Capitulo 10: El precio de la verdad.

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Izuku se movia por los pasillos de la escuela como un fantasma, su mirada pérdida, su mente sumida en un caos de pensamientos y emociones

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Izuku se movia por los pasillos de la escuela como un fantasma, su mirada pérdida, su mente sumida en un caos de pensamientos y emociones. Cada paso que daba, cada persona que veía, solo servía para recordarle la revelación que había recibido aquella tarde. Desde aquel momento en que descubrió que Katsuki era BlastKing, nada había sido igual. Sus días, antes llenos de una rutina tranquila y predecible, ahora estaban marcados por una sensación constante de inquietud y desasosiego.

En las clases, su mente se perdía en pensamientos, incapaz de concentrarse en las lecciones. Miraba al frente, pero sus ojos no captaban nada de lo que veía. Cada palabra que decía el maestro pasaba por su mente sin dejar rastro. Las letras en la pizarra eran manchas borrosas, y el sonido de los lápices y bolígrafos de sus compañeros contra el papel era solo un ruido de fondo. Izuku se sentía atrapado en una especie de neblina, incapaz de escapar del dolor que sentía.

Pero lo peor, era ver a Katsuki.

Antes, había sido difícil, sí, pero siempre había una parte de él que disfrutaba de esos momentos en que sus caminos se cruzaban. Incluso cuando discutían, cuando Katsuki lo insultaba o lo empujaba, Izuku sentía una conexión, una línea invisible que los unía a pesar de todo y que pronto recuperarían lo que tenían de niños. Pero ahora, esa conexión se había roto, y en su lugar solo había un vacío que lo consumía. Cada vez que veía a Katsuki, cada vez que escuchaba su voz, varios golpes de emociones lo abrumaba: confusión, ira, tristeza. Era una mezcla tan potente que le costaba respirar.

De todas formas, él también tenía la culpa. ¿Cómo pudo haber sido tan ingenuo? ¿Cómo no pudo verlo antes? estas preguntas lo atacaban una y otra vez, buscando respuestas que no llegaban. Todo había encajado de una manera tan perfecta, tan lógica, que era difícil creer que todo había sido una mentira. BlastKing había sido su amigo, su confidente. Habían compartido secretos, sueños, miedos. Habían hablado de cosas que Izuku nunca había compartido con nadie más. Y ahora, descubrir que detrás de todo eso estaba Katsuki… era más de lo que podía soportar.

Izuku apretaba los puños con fuerza, sus uñas clavándose en sus palmas. Sentía una rabia que lo quemaba por dentro, una furia dirigida tanto hacia Katsuki como hacia sí mismo. Había confiado en él, había creído en su amistad, y ahora se sentía traicionado. Todo había sido parte de una sádica broma. ¿Se habrá reído de él todo este tiempo? ¿Habrá soltado carcajadas con sus amigos sabiendo quién era él realmente mientras él no tenía ni idea? Todo se sentía como un eco imparable que no podía silenciar.

En casa, las cosas no eran mucho mejores. Aunque su madre intentaba animarlo, Izuku apenas podía esbozar una sonrisa. Inko notaba el cambio en su hijo, pero él no estaba listo para hablar. No podía encontrar las palabras para explicar lo que sentía, para poner en palabras el enorme muro de emociones que lo consumía. Pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, mirando la pantalla de su computadora sin realmente prestarle atención. Los mensajes de BlastKing seguían llegando, cada uno con una puñalada más en su pecho.

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