. Ambos sabían que eso no sería posible. Ese hombre había firmado su sentencia de muerte en el momento en que había decidido rebelarse. Aunque quisieran interceder por él, Shigaraki jamás permitiría que saliera con vida.
—No engañáis a nadie con esos sucios trucos —dijo el señor—. Sé que no hay forma de que salga con vida de aquí; ahora menos que nunca. Pero antes de que me matéis, me llevaré a alguien por delante.
Qué irónico, pensó Katsuki, que alguien que se había dedicado a salvar la vida a los demás ahora quisiera arrebatar al menos una antes de irse morir.

ESTÁS LEYENDO
Noche y niebla (Bakudeku)
FanfictionEn Japón, AFO, rodeado de fervientes seguidores, ha dado un golpe de Estado y ha proclamado la superioridad de la raza de personas con poderes sobre aquellas que han nacido sin don. Izuku llega a uno de los campos de concentración de AFO, donde los...