Parte 24: aún no llega el final

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TN

-Perdón -dije bajando la mirada.

Sebastián colocó una mano a un costado de mi cuello y se acercó a dejar un beso en mi frente. Realmente ese chico era un amor, nunca me había sentido tan querida por alguien que no fuera Chicote, mi mundo era otro cuando estaba cerca de Córdova.

-Deja de preocuparte, guapa. Cuando mejores no va a tardar algún club en contratarte, por ahora ocúpate de descansar.

-Tal vez me meta a trabajar en otra cosa -dije algo insegura.

Sebastián me miró sorprendido.

-¿Y eso? -preguntó notoriamente confundido.

-Es que llevo mucho tiempo sin jugar... No jugaré igual que antes, y no quiero decepcionar a nadie ni estarme aferrando a una etapa de mi vida que ya terminó -expliqué algo decepcionada.

Córdova se me quedó mirando algo decaído. Esos ojos cafés expresaban tanta tristeza que me la contagió con tan solo un par de segundos de mirarlos.

-¿Sabes algo? Una chica muy linda le contó una vez a una niña una historia sobre una muchacha que pasó por muchas dificultades, pero logró cumplir su sueño y jugar en primera división... Pareció motivar mucho a la niña, así que no debería darse por vencida esa chica misteriosa -dijo mi novio, recordando la vez que le conté mi vida a la hija de la entrenadora.

-Sí, eso dije. Aunque la historia habría sido completamente diferente si le hubiera contado el final, pero el punto no era deprimir a la niña -dije algo triste.

-Aún no llega al final, Tn... Eres una gran chica, bastante talentosa, dejas el corazón en lo que haces y eres demasiado maravillosa como para rendirte -dijo Sebastián tomando mis manos y mirándome a los ojos fijamente.

Como ese chico no existen dos en el mundo, es simplemente perfecto. No existe nadie más que me haga sentir tantas mariposas, felicidad y seguridad. Sebastián a mi lado es todo lo que necesito en mi vida, y tenía la certeza de que él estaría conmigo siempre.

-Te amo mucho, güerito oxigenado -dije mientras me acercaba a dejar un beso en su mejilla.

-Yo también, cholita Calderón -dijo con una sonrisa.

-Ya búscame otro apodo, Córdova, me siento discriminada con ese -bromeé riendo.

-¿Qué tiene? Así me gustas: con cara de que me vas a asaltar -bromeó abrazándome y dejando un beso en mi mejilla.

Lo miré mal y él rio.

-Quítate, estoy enojada contigo -bromeé riendo.

-No es cierto, guapa. Eres demasiado hermosa, sin importar qué ropa lleves o qué tatuajes te pongas -dijo sonriéndome con dulzura.

Luego de eso, se acercó y juntó sus labios con los míos. Realmente podía sentir mi corazón acelerarse cada que se acercaba a mí, y aún más cuando sentía sus suaves labios estampándose con los míos.

Después recargué mi cabeza en su hombro y estuvimos un rato más mirando la tele, hasta que me dio algo de sueño y comencé a bostezar. Sebastián notó eso y se levantó de la sala, luego tomó mi mano y caminamos hacia su habitación, donde me preguntó si ocupaba ropa, ya que no había llevado ninguna maleta ni nada. Le respondí algo apenada que sí, por lo que hurgó entre su guardarropa en busca de una camiseta para prestarme.

-Ya se te hizo costumbre viajar sin maletas, ¿no? -preguntó riendo.

Era verdad, cada que me mudaba, lo hacía comenzando de cero.

-Esta vez lo hice porque mi plan era venir solamente a formar un acuerdo con Tigres y luego volver por mis cosas, pero no se pudo -dije encogiéndome de hombros.

Mi novio me entregó su camiseta y me indicó dónde estaba el baño, para que así pudiera cambiarme. Lo hice y salí, encontrándome con él mirando su celular, esperando a que saliera para ahora cambiarse él. 

Me acosté en su cama para esperarlo y despedirme antes de irme a la habitación de visitas, pero tenía tanto sueño que me estaba quedando dormida.

-Guapa, ¿ya te dormiste? -escuché que preguntó Córdova después de un rato.

-No, te estaba esperando -respondí algo somnolienta.

-Si quieres quédate aquí y yo duermo en la otra habitación, porque ya te veo muy a gusto -dijo Sebastián sonriendo.

Se acercó para acomodar mi cabello y dejar un beso en mi frente, aproveché para tomar su mano, para así poder jalarlo un poco.

-Quédate -pedí haciendo un puchero-. Aquí cabemos los dos, amor -dije antes de bostezar nuevamente.

Las mejillas de mi novio se pusieron rositas y negó con la cabeza. Luego de eso, me incorporé, le di un corto beso en el cachete a Sebastián y me dirigí a la puerta de su habitación.

-Buenas noches, Sebas -dije mientras salía.

Me interrumpió la mano de Córdova, que tomó la mía y me jaló con suavidad en su dirección. Luego me encaminó nuevamente a la cama y se acostó, yo nada más me senté en una esquina y lo miré sonriendo.

-Tranquilo, Córdova -dije riendo-. Si no quieres no.

Volvió a tomar mi mano y me jaló hacia él, así que quedamos abrazados sobre su cama.

CHICOTE CALDERÓN

A la mensa de mi hermana la corrieron de Tigres, así que había regresado a Monterrey para explicarles la situación. Lamentablemente, me dejó con la incertidumbre durante todo el día, porque no me llamó para contarme qué le habían dicho.

-¿Siempre cómo le fue a Tn con lo de su trabajo? -me preguntó Brian intrigado.

-No sé, no me llamó ayer -respondí.

-¿Y por qué no la llamas tú? -preguntó Kevin.

-Porque de seguro se cruzó con el Córdova y por eso se le olvidó que existo. No le voy a arruinar su momento de ligar -expliqué con obviedad.

Justo cuando dije eso, mi celular comenzó a sonar, era mi hermana. Respondí, le pregunté cómo le había ido en el vuelo y con lo del trabajo, ella me contó que no tan bien.

-Cristian, quería pedirte un favor -dijo algo apenada.

-Lo que quieras, Tn.

Contando ovejas (Sebastián Córdova)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora