Capítulo 55

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El revuelo por ver un rostro totalmente diferente presentándose como el representante de Apolo Souvere caminar con Louise a su costado, con determinación hacia la oficina de presidencia era notorio. Todos los empleados cuchicheaban, murmuraban entre ellos, se hacían preguntas los unos a los otros sin comprender exactamente a qué había ido el joven a esa empresa.

En el ascensor, aprovechó un poco de su soledad para frotar sus manos. Si, estaba un tanto nervioso al ver a la nuera de Apolo, de ver la razón por la que lo descomponía tanto si de lejos se notaba que era una persona bastante educada, formal y fácil de tratar. Estaba de cierto modo ansioso también por saber sobre el bebé que según Apolo ella estaba esperando, su nieto.

Había llegado al piso correspondiente a las oficinas, y de allí fue conducido hacia la oficina cuya puerta ponía en letras doradas "CLARISSA MARIE GALLAGHER, CEO". Dio tres golpes suaves a la puerta, y esta se abrió, mostrando una mujer con un bonito vestido color rosa en el que se notaba su vientre ya bastante grande, su cabello ondulado de color rojizo le caía por los hombros y ya se notaba un tanto agotada por su avanzado embarazo.

—Sigan, Clarissa los está esperando—Dijo antes de salir de la oficina. Beth sólo había ido para firmar un par de documentos, su embarazo ya estaba a punto y ya no podía hacer grandes esfuerzos.

Al entrar, la mujer en la silla presidencial, cuyo brillo se notaba a miles de kilómetros, con un vestido de color crema y un vientre no tan abultado como el de la persona anterior, se ponía de pie para recibirlos, si bien no de mala manera, si de una manera mucho más seria y tensa.

—Bienvenidos, tomen asiento por favor—Rompió el silencio, invitandolos a sentarse en sus sofás, tomando ella un sofá individual que se encontraba cerca a la ventana.

Notó el vientre de Louise, también estaba bastante abultado, su cuerpo ya no era tan delgado como solía ser, y no quedaba prácticamente nada de la sensual figura de la chica. Era extraño, teniendo en cuenta que Clarissa tal vez tendría casi las mismas semanas que ella, y no había notado excesivos cambios en su cuerpo.

Tampoco pudo evitar pensar que ella también estaba gestando un hijo de su esposo. Tal vez de una manera no convencional y mucho menos deseada por él, pero tendría la misma sangre que su hija.

—Creo que ya sabes quién es Lucas y por qué está aquí—Se atrevió ella a tomar la palabra, sacando a Clarissa de sus pensamientos.

—El nuevo apoderado de mi suegro, viene a reclamar el lugar que solía ocupar mi esposo—Respondió con seguridad, dejando ver cierta tensión—. Créeme, Lucas, probablemente sepa yo más de ti que siquiera tú mismo.

No era del todo cierto, por alguna razón habían muy pocos datos relacionados a Lucas, como si antes de que entrara en su vida, fuera totalmente anónimo, ilegal o simplemente no existiera.

—¿Qué sabes?—Preguntó él.

—En primera instancia, un ex convicto—Hizo una pausa, mirándolo a los ojos—. ¿Serás un director financiero con historial por malversación de fondos?

—Es lo que le corresponde por derecho—Interrumpió Louise.

—No me estoy negando a ello, estoy preguntándole a él si le parece algo lógico.

Hubo un silencio tenso nuevamente.

—No puedo oponerme a tu cargo, pero si he decidido asignar un supervisor.

Se hizo nuevamente un silencio, esta vez más tenso que el anterior, pero que finalmente terminó en la aceptación de la condición. No podían exigir más si tenían al eje de su poder encerrado en la prisión. Debían ser mucho más cautelosos, eso habían hablado antes de llegar: actuar con cautela y fingir aceptación.

Clarissa recibió una llamada en ese momento de recepción. Andrew acababa de llegar a su oficina con la esperanza intacta de poder hablar con ella.

—Que suba, por favor—Respondió y colgó—. Puedes retirarte a tu oficina, el supervisor ya se encuentra allí.

Se puso de pie y los acompañó a la puerta, justo cuando las puertas del ascensor se abrían dejando ver a Andrew entrar hacia la oficina de Clarissa. Lucas lo miró detenidamente, ¿Por qué llegaba ese chico?  Sabía quién era gracias a su investigación, pero no entendía cómo después de que su esposo había fallecido, él se encontraba visitándola en su oficina. Louise tenía la misma pregunta. Hacía varios meses que no sabía nada de él, y de cierto modo había logrado darle un vuelco a su corazón volverlo a ver.

Cerró la puerta tras ellos, e invitó a Andrew a sentarse en los sofás donde antes se encontraban las personas que acababan de salir. También había notado a Louise, de quien lo último que supo fue que se había casado con el suegro de Clarissa, pero fue una sorpresa enterarse de que estaba también esperando un hijo.

—¿Louise también está en la dulce espera?—Respondió, largando una pequeña risa, la cual se detuvo abruptamente cuando vio la seriedad en el rostro de Clarissa.

—Si, de mi esposo.

Andrew quedó perplejo pero sonreía, de cierto modo hasta sentía un poco de alivio al ver que probablemente esa sería una carta para él. Aunque la emoción le duró muy poco.

—Fue inseminada, Apolo tenía congelado el esperma de mi marido hace años, y fue la manera en la que logró embarazarla para poder torturarme.

—Lo siento—Respondió, agachando la cabeza.

—Si, si—Respondió, realmente le había molestado su reacción—. ¿De qué quieres hablar?

—De nosotros.

—No existe un nosotros, Andrew—Respondió.—Hace mucho que dejó de existir, no seas ridículo.

—Pero quiero enmendar mis errores, quiero poder volver a conocernos, volver a intentarlo—Respondió con desesperación, buscando tomar su mano—. Te he amado desde siempre, te sigo amando ahora.

—Pero yo no lo hago, Andrew, entiéndelo.

—¿Vas a seguir aferrada a tu esposo muerto?—Él empezaba a molestarse.

Definitivamente acababa de dar en un punto sensible, en un punto en el que era prohibido ahondar, en una herida que aún no acababa de sanar.

—Voy a seguir aferrada a Alan hasta que yo así lo decida, porque lo amé y lo amo con todas mis fuerzas, y el fruto de ello es esta niña que lleva en todo su ser su sangre—Respondió al fin, tratando de regularse para no afectar a su pequeña—. Porque Alan murió salvando mi vida, porque Alan siempre me cuidó y me amó, porque Alan es y siempre será mi esposo, así esté a tres metros bajo tierra por algo que ni siquiera fue nuestra elección. ¿Queda claro?

Después de escucharla, Andrew no tuvo más remedio que levantarse del sillón y salir de la oficina lo más pronto que podía. No, no iba a poder recuperarla, ella no iba a ceder, ella ya no lo amaba tanto como él a ella y eso le estaba carcomiendo el alma.

Lucas también se había enterado de ello, escuchando tras la puerta y sonriendo con satisfacción. 

Contrato de matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora