Parte 5: ¿me contarás otra historia?

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SEBASTIÁN CÓRDOVA

Comenzó el entrenamiento, el cual sería junto a las chicas de femenil. No me molestaba.

Tn se la pasó con la entrenadora, observándonos atentamente mientras comentaban cosas que no podíamos escuchar. De vez en cuando cruzábamos miradas, a lo que ella sonreía y yo me ponía nervioso. 

Estábamos practicando cuando siento un golpe muy fuerte en el estómago, me incliné mientras sentía que me faltaba el aire. Gignac y el entrenador se acercaron para preguntarme cómo estaba, a lo que respondí que bien, pero me mandaron a sentarme un rato en lo que me recuperaba. 

Los entrenadores del femenil y varonil fueron al campo para dar instrucciones. Pasé junto a Tn, quien me miró fijamente y comenzó a silbar una canción que no conocía.

-¿Estás bien, Córdova? -preguntó Tn una vez que dejó de lado lo que hacía anteriormente.

-Sí, no te preocupes -dije mientras me sentaba a recuperar el aliento-. No sé qué me pasa, juro que no siempre juego así de mal -añadí apenado.

Ella permaneció unos segundos y luego sonrió. Me miró fijamente con esos ojos tan profundos, haciéndome desviar la vista. No sé qué tenía esa chica, porque me agradaba, pero me ponía nervioso.

-Lo sé, no te preocupes, Sebastián -dijo con amabilidad.

TN 

-¿Te sientes mejor? -le pregunté al chico.

-Sí, no fue nada -dijo intentando ocultar lo avergonzado que se sentía de que un pelotazo que no vio lo mandara a descansar.

Se veía tierno así de apenado. Me caía bien, se notaba que no lo decía por vanidad, sino porque de verdad intentaba ser mejor futbolista. Tenía una actitud humilde, eso me sorprendió bastante en un deportista de su categoría, teniendo en cuenta que incluso mi hermano se ponía arrogante algunas veces.

-¿Crees que si te doy otro balonazo, te dejen salir temprano? -dije bromeando, él me miró sorprendido.

-¿Y por qué esas ansias por pegarme? -preguntó riendo.

SEBASTIÁN CÓRDOVA

-Para que vayamos por ese café que prometiste, tengo hambre -dijo mientras llevaba una mano a su estómago, sin despegar la mirada de las chicas, quienes estaban practicando los pases-. No te preocupes, prometo no descalabrar esa carita de príncipe encantador -dijo riendo, luego me miró y guiñó un ojo.

Sentí que mis mejillas se ponían un poco rojas. Abrí los ojos como platos, sin poder despegar la vista de esa chica. A veces creo que no la comprendo, tampoco lo que siento cada que me mira o la tengo cerca.

-Córdova, ¿viniste a entrenar o ligar? -me gritó Ozziel riendo.

Tn rio y rodó los ojos, yo estaba que me moría de vergüenza.

-Creo que tus compañeros ya te extrañan, Sebastián.

-Sí, hasta al rato.

Ella me respondió con una sonrisa. Yo fui corriendo al lado de mis compañeros, quienes me miraban riendo.

-No pierdes el tiempo, Sebas -dijo nuevamente Ozziel.

-Creímos que te gustaban las niñas bien -dijo Marcelo sonriendo.

-Pero está muy bonita la chica, Córdova tiene buenos gustos -dijo Ibáñez.

-No me gusta, sólo me cae bien -dije con normalidad mientras me integraba al entrenamiento.

Estuvimos así un rato más, hasta que terminó el entrenamiento. Rápidamente fui a los vestidores para cambiarme. 

-¿Tienes prisa, Sebas? -me preguntó Brunetta.

-Algo así -dije mientras me abrochaba los tenis. 

-De seguro te vas con la americanista -dijo Ibáñez con una sonrisa malvada.

-Las del femenil te van a matar, mejor ándate con cuidado -bromeó Diego.

TN

La entrenadora y yo estuvimos platicando sobre los puntos fuertes y débiles del equipo, después me pidió que investigara a los próximos contrincantes del club. Así finalizó mi jornada laboral de ese día, así que sólo me quedaba esperar a Sebastián. 

Estaba sentada en la misma banca donde estaba Córdova sentado el día anterior, ya que desde ahí podría verlo salir de los vestidores. Algunas chicas del femenil pasaron, mirándome de mala manera. Una parte de mí decía que necesitaba decirles algo por comportarse así, pero otra decía que no tenía ganas, además de que me metería en problemas debido a que ahora trabajo para el club, aunque no nos agrade mucho la idea.

-Hola, eres Tn, ¿cierto? -dijo con algo de timidez una chica rubia.

-Hola. Sí, soy yo -respondí con indiferencia.

-Me llamo Tatiana, quería darte la bienvenida. Yo tampoco llevo mucho en el club, sé que es duro -dijo la rubia con las mejillas algo rositas.

Acercó su mano a la mía, intentando que se la estrechara. La miré fijamente unos segundos, después noté que Greta y otra de las chicas nos miraban desde lejos mientras cuchicheaban algo. Correspondí al gesto de esa chica rubia.

-Mucho gusto, Tatiana... Pero no deberías estar aquí, ellas no se lo tomarán bien -dije lo último en voz un poco más baja, dándole a entender que sus compañeras estaban cerca.

-Sería cruel dejarte sola... No he visto que te juntes con otra chica -dijo la chica algo apenada.

Me percaté de que se le dificultaba un poco hablar, supuse que no dominaba por completo el español.

-Gracias, pero no necesito tu caridad, linda -respondí todavía con normalidad.

Tatiana se puso roja y negó con la cabeza.

-No es eso... Simplemente quería platicar contigo, lamento si dije algo malo. 

-No lo hiciste -dije sonriéndole, intentando que se le quitara lo nerviosa.

Cruzamos miradas. Me sentí mal por ponerme tan hostil con Tatiana, pero no sabía si confiar en ella, ya que quizá las demás del club ya le habían hablado mal de mí, tal vez estaba ahí conmigo por orden de las otras, que querían saber algo. Aunque, por otro lado, era malo juzgarla sin conocerla.

-Podemos hablar cuando quieras, Tatiana... Sólo no le digas a las demás; no les agrado, así que no quiero que ahora les caigas mal por mi culpa -le dije con media sonrisa.

Ella asintió, luego se despidió y se fue. Algunos chicos y chicas se fueron también, hasta que finalmente miré a Sebastián, caminando con una sonrisa en mi dirección.

-¿Nos vamos? -preguntó Sebastián llevando una mano a su nuca.

Asentí y comenzamos a caminar hacia el estacionamiento.

-¿Hoy me contarás otra historia de una chica misteriosa? -dijo él sonriendo, aunque ya sabía que la protagonista era yo.

-Lo voy a pensar.


Contando ovejas (Sebastián Córdova)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora