Los días que siguieron a la confrontación fueron un verdadero remolino de sentimientos. Izuku y Katsuki apenas podían mirarse sin que la tensión del recuerdo los envolviera como un manto opresivo. Los pasillos de la escuela, que antes se sentían interminables, ahora parecían empujarlos inevitablemente uno hacia el otro. La atmósfera entre ellos no era algo que pudiera ignorarse. Era palpable, como un aire denso que respiraban sin querer, impregnando cada momento con incertidumbre y expectativa.
Para Izuku, esos primeros días después de la confesión fueron como caminar sobre vidrios rotos. Su mente, siempre tan activa, repetía las palabras de Katsuki sin cesar, como un disco que resonaba incluso en sus sueños. Recordaba la voz quebrada de Katsuki, sus ojos carmesí que brillaban con una sinceridad inusual. Sin embargo, las heridas seguían ahí, profundas, y no era algo que pudiera sanar de la noche a la mañana. La angustia y el dolor todavía pesaban en su corazón, y cada vez que pensaba en la posibilidad de volver a confiar en Katsuki, sentía que estaba a punto de caer en un abismo del cual no podría escapar.
Katsuki, por su parte, se sumía en la duda y la culpa. Su confesión había sido un acto desesperado, un grito de un corazón que había permanecido en silencio durante demasiado tiempo. Pero ahora, mientras veía a Izuku desde lejos, no podía dejar de preguntarse si lo que había hecho era lo mejor. El miedo de haberlo alejado aún más lo carcomía. Y dolía como la mierda. Quería demostrarle a Izuku que sus sentimientos eran genuinos, que estaba dispuesto a cambiar y a ser alguien en quien pudiera confiar. Sin embargo, las palabras se le atoraban en la garganta, y cada intento de acercamiento solo parecía empeorar la situación.
El invierno continuaba, sin intenciones de irse pronto, cubriendo la ciudad con un frío que hacía que cada respiración se transformara en una nube de vapor. Izuku caminaba por las calles, su bufanda verde rodeando su cuello, protegiéndolo del viento helado. Habían pasado semanas desde la confrontación más reciente, y aunque los golpes emocionales aún estaban frescos, había comenzado a notar pequeños cambios en Katsuki. Lo veía a menudo en el mismo parque donde solían encontrarse en su infancia, pero ahora Katsuki mantenía una distancia respetuosa, observándolo con cautela, como esperando una señal para acercarse. A veces, cuando sus miradas se cruzaban, Izuku veía una preocupación sincera en los ojos de Katsuki. Eso, aunque pequeño, era un rayo de luz en medio de la tormenta.
Ese mismo día, Izuku vio nuevamente a Katsuki sentado en uno de los bancos. Tenía las manos en los bolsillos y la mirada perdida en el horizonte. Izuku se detuvo por un momento, indeciso. Pensó en seguir su camino, evitar otra confrontación, pero algo en su interior le decía que ya era suficiente. Había pasado un gran tiempo desde que habían hablado de verdad, desde que se habían enfrentado a sus sentimientos. Y aunque no estaba seguro de lo que sentía, sabía que no podía volver a vivir evitando a Katsuki.
—¿Puedo sentarme? —preguntó Izuku, rompiendo el silencio que los rodeaba.
Katsuki levantó la mirada, sorprendido por la presencia de Izuku. Asintió en silencio, haciendo espacio en el banco para que se sentara. Izuku tomó asiento a su lado, dejando un pequeño espacio entre ellos, suficiente para mantener una distancia respetuosa, pero no tan grande como para sentirse alejados.
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On- Line || Bakudeku.
FanfictionIzuku Midoriya, un apasionado fan de All Might, encuentra una conexión inesperada en un foro en línea con "BlastKing69", un usuario anónimo que parece comprenderlo a la perfección. A medida que sus conversaciones nocturnas se vuelven más íntimas, Iz...