11. Flogger

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Llamamos flogger o gato de nueve colas a todo instrumento flexible dotado de varias

trallas hechas de cuero o materiales similares y destinados a ser utilizados sobre el

cuerpo humano.


Los látigos no son fáciles de encontrar, hay bastantes aficionados que se fabrican el suyo propio de formas y materiales distintos.


Como norma general, sea cual sea la intensidad y fuerza que se emplee a la hora de azotar, cuanto menor sea la superficie en la cual todo el impacto del azote esté concentrado, mayor será el daño potencial que podamos causar.

Cuanto más anchas sean las trallas, mayor será el espacio en el cual impactan y menor su daño será.Lo mismo ocurriría con la cantidad de trallas que lleve el látigo. De lo que se deduce lo siguiente: las trallas finas hieren, las trallas anchas provocan una sensación más suave. Además, cuantas más trallas tenga un látigo, más lentamente se desplazan en el aire y cuanto más largas sean, más fuerza hay que ejercer y más

difícil será su control.

Los látigos con trallas cortas son útiles para practicar a muy corta distancia del


Sumiso/a o sobre una parte del cuerpo muy precisa y limitada. Los látigos clásicos tienen entre 15 y 25 trallas, el doble suele dar una versión de látigo llamada Flogger.


Por razones de seguridad, las trallas deben estar firmemente sujetas y fijadas en el extremo de la empuñadura del látigo, ya que es ahí donde el látigo soporta una mayor deformación con el paso del tiempo y el uso.


La empuñadura del látigo no debe ser ni demasiado ancha ni demasiado fina, para asegurar un buen agarre con la mano que nos daría un mayor control, seguridad y precisión. Las empuñaduras cortas son las mejores para el control, las largas garantizan el poder levantar mejor el brazo y propulsar las trallas con mayor fuerza e intensidad.


¿DÓNDE PUEDO AZOTAR Y DÓNDE NO?


Podemos distinguir dos tipos de golpes o azotes con látigo los cuáles son:

La flagelación superficial, centrada sobre todo en el castigo que actúa sobre la piel, sin implicar tejidos musculares más profundos y la flagelación profunda, que puede ser más o menos dolorosa que la


anterior, pero que implica el llegar a golpear con más fuerza, hasta hacer sentir el impacto a los músculos o tejidos internos.


Donde no se debe jamás azotar (por razones de seguridad obvias), es en la cara, el cuello, la cabeza, los dedos de manos y pies y

en general las articulaciones.
Tampoco debemos hacerlo sobre piel que esté en

proceso de cicatrización (heridas abiertas).


Podemos azotar ligeramente en los brazos, antebrazos, interior de los brazos, pecho,

zonas genitales (la piel es evidentemente más delicada y fina así que cuidado), la parte alta de las


nalgas cerca de la columna, las costillas que no estén protegidas por músculos.


Podemos azotar enérgicamente en las nalgas, la parte alta de la espalda a ambos lados de la columna, los muslos, la parte baja de los hombros. Estas zonas están constituidas por huesos anchos protegidos por músculos y una capa de grasa. Hay muy pocos órganos sensibles debajo de estas zonas y esos músculos aseguran una buena protección.

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