Laboratorios S.T.A.R.
16:31 p.m.
Silencio.
Eso era lo que reinaba en el córtex en esos momentos, para ser un lugar con 7 personas ninguna sabía que hacer o decir, ni siquiera había una mosca o un grillo para hacer el mínimo ruido y aligerar el ambiente. Lo único que sonaba era el collar de Apolo que se sacudía mientras el canino se rascaba detrás de su oreja izquierda con su pata izquierda.
El tiempo y el espacio parecieron detenerse en ese momento, el aire se sentía lejano, y casi juraron no haber respirado en ese momento.
Frente a ellos estaba el joven que había hecho una carnicería tanto con criminales, asesinos, mafiosos y meta-humanos; por su lado, Joey estaba de pie observando la imagen que tenía a unos pasos de distancia, su padre y hermana, su familia, o lo que queda de ella. Todo lo que alguna vez conoció, fue suyo y que al momento de huir lo perdió, estaba ahí, a unos metros de él.
Del otro lado, su padre no daba crédito a lo que estaba mirando. Walter Zimmermann, quien siempre había sido el pilar de su familia, un hombre serio, de carácter inquebrantable, recto e imponente, alguien que tenía siempre una respuesta a todo, estaba completamente sin palabras al ver a su hijo. Sus manos tiemblan ligeramente, una ligera picazón se manifiesta en sus ojos y su corazón late como la misma intensidad que cuando supo que su niño se había escapado.
Finalmente aquella apariencia de fuerza y resistencia se quiebra, mas no se cae, y por primera vez en mucho tiempo, siente un deseo de sacar todo lo que lleva dentro. Dicen que los hombres no deben llorar, que eso los vuelve débiles.
Pues de ser así, Walter Zimmermann quería ser débil, mostrarse vulnerable; por que lo valía, lo valía por que finalmente su pequeño Joseph estaba allí, con una corta distancia separándolos.
Apolo llega trotando y ladrando a su dueño, mostrando su evidente alegría con un meneo de cola. Joey se arrodilla para abrazarlo y juntar su frente con su compañero en un intento por asimilar todo lo que sucedía a su alrededor; no podía ver a la cara a ninguno de los adultos, había tanto en su pecho en esos momentos: Miedo, arrepentimiento, tristeza, unas terribles ganas de llorar; se sentía como un niño a punto de recibir un castigo severo.
—Joseph... —Le llamó con suavidad su padre, su voz quebrada y cargada de emoción; como deseando que fuera real.
Aprieta sus ojos para reprimir las saladas y frías gotas que se estaban acumulando y se mordió su labio inferior, pero sabe que es inútil; lentamente levanta la vista para ver los azules de su creador, las lágrimas que había estado acumulando finalmente se escapan de sus ojos comenzando a mojar su rostro de manera silenciosa, su labio tiembla y siente sus piernas flaquear.
Con esfuerzo se endereza y camina hacia su padre esperando un reproche, gritos, o en el peor de los casos, una merecida bofetada. Pero en lugar de eso, es envuelto en unos brazos que tiemblan despacio; Walter, completamente desarmado y viendo lo lento que su hijo caminaba decidió que no quería aguantar un segundo más, cerró la distancia entre ambos y abrazó a su retoño como nunca antes lo había hecho. Tenerlo así era como volver a tenerlo en el momento que lo tomó en brazos cuando acababa de nacer y lo vio por primera vez, se sentía completo, como si todo su mundo de nuevo estuviera en orden.
—Mi niño... —Musitó despacio y bajo para que solo ellos escucharan.
Y eso fue todo, las emociones de Joey se desmoronaron y se dio la libertad para llorar con fuerza, como hace meses no lo hacía.
—Papá... —Finalmente salió de sus labios hundiendo su rostro en el pecho de su padre sintiéndose como un niño cuando se asusta por el ruido de un trueno.
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𝙆𝙀𝙀𝙋 𝙍𝙐𝙉𝙉𝙄𝙉𝙂 | 𝘽𝙖𝙧𝙧𝙮 𝘼𝙡𝙡𝙚𝙣
Fanfiction❝No eras tú el confundido, yo era el confundido... pero ya no puedo seguir ocultándolo Joey. Te amo❞. Donde Barry Allen ha mantenido en secreto su orientación por miedo a las opiniones. Y Donde Joey Zimmermann llega a su vida a poner en desorden sus...