Después de que Anzhel se fue, la casa se sumió en un silencio profundo, tan denso que cada ruido parecía resonar en eco. Elena terminó su desayuno lentamente, disfrutando de la paz del lugar. Con algo de cuidado, se levantó y llevó los platos hasta el fregadero. Su tobillo aún le dolía, pero no quería dejar un desorden en la cocina de Anzhel. Cada movimiento era lento y preciso, apoyándose en el borde de la encimera cuando el dolor se intensificaba, mientras Salomón, el gato negro, la observaba desde la entrada de la cocina con sus ojos amarillos, brillantes y fijos.
Tras lavar la vajilla, se acercó a Salomón y se inclinó con una sonrisa; Él, elegante y sigiloso, dio un par de vueltas a su alrededor antes de restregarse contra sus piernas, como si entendiera que necesitaba un poco de compañía. Se sentó con él en su regazo en el enorme sofá de la sala, acariciándolo y sonriendo cada vez que Salomón emitía suaves ronroneos, hasta que el cansancio de la tarde y el dolor de su tobillo comenzaron a pesarle.
Acomodándose bien a bien en el sofá, encendió la televisión y, después de navegar un rato por aquellas famosas plataformas, se decidió por ver Shadowhunters, su serie favorita. Justo cuando la trama alcanzaba un punto de tensión, y la oscuridad y el suspense llenaban la pantalla, recordó que ya se acercaba la hora de comer. Abrió la aplicación de comida en su celular y pidió algo sencillo, esperando que llegara pronto. Cuando finalmente presionó "solicitar pedido", la notificación de confirmación parpadeó en la pantalla, seguida de un mensaje de que su pedido estaría en proceso. Cerró la app y se recostó, relajándose por un buen momento.
Pasadas las horas, el sonido de una llamada rompió el ambiente tranquilo de la sala. Miró la pantalla de su celular, que vibraba suavemente, y vio que no había ningún número identificado; solo aparecía "Número desconocido". Intrigada y un poco desconcertada, deslizó el dedo para contestar.
— ¿Hola? —preguntó, su voz suave pero curiosa.
No recibió respuesta. Solo un silencio helado, tan profundo que podía jurar que escuchaba su propia respiración. Frunció el ceño, sintiendo un extraño escalofrío recorrerle la espalda. Observó su teléfono despegándolo de su oído, extrañada. ¿Habían colgado o se había cortado?; pregunta que paso por su mente al mirar el teléfono, pero no. La llamada seguía corriendo.
— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —repitió, más fuerte esta vez, pero lo único que respondió fue un silencio aún más pesado, casi opresivo.
Se quedó unos segundos esperando, conteniendo la respiración, una vez mas lo encendió y observó, si no habían terminado la llamada desde la otra línea.. así que finalmente colgó y dejó el celular a un lado, confundida. Trató de relajarse de nuevo, pero la llamada le había dejado una inquietud inexplicable
Elena, aún con el eco de ese ringtone en su mente, se dispuso a centrarse en su serie favorita de nuevo. La casa, que antes le parecía un espacio amplio y acogedor, comenzaba a llenarse de sombras inquietantes. Sin saber qué hacer, sus ojos escudriñaron los rincones, captando cada sonido, cada detalle; el tic tac del reloj, el murmullo sutil de los árboles afuera.
El timbre de la casa se hacía presente por primera vez, del susto, dio un pequeño salto, su corazón martillando en el pecho. Recordó que para abrir la puerta principal debía pasar antes por la caseta de seguridad, donde había un intercomunicador con cámara que le permitiría ver desde adentro quién estaba al otro lado de la verja. Cuidando no hacer ruido, Elena avanzó hacia la caseta, sintiendo cada latido en sus oídos como un tambor incesante.
Se inclinó hacia la cámara y encendió la pantalla, esperando ver al repartidor de comida. Pero al observar la imagen de la entrada, un estremecimiento helado la recorrió. La reja estaba vacía, el camino vacío; no había nadie.
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Sutilmente Encadenada.
FanficElena Brinham, una joven veinteañera, sin empleo y sin rumbo en su vida. Recién egresada y sin experiencia en contabilidad.. Después de una serie de fracasos y rechazos, comienza a perder la fe en sí misma y en su capacidad para triunfar. "Que tan m...