una tragedia evitada la guera termina shanks el pelirojo calma a su hijo

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Luffy, desatado y aún hambriento, continuó su carnicería en Marineford. Mientras devoraba a Sengoku, arrancando y consumiendo pedazos de su carne, su mirada se volvió hacia los últimos marines que quedaban: Coby, Helmeppo y la hija de Akainu.

—¿Qué pasa? —preguntó Luffy con una risa perturbadora—. ¿Dónde están los marines que tanto tiempo me han estado persiguiendo?

Viendo que solo quedaban estos tres, Luffy se sintió aún más satisfecho al pensar en ellos como su postre. Coby, Helmeppo y la hija de Akainu, aterrorizados, intentaron escapar, pero Luffy, con su velocidad sobrehumana, los alcanzó en un instante.

Luffy se acercó a la hija de Akainu, sus garras extendidas para devorarla. Coby, con una expresión de desesperación, se interpuso entre ella y Luffy.

—¡Señor Luffy, por favor! —imploró Coby—. ¡Regrese en sí! ¡No tiene que hacer esto!

Luffy lo miró con desprecio y una sonrisa cruel.

—¿Regresar en sí? —dijo Luffy—. ¿No ves que estoy disfrutando? Ustedes han sido mis enemigos durante mucho tiempo. ¡Ahora son mi comida!

Con un movimiento rápido, Luffy atrapó a Coby y a la hija de Akainu. Mientras Helmeppo intentaba desesperadamente salvar a sus compañeros, Luffy lo ignoró por completo, concentrándose en su festín. La batalla en Marineford había llegado a un final macabro, con Luffy mostrando su verdadera naturaleza al devorar a sus enemigos y dejarlos caer uno a uno.

Luffy, con la hija de Akainu en sus garras, empezó a acariciar su cara con un gesto macabro. Pero, de repente, algo cambió. Un aroma familiar llegó a sus sentidos, y Luffy se estremeció al reconocerlo.

—¡Suéltame, Shanks! —rugió Luffy, al reconocer la figura del pelirrojo frente a él. La voz de Luffy, usualmente llena de alegría, ahora estaba teñida de pura rabia.

Shanks había llegado en el último momento, decidido a detener la masacre de quien consideraba su hijo.

—Luffy, hacer esto no traerá de vuelta a tu amigo —dijo Shanks, su voz grave y su mirada firme.

Luffy se detuvo, su respiración agitada mientras sus ojos oscuros se fijaban en Shanks. Una risa amarga brotó de su garganta.

—¿Cómo sabes lo que he perdido? —respondió Luffy, su voz temblando entre el dolor y la furia—. Él fue mi único amigo... y murió en mis brazos.

Shanks se acercó lentamente a Luffy, como lo hacía cuando él era solo un niño. Con cuidado, puso su mano sobre la cabeza de Luffy, revolviendo su cabello de la misma manera que solía hacerlo en los viejos tiempos, cuando la inocencia de Luffy aún estaba intacta.

—Este no es el verdadero tú, Luffy —dijo Shanks con una voz suave pero firme—. Tú eras alguien que amaba la aventura y la diversión, no alguien que mata por placer.

Las palabras de Shanks parecieron atravesar la coraza de furia que cubría el corazón de Luffy. Poco a poco, sus hombros se relajaron, y finalmente, el joven pirata se dejó caer al suelo, sentado, con la mirada perdida.

—No pude cumplir mi promesa con él... —murmuró Luffy, su voz quebrada por el dolor—. Fue mi único amigo después de que esos traidores me dejaron a mi suerte.

Shanks se sentó frente a él, mirándolo con compasión y seriedad.

—Pero no lo has perdido todo, Luffy. Aún tienes a tu madre, Aurora, y a Ace. ¿Acaso ellos no significan nada para ti?

Unas lágrimas comenzaron a caer por el rostro de Luffy, pero no eran lágrimas comunes; al ser un demonio, sus lágrimas eran de un rojo profundo, como si llorara sangre. El dolor era casi palpable en el aire.

—¿Pero cómo podría vivir con ellos? —preguntó Luffy, su voz rota por la desesperación—. Mírame bien... Ya viste en lo que me he convertido.

Shanks sonrió con tristeza y acarició la cabeza de Luffy una vez más.

—Luffy, tu madre y Ace te aman tal como eres. Y si no me crees... míralo por ti mismo.

Luffy, con los ojos nublados, siguió la mirada de Shanks hacia la costa. Allí, de pie en la playa, estaban su madre, Aurora Calypso, y su hermano Ace, junto a su abuelo , Shirohige. Todos miraban a Luffy con una mezcla de esperanza y amor incondicional.

Por un momento, una débil sonrisa cruzó el rostro de Luffy y le devolvio atodos sus sombras y le quito en veneno en su cuerpos  antes de que la falta de energía finalmente lo alcanzara. Cayó inconsciente, pero Shanks, rápido como siempre, lo atrapó antes de que golpeara el suelo.

Luffy, exhausto y emocionalmente drenado, finalmente colapsó y cayó inconsciente. Shanks, con un gran esfuerzo, levantó a Luffy y lo llevó sobre sus hombros, decidido a poner fin a la guerra y restaurar un poco de paz en el caos que había prevalecido.

—Termina la guerra ahora. Vayan, cuiden a los heridos y entierren a los caídos —ordenó Shanks a sus compañeros y a los presentes, mientras se dirigía hacia el campo de batalla con Luffy a cuestas.

El caos y la devastación de Marineford comenzaron a calmarse mientras los sobrevivientes se movilizaban para hacer frente a las secuelas del conflicto, intentando recoger los fragmentos de un mundo roto y recordar los sacrificios realizados en el tumultuoso enfrentamiento.

Mientras el sol se ponía, cubriendo Marineford con una tenue luz anaranjada, Shanks cargó a Luffy hacia la costa, donde su familia lo esperaba, dispuestos a salvarlo no solo de los enemigos que lo rodeaban, sino también del demonio que lo consumía desde adentro.

Una vez a bordo del barco de Shanks, el pelirrojo entregó a Luffy en los brazos de su madre, Aurora Calypso. Ella lo abrazó con fuerza, su expresión mezclando alivio y angustia al ver a su hijo herido y agotado. Aunque Luffy había caído en la oscuridad, aún era su pequeño, y su amor por él no había disminuido ni un ápice.

—Padre, debemos irnos ya —dijo Aurora con firmeza, dirigiéndose a Shirohige, quien estaba de pie cerca del timón, observando la devastación dejada atrás en Marineford.

—Sí, hija mía, tienes razón —respondió Shirohige con un asentimiento solemne—. Debemos tratar las heridas de mi nieto antes cuanto antes.

Sin más demora, el gran barco de Shirohige partió de las ruinas de Marineford. Las transmisiones de la guerra cesaron de inmediato; el mundo que había observado con asombro y horror el enfrentamiento, ahora solo podía especular sobre lo que ocurriría a continuación.

Navegando juntos, los barcos de Shirohige y Shanks se dirigieron a toda velocidad hacia Amazon Lily, donde las habilidades médicas de las guerreras Kuja serían esenciales para curar a Luffy. Aurora no soltó a su hijo ni por un segundo, susurrándole palabras de consuelo mientras trataba de mantener la calma. Shanks y Ace permanecieron cerca, intercambiando miradas preocupadas, conscientes de que este era solo el comienzo de un largo y arduo camino para devolver a Luffy a la luz.

El sol se escondía en el horizonte, marcando el final de un día bañado en sangre y lágrimas. Pero para Luffy, su madre, y todos aquellos que aún creían en él, una nueva esperanza estaba comenzando a nacer.

one piece alianza en la oscuridad (remake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora