Capítulo 15: Celos

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Angie

En la nebulosa de mi mente, había sentido algo duro en la parte baja de mi espalda. Me removí, intentando volver a conciliar el sueño. Sentía unos fuertes brazos a mi alrededor, mientras una respiración sagaz me hacía cosquillas en el cuello. Debía ser un sueño, un magnífico sueño. Sin embargo, unos dedos se afianzaron con fuerza a mi cadera.

Solté inconsciente un gemido, volviendo a removerme intranquila. Algo adormilada, comencé a abrir lentamente mis ojos. La luz del sol se colaba ppr las viejas ventanas. Amanecía, lejos en el horizonte. Era hora de despertarme.

-Angie...-Sentí una voz áspera susurrar en mi oído. Un escalofrío recorrió mi espalda. Estaba soñando definitivamente. Solamente podía ser un sueño húmedo-. No te muevas así, Angie. No lo hagas, por favor.

-¿Vladimir?-Al escuchar su profunda voz, terminé de abrir mis ojos azorada. Estábamos acostados en la cama, de cucharitas. Él abrazándome protector, manteniendo su cuerpo afianzado al mío-. ¿Te quedaste toda la noche?

-Sí...-Respondió inocente, a la vez que yo me volteaba para mirarlo. Nunca antes un hombre tan magnífico como él había amanecido en mi cama-. Me quedé dormido. Disculpa, si te molesté. No era mi intención.

-No-o te preocupes...-Murmuré algo cohibida. Su erección matutina me había despertado. Algo curiosa, bajé la mirada hasta la zona sur de su cuerpo y debajo de las sábanas, continuaba formándose una casa de campaña-. ¿Está todo bien allá bajo?

-Angie...-Susurró, siendo testigo de mi lasciva y hambrienta mirada. Mordí mi labio inferior a la vez que él se acercaba lentamente a mi rostro. Nunca antes había deseado besarlo con tanta necesidad.

Estábamos a unos pocos centímetros, cuando mi celular comenzó a sonar. Nos apartamos al instante, posicionándonos cada uno en el otro extremo de la cama. Era Claudia, quien llamaba. Debía haber intuido algo.

Contesté al intante, carraspeando incómoda. A mi lado, Vladimir se levantó de la cama y salió de la habitación. Pude ver su espalda ancha perderse en el pasillo. Llevaba solamente puesto un par de pantalones de yoga y andaba sin camisa.

Algún demonio se tuvo que haber apoderado de mi cuerpo. Casi nos habíamos besado. ¡Casi de no ser por la entrometida de Claudia!

-¿Sucede algo?-Preguntó de la nada, sin saludos cordiales de buenos días. Normalmente, siempre contestaba al instante todas sus llamadas-. Te escribí anoche. No me respondiste. ¡Quedamos en que ibas a escribirme luego de que llegaras a casa!

-Buenos días para ti también, Claudia-Le recriminé, ganándome un suspiro extenuante como respuesta-. Estuve toda la tarde acomodando la casa. Vladimir y yo terminamos demasiado cansados. Lo siento, no sucederá más.

-Estaba preocupada-Se sinceró. Me sentí mal por haberla preocupado en vano. Sin embargo, me advirtió por décima vez desde que había regresado a casa-. No quiero que te involucres más de lo permisible con Vladimir.

-¿Cuántas veces me vas a repetir lo mismo?-Le reproché, levantándome de la cama y caminando en dirección al baño. En cuanto me vi al espejo, lamenté que Vladimir me hubiese visto en semejantes condiciones. Sin nada de maquillaje, con el cabello revuelto y ojos hinchados del llanto-. No estoy interesada en Vladimir, entiéndelo. No quiero nada con él. Somos amigos-Me atreví a mentirle.

-No quiero que salgas lastimada nuevamente, Angie-Mi amiga suavizó su tono y me hizo comprender lo tonta que había sido al dejarme arrastrar por un simple deseo-. Nos vemos luego, paso esta tarde a verte.

-Te esperaré entonces-La despedí colgando la llamada. Me miré nuevamente al espejo y reflexioné sobre la advertencia de Claudia.

«¡Debes estar loca, niña tonta!», me lamenté dando unos golpecitos en el lavado. Había sido un error compartir mi cama aquella noche con Vladimir. A pesar de las pesadillas, tuve que haberme negado a que me consolara.

Habanera (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora