Capítulo Once

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Fluke estaba sentado, mirando a su capuccino.

Cuando salió del aeropuerto de Fiumicino, se metió en un taxi y le dijo al conductor que lo llevara al centro de la ciudad. Había estado caminando por las calles durante horas, hasta que sus piernas ya no pudieron aguantar más y se tuvo que sentar en la terraza de una cafetería.

Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en la Piazza Navona. Justo la semana antes había estado allí con Ohm. Seguro que el recuerdo de aquel día, fue lo que lo hizo llegar hasta allí. Porque no sólo se habían ceñido a visitar los lugares antiguos de la ciudad.

En la iglesia de Santa Maria della Pace, Ohm le había enseñado unos frescos maravillosos de Rafael, y habían entrelazado sus manos mientras los observaba. Como dos recién enamorados, habían paseado por Via del Governo Vechhio, para admirar los edificios del Renacimiento. Habían comido en un bar desde donde se veían unas fuentes barrocas. Durante la sobremesa, Ohm lo había besado los dedos uno a uno, y su corazón se había llenado de amor y necesidad.

Fluke parpadeó, incapaz de retener en su mente las imágenes que le producían en ese momento un dolor insoportable. Estaba todavía conmocionado. Nada lo podría haber preparado para el devastador descubrimiento de que la rubia que estaba besando a Ohm en Cagliari cinco años antes, y Melina Bucelli, la chica que Sonia Thitiwat quería para su hijo, eran la misma persona.

Fluke nunca le había preguntado a Ohm nada de la mujer con la que lo había traicionado. No había querido saber nada más. En aquel tiempo, su matrimonio había sido una especie de charada. Había archivado ese episodio en el pasado, donde tenía que estar, sin imaginarse que Ohm pudiera seguir teniendo relación con la mujer.

Había preferido pensar que aquella rubia despampanante era sólo una aventura pasajera...

Lo paradójico era que no se podía imaginar a Ohm con una mujer de esa clase. Mellina Bucelli, que contaba con la aprobación de su madre, debía proceder de una familia aristocrática. Además, era muy guapa, y eso era más difícil de soportar. Pero lo que no podía entender Fluke, era la relación que Ohm tenía con esa mujer.

Cinco años antes, Ohm había sido amante de Melina, a pesar de no haber anulado su matrimonio, por lo que no se podía casar de nuevo. Lo cual le planteaba otra pregunta a Fluke. ¿Por qué Ohm había dejado que el matrimonio se prolongara durante tanto tiempo? No encontraba explicación del porqué Ohm había querido seguir siendo un hombre casado.

¿Pero qué más daba? Ya le había dicho que no estaba embarazado.

Desde ese momento, seguro que se habría sentido libre de cualquier obligación hacia él. Sabiendo que era libre para iniciar un divorcio, probablemente habría invitado a Melina a que fuera con él a Milán. Estaba claro que no esperaba que Fluke fuera a recibirlo al aeropuerto.

Perdido en Roma, casi sin dinero en el bolsillo, sin saber siquiera cómo llegar a Villa Fontana en transporte público, Fluke no tuvo más remedio que ceder ante las circunstancias. Tenía que volver y hacer las maletas, aunque tuviera que ver otra vez a Ohm.

Después de comprar una tarjeta para llamar por teléfono, se puso a la cola en una cabina.

No esperaba que fuera Ohm el que respondiera el teléfono. Pero en el momento que él escuchó su voz temblorosa, empezó a hablar en italiano, tan rápido que él no podía seguirle. Era Ohm, y a la vez no parecía él, nunca lo había escuchado así.

Parecía estar fuera de control.

—Quiero que envíes un coche a buscarme, pero no quiero que vengas tú —le dijo Fluke.

—¿Dónde estás? —le preguntó Ohm—. Per amor di Dio... he estado muy preocupado.

—La verdad es que no sabes representar nada bien el papel de adúltero, Ohm. Creo que tu vida va a ser más fácil cuando estemos divorciados —murmuró Fluke, con contundencia.

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⏰ Última actualización: Aug 27 ⏰

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