5. Entre Lujo, Celos y Deseo

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La cena en el restaurante de lujo continuó en una atmósfera de exclusividad y poder. La alta sociedad del mundo de la moda se encontraba reunida en ese salón, y cada rincón estaba lleno de conversaciones en susurros sobre las últimas tendencias, alianzas estratégicas y rumores que solo aquellos en el círculo interno podían entender. Era más que una cena, una reunión donde las grandes mentes y líderes del mundo de la moda se congregaban para hablar de negocios, alianzas y estrategias futuras. Elena, a pesar de su inexperiencia en estos eventos, no pudo evitar sentir una mezcla de fascinación y vértigo. Observaba con curiosidad cómo los invitados, muchos de ellos leyendas vivientes del diseño y la alta costura, charlaban animadamente alrededor de las mesas elegantemente decoradas. No pasó mucho tiempo antes de que reconociera algunas caras: la famosa directora creativa de una marca de lujo italiana, un magnate de la moda asiática con su séquito, y una figura influyente de la industria que había revolucionado el concepto de sostenibilidad en el diseño.

El restaurante se encontraba en la cima de un rascacielos, con enormes ventanales que ofrecían una vista panorámica de la ciudad iluminada. Las paredes estaban adornadas con obras de arte moderno, mientras que el techo, un dosel de vidrio iluminado, reflejaba la luz de las lámparas de araña doradas que colgaban sobre cada mesa. El suelo de mármol negro y blanco brillaba bajo los pies de los asistentes, reflejando la opulencia del lugar. Elena observaba con atención cómo Anzhel interactuaba con los otros invitados después de haber cenado. Estaban rodeados por los nombres más importantes de la moda, ejecutivos de marcas internacionales, diseñadores famosos, y modelos de renombre. Anzhel, con su imponente presencia y su elegante traje azul, se movía con una seguridad natural, aunque siempre con ese toque de sarcasmo que lo caracterizaba. Incluso cuando alguien lo interrumpía, lograba mantener el control de la situación, respondiendo con comentarios agudos y una sonrisa que nunca alcanzaba sus ojos.

En un momento dado, ella vio a Cía Jay, su compañera y amiga, conversando animadamente con un hombre de una conocida marca francesa. Él, un diseñador con una reputación de ser tan talentoso como excéntrico, parecía estar profundamente interesado en lo que Cía decía. Aunque le resultaba curioso, Elena decidió no prestar demasiada atención, asumiendo que Cía sabía manejarse en ese entorno mejor que nadie.

Mientras observaba la escena, un hombre se acercó a su mesa. Era alto, con una sonrisa encantadora y un aire de confianza que delataba su posición en ese mundo. Se inclinó ligeramente hacia Elena, su mirada fija en ella como si fuera la única persona en la sala—Disculpa, ¿te gustaría bailar? —preguntó con una voz suave y persuasiva, extendiendo una mano hacia ella. Elena, sorprendida por el repentino gesto, se sintió halagada. Miró de reojo hacia Anzhel, que estaba aún en su conversación, y pensó que un poco de diversión no le haría daño.  La expresión de Anzhel cambió sutilmente, el la volteo a ver a ella, conectando sus miradas, su sonrisa se tensó y sus ojos se oscurecieron por un instante. Sin embargo, no dijo nada, limitándose a asentir con una leve inclinación de cabeza.

Sonrió al hombre y aceptó su mano, sonriendole le siguio hasta la pista de baile, que se encontraba en el centro del salón. La música suave, interpretada por una pequeña orquesta, llenaba el aire con una melodía romántica. Mientras danzaban, el hombre la guiaba con habilidad, moviéndose con una elegancia que solo alguien acostumbrado a estos eventos podría tener. Pero, de un momento a otro la música cambió al ritmo de un bolero lento, y el hombre la guió con destreza hacia el centro de la pista de baile. <<Este desconocido, baila demasiado bien. ¡Y que encantador que es!>> Pensó,  se dejó llevar, disfrutando del momento. Mientras giraban lentamente bajo la luz tenue de los candelabros, sentía la mirada de Anzhel desde el otro lado del salón. Un vistazo furtivo hacia él confirmó lo que sospechaba: había tensión en su rostro. Sus labios estaban apretados en una fina línea, Su mandíbula estaba apretada, y aunque mantenía su postura relajada, había algo en su mirada que delataba su molestia. A pesar de estar rodeado por otros ejecutivos y diseñadores, su atención parecía completamente enfocada en ella.

Sutilmente Encadenada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora