Capitulo Extra: Juntos.

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Los días continuaron avanzando con la suavidad de una brisa ligera, como si el invierno decidiera mostrar su lado más amable

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Los días continuaron avanzando con la suavidad de una brisa ligera, como si el invierno decidiera mostrar su lado más amable. La nieve, que antes cubría las calles con un manto frío, comenzaba a derretirse lentamente, dejando entrever el suelo debajo, prometiendo la llegada de tiempos más cálidos. En este entorno, Izuku y Katsuki también encontraban una nueva calidez en su relación, una que florecía con cada paso que daban juntos.

Ahora, cuando se encontraban en los pasillos de la escuela, no había más espacio para la tensión o incomodidad. Al contrario, sus miradas se cruzaban con una familiaridad que hablaba de noches compartidas en confidencias y sonrisas que solo ellos entendían. Habían llegado a un punto donde el silencio entre ellos no era incómodo, sino lleno de promesas no dichas y emociones mezcladas en un bonito desastre. Era como si hubieran encontrado un ritmo propio, un entendimiento tácito que los conectaba de maneras que antes no podían imaginar.

Un sábado por la tarde, decidieron escapar de la rutina y el bullicio de la escuela. Izuku sugirió una caminata por un sendero que solía frecuentar con su madre cuando era niño. El aire fresco les golpeaba el rostro mientras caminaban lado a lado, sus manos ocasionalmente rozándose, un contacto ligero que los hacía sonreír a ambos. Habían comenzado a caminar más cerca uno del otro, sus manos encontrándose cada vez con más frecuencia, como si el frío fuera una excusa para mantenerse cerca.

—Este lugar siempre me ha calmado —comentó Izuku, rompiendo el silencio, mientras observaba las copas de los árboles, desnudas por el invierno—. Venía aquí cuando necesitaba pensar, cuando quería estar solo. Es extraño estar aquí contigo ahora, pero me hace feliz.

Katsuki asintió, su mirada fija en el camino delante de ellos. Aunque no lo mostraba tan abiertamente, estar con Izuku le traía una paz que no sabía que necesitaba. A su lado, no sentía la necesidad de aparentar ser alguien que no era. Podía relajarse, ser él mismo sin miedo a ser juzgado. Y esa sensación era más valiosa que cualquier otra cosa.

—Es bueno verte sonreír de nuevo —murmuró Katsuki, su voz baja y llena de sinceridad—. Después de todo lo que ha pasado, me alegra saber que todavía puedes encontrar momentos para ser feliz.

Izuku se detuvo, mirando a Katsuki con una sonrisa tímida. Se acercó un poco más, tomando la mano de Katsuki en la suya, entrelazando sus dedos. El contacto fue cálido, reconfortante, y una corriente eléctrica recorrió su piel. Era una sensación nueva, un toque que significaba más de lo que las palabras podían expresar.

—Tú me haces feliz, Kacchan —confesó Izuku, su voz era tan suave que apenas acariciaba el viento—. A pesar de todo lo que hemos pasado, estoy feliz de que estemos aquí, juntos.

Katsuki miró a Izuku, sus ojos reflejaban tantas cosas, tantos sentimientos. Era raro escuchar palabras tan sinceras, y más aún sentirlas tan profundamente. Sin decir una palabra, se inclinó hacia Izuku, sus labios encontrando los suyos en un beso suave y dulce. Era su primer beso, una mezcla de timidez y deseo.

El beso fue un baile lento de emociones, un intercambio de promesas silenciosas que no necesitaban ser dichas en voz alta. Izuku cerró los ojos, entregándose al momento, sintiendo cómo su corazón latía en sincronía con el de Katsuki. Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus frentes tocándose mientras se miraban a los ojos.

—Nunca pensé que podría sentirme así —murmuró Katsuki, su voz ronca—. Nunca pensé que podría tener esto contigo.

—Yo tampoco, pero aquí estamos —respondió Izuku, su sonrisa iluminando su rostro—. Y no podría estar más agradecido.

Con sus manos entrelazadas, siguieron caminando, disfrutando de la compañía mutua. Había una ligereza en sus pasos, una alegría que no necesitaba ser explicada. Cada palabra, cada gesto, era una confirmación de lo que sentían, de lo que habían encontrado el uno en el otro.

Estando juntos, el tiempo pasaba tan rápido como un suspiro. La noche cayó sobre sus hombros sin previo aviso, la última parada ese día, era el parque donde solían reunirse. El cielo estaba despejado, las estrellas brillando como diamantes sobre ellos. Se sentaron en uno de los bancos, el mismo donde habían tenido tantas conversaciones profundas, tantos momentos significativos. Izuku se recostó contra el hombro de Katsuki, sintiendo el calor que irradiaba de su cuerpo.

—Kacchan, ¿has pensado en qué nos deparará el futuro? —preguntó Izuku, rompiendo el silencio, su voz suave y llena de curiosidad—. Con nuestras metas como héroes, la escuela... a veces me pregunto cómo será todo.

Katsuki reflexionó por un momento, su mirada perdida en el firmamento estrellado.

—Lo he pensado —admitió finalmente—. Pero no me importa cómo se vean las cosas. Mientras sigamos avanzando juntos.

Izuku sonrió ante las palabras de Katsuki, reconociendo la verdad en ellas. Había tanto que no sabían, tanto que aún les esperaba. Pero ahora, con Katsuki a su lado, se sentía más fuerte, más capaz de enfrentar cualquier cosa.

—Tienes razón —dijo Izuku, su sonrisa iluminando su rostro—. Y no importa lo que venga, mientras estemos juntos, sé que podemos con todo.

Katsuki lo miró, una expresión suave en su rostro que pocas veces dejaba ver. Izuku había cambiado muchas cosas en su vida, y si había algo de lo que estaba seguro, era de que no quería perder lo que tenían.

—Entonces, sigamos juntos, ¿sí? —dijo Katsuki, su voz firme y llena de convicción—. Pase lo que pase, no importa cuán difíciles se pongan las cosas. Estoy contigo, Izuku.

Izuku asintió, sus ojos brillando con una emoción que no podía contener.

—Pase lo que pase, yo también estoy contigo, Kacchan. Ahora y siempre.

Se quedaron ahí, bajo el manto de estrellas, disfrutando de la simpleza del momento. Y en ese silencio compartido, encontraron una paz que solo podían sentir estando juntos.

Era el tipo de amor que solo surge una vez en la vida.

No podía terminar esta historia sin un besito, gracias a eso salió este extra

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No podía terminar esta historia sin un besito, gracias a eso salió este extra.

—kokkito.

On- Line  || Bakudeku.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora