Capítulo 21: Dejar el mundo atrás

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Angie


Los fuertes golpes en la puerta de la casa me despertaron de un profundo sueño a la medianoche. Tomé una fina bata, cubriendo mi desnudez con ella, para salir de mi habitación rumbo al pasillo. La figura de Vladimir se adelantó a cada uno de mis apresurados pasos, para recibir él personalmente a los inesperados invitados.

Mi mejor amiga entró a la casa cubierta por una cobija teñida de sangre. Su madre la abrazaba fuertemente. Me quedé inmóvil, viéndola con la mirada perdida absorta en un extraño trance. Vladimir la sostuvo en sus brazos y la ayudó a sentarse en el sofá.

Caminé hasta ella, despertándome por completo finalmente, para acunarla en mi pecho. Sandra caminó hacia la cocina en busca de un vaso con agua. Con paciencia, logró que su hija bebiera algunos sorbos mojando sus agrietados labios. Algo terrible, había sucedido esa noche.

La escolta de Claudia, media docena de imponentes rusos, se presentó en la sala para narrarle a su jefe lo sucedido. Hablaban en su idioma de origen, alterados y a la vez temerosos del peligro. Ida estaba ilesa, a pesar de la sangre que manchaba su pillama de noche. Pude comprobar que aquella sangre no le pertenecía, por lo que deduje que alguien había sido lastimado esa noche.

—¿Qué ha pasado?—Me atreví a preguntar preocupada. Tanto misterio, estaba ahogándome en una profunda incertidumbre.

Sandra cubrió su rostro y sollozó sucumbiendo a los acontecimientos de la noche. Ella, estaba más asustada que su propia hija. La mujer más valiente del mundo se mostraba como una pequeña niña indefensa.

—Tres hombres armados se metieron en la casa... Al parecer, querían matarme—Susurró Claudia, tomando mi mano con fuerza después de semejante declaración. El impacto de la horrible noticia, me hizo entender el peligroso mundo en el que vivía Viktor. La vida a la que se enfrentaba Vladimir también—. Los chicos de Vlad lograron desarmarlos. Uno de ellos se coló en mi habitación... Gracias a Dios, que la policía llegó a tiempo.

—Necesitamos dejar la ciudad lo antes posible...—Intervino Vladimir, permitiendo que sus hombres montaran guardia fuera y dentro de la casa en puntos estratégicos. Al parecer, la víbora de la madre de Viktor, sabía hasta el más minúsculo detalle de la vida de Claudia. Su dirección, familia y amigos. Lugares seguros en los cuales podría encontrar refugio—. Bruno me ha puesto en contacto con un amigo suyo que tiene una casa de renta en Santa Marta, cerca de la playa. Es un lugar apartado. No pienso que Verónica nos encuentre allá.

—Vamos, Claudia... Necesitas darte un baño y cambiarte de ropa—Le indiqué a mi amiga, sosteniéndola por los antebrazos para llevarla rumbo al baño. Estaba al igual que ella atemorizada. En el pasado, Verónica había enviado a un grupo de hombres a golpear y abusar de Claudia con tal de darle una lección por despreciar a su hijo de forma altanera. Esta vez, había sido mucho peor—. Ven con nosotras, Sandra. Ayúdame a preparar una maleta de viaje para su hija.

—Nos vamos todos, Angélica...—Murmuró Vladimir con voz autoritaria, manifestando una firme orden que no daba lugar a réplica—. Estoy convencido de que Verónica va a hacer todo lo posible por lastimar a Claudia. Eso implica a las personas que más ama.

—Pero... ¿Y el trabajo-o?—Tartamudeé nerviosa, al ver la posibilidad de perder mi fuente de ingresos nuevamente.

—El trabajo es lo de menos, Angie... Ven con nosotros, por favor. No quiero que nada malo te pase por mi culpa—Suplicó Ida, con lágrimas en los ojos.

La fortaleza que quería transmitir en ese momento estaba flaqueando. Abracé con fuerza a mi mejor amiga y asentí enérgicamente con la cabeza para darle mayor tranquilidad. Sandra me ayudó con Ida en el baño y juntas, preparamos un pequeño bolso con las cosas más necesarias para un viaje de emergencia.

Habanera (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora