Noche y niebla (Bakudeku)

Una oportuna mentira

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¿Qué quieres que pase en el siguiente capítulo?

a)Eri ha estado escuchando tras la puerta a Izuku y Kacchan, con las consecuencias que eso pueda conllevar. (0 votos)

b)Izuku vigila a Kuro y a Monoma mientras trabaja para intentar averiguar sus quirks. (3 votos)

c) Izuku propone a Kacchan colarse en la oficina de Shigaraki para buscar información sobre Kuro y Monoma. (0 votos)

d)Al regresar al campo, Kuro y Monoma interrogan a Izuku sobre sus continuas ausencias en el campo para ir con Kacchan. (4 votos)

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Apenas tres cuartos de hora después de haber llegado al campo, un soldado lo interceptó y, sin dar más explicaciones, le dijo que caminara delante de él. 

Lo llevó a una celda muy parecida a aquella en la que lo habían encerrado la noche en la que llegó al campo. El soldado que lo escoltó le dio un empujón y cerró la puerta tras él. En la estancia lo esperaban dos personas. Por sus uniformes, Izuku asumió que eran capitanes del campo, y por la descripción que había hecho Kacchan de ellos, pudo adivinar que se trataba de Kuro y Monoma. 

Izuku los analizó rápidamente. El día en que ellos habían llegado al campo había sido el mismo día que él había caído enfermo y lo único que Izuku sabía de ellos era lo que Kacchan le había contado. Kuro era un hombre de rasgos duros y expresión cruel; Monoma, por su parte, mantenía en su rostro una sonrisa de burla constante. Se preguntó si pensaban hacer los papeles de poli bueno y poli malo o de si los dos serían tan peligrosos como parecían. 

—Izuku Midoriya, supongo —lo saludó Monoma, y señaló la única silla que había en medio de la celda—. ¿Por qué no tomas asiento? Queremos hacerte algunas preguntas. 

Izuku se sentó a pesar de la rigidez de su cuerpo, que le gritaba que se mantuviera en pie y lo más alejado posible de esas personas. Dejó la cabeza gacha. Había aprendido de los soldados que no se debía mirar a los ojos a aquellos que se creían superiores. Cada vez que había intercambiado la mirada con un soldado, se había llevado un buen golpe como respuesta. 

—Es un placer conocerte, Midoriya-kun —dijo Monoma con un tono tan dulce que solo podría haber sido utilizado por una madre o por alguien con un particular gusto por el sarcasmo—. Soy Neito Monoma, y este es mi compañero Kemuri Kuro. Llegamos hace unos días al campo, pero todavía no habíamos tenido la oportunidad de conocernos. 

Izuku lo miró de reojo. Monoma era tal como Katsuki lo había definido: una serpiente venenosa disfrazada de un chico guapo. Monoma le hubiera parecido encantador si no hubiera abierto la boca, pero cada palabra que salía de sus labios iba envuelta de un tono ponzoñoso que no auguraba nada bueno. 

Izuku se removió, incómodo, en su silla y miró hacia los pies de Kuro. El otro capitán no paraba de dar zapatazos con el talón de forma impaciente con su mirada fija en él. Podía sentirla como si fueran mil agujas que se clavaban en su piel. 

—Nos gusta llevar un registro de nuestros invitados en el campo —continuó Monoma. Izuku quiso vomitar al escuchar la palabra con la que los nombraban—. Y tú hace varios días que no apareces por aquí. Los soldados nos han dicho que últimamente pasas mucho tiempo en casa de uno de los capitanes. 

—Tch, ¡corta el rollo ya, Monoma! —exclamó Kuro, avanzando hacia Izuku—. Queremos saber por qué Bakugo te lleva a su casa. Sabemos que llevas varios días sin regresar al campo.