3. Curiosidad.. Prohibida

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  — Si, señor. La puerta roja, y el traje azul con diseño exclusivo con el gancho negro. Entendido —comento algo entusiasmada, pero no muy convencida— me puede dar su dirección escrita, es que para tomar taxi, necesito que esté escrita —"¡WRONG!", realmente no había prestado atención, así que la necesitaba para llegar al traje, el mayor solo rio ladinamente negando levemente con la cabeza y le extendió un papel con algo escrito en ella.
Elena, sin mas se decidio a ir por aquel traje— ¿¡QUE, 190 DOLARES PARA IR HASTA ALLA?!, ay no. Ni que estuviera loca.. ¿que bus pasará por ahí? —sintió cómo un nudo se le formaba en el estómago. Gastar casi 200 dólares en un viaje de ida y vuelta no era una opción. Además, con el sueldo que había acordado, prefería no comenzar a despilfarrar en algo tan trivial. Miró a su alrededor buscando una alternativa, pero se dio cuenta rápidamente de que no había autobuses ni metro que llegaran hasta esa zona. Tomó una decisión rápida y firme: caminaría.

  La caminata no fue fácil. Atravesó el bullicio del centro de la ciudad, luego las aceras más despejadas de los barrios adinerados, donde las tiendas de lujo y los cafés de moda dominaban las esquinas. A medida que se alejaba, los edificios se volvían menos imponentes, pero más exclusivos, con altos muros y portones de hierro forjado que protegían las mansiones que se extendían a lo lejos.

  Finalmente, después de casi una hora de caminata bajo el sol y con los pies protestando en los tacones, llegó a su destino. Elena se detuvo un momento, observando la fachada de la casa de Anzhel. La propiedad se encontraba al final de un callejón rodeado de árboles altos y frondosos, que brindaban una sombra agradable pero también reforzaban la privacidad del lugar. La casa se alzaba como una estructura majestuosa y minimalista, compuesta de líneas limpias y geométricas que hablaban de un diseño moderno y de buen gusto. Era una construcción de dos plantas, con grandes ventanales que reflejaban el entorno, casi como espejos. Las paredes eran de un tono beige claro, contrastadas por detalles en negro mate que delineaban los contornos del edificio. Una gran puerta de entrada de madera oscura, pulida hasta brillar, tenía un tirador de acero inoxidable, con un diseño angular y moderno que combinaba con la sobriedad de la casa. A ambos lados de la puerta principal, unas jardineras rectangulares de concreto albergaban arbustos perfectamente podados, en tonos de verde profundo que complementaban la paleta minimalista de la casa.

  El toque más llamativo y distintivo de la propiedad eran los detalles en rojo profundo, casi burdeos, que destacaban en los marcos de las ventanas y en algunas de las columnas exteriores. Un camino de piedra oscura, bien alineado y limpio, conducía desde la acera hasta la entrada principal, bordeado por pequeños arbustos de flores blancas. El contraste de los colores —beige, negro y rojo— creaba una estética visualmente impactante, pero de un lujo discreto y refinado, muy en línea con la personalidad de Anzhel.

  Elena avanzó por el camino con pasos firmes, sintiendo la calidez de las piedras bajo sus pies. Al llegar a la puerta, notó un pequeño panel de control al lado, con un teclado numérico y una cámara. Dudó un momento antes de presionar el botón de llamada. Una voz automática, fría y femenina, se escuchó desde el intercomunicador:—Por favor, identifíquese.—Elena, de Mitzzi. He venido a recoger un traje para el señor Hvorovstovsky —respondió, manteniendo su voz firme y clara. Tras unos segundos de silencio, un leve clic indicó que la puerta se había desbloqueado. Elena empujó la puerta con cuidado y entró en el vestíbulo.

  El interior de la casa era tan elegante y minimalista como su exterior. Los suelos de mármol blanco pulido brillaban bajo la luz suave que se filtraba a través de los ventanales. Las paredes eran de un tono beige claro, casi crema, con paneles de madera oscura en ciertos lugares que aportaban calidez al espacio. Muebles de líneas rectas, de tonos oscuros y con detalles en metal, se distribuían de manera que parecían formar parte del propio diseño de la casa. Unas pocas obras de arte modernas, abstractas, colgaban de las paredes, todas con toques de rojo y negro que destacaban sobre el fondo neutro.

Sutilmente Encadenada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora