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Por favor, por favor, por favor. . .

No vengan. . .

Por favor. . .

Siente sus dientes castañar por el frío; su don ha sido suspendido temporalmente para evitar que él pueda evitar ayudar a los villanos si cambiaba de elección. Gracias a eso se está congelando por el frío de la madrugada y por la lluvia que cae sobre él.

Sus manos tiemblan dentro de sus bolsillos, donde deberá esconder las esposas supresoras de dones alrededor de sus muñecas para que ni uno de ellos note que se trata de una trampa.

Tuvo que enviarles un mensaje pidiéndoles verse; no hubo más respuestas a partir de ese mensaje, no supo si aceptaron o si los leyeron siquiera, pero ahí estaba, empapándose hasta los huesos por la lluvia.

Hay un crujido a sus espaldas, y rápidamente se da la vuelta para ver quién es. Sus ojos se encuentran con él aguamarina de Dabi; fríos, serenos y profundos. El brillo en ellos es una advertencia silenciosa que Shouto muy bien conoce.

Él lo sabe.

Mira detrás de Dabi, buscando a Tomura, pero él no está ahí, solo Dabi, nadie más. Ellos lo saben o al menos lo predicen, tienen idea de lo que va a pasar, y aún así, él ojiturquesa está ahí, caminando lentamente hacia él.

—¿Dónde está Tomura? —pregunta con nervios, esperando no ser tan obvio con su inquietud de saber dónde está el peliazul.

—Aquí no está.

—«Ya lo sé, no soy idiota.»

Shouto aprieta los puños dentro de sus bolsos, temblando levemente por el frío y también por los nervios. Quiere llorar, huir de ahí y vivir bajo una piedra, es mejor que tener que entregar a la persona que ama a base de mentiras y engaños.

—¿Por qué querías vernos? —Dabi se detiene a unos cuantos pasos, tomando una distancia de dos metros. Es precavido en cada uno de sus movimientos—, creí que los héroes te habían arrestado.

—Necesitaba saber que estaban bien —contesta. Siente que la lengua se le pega al paladar de lo seca que tiene la boca—. No habíamos hablado desde el incidente en el departamento. . .

—Era por mero cuidado, no porque quisiéramos alejarnos —le responde Dabi tranquilamente, con su mirada viajando a los alrededores—. Supusimos que los héroes te habrían atrapado e interrogado —la mirada de Dabi regresa a su rostro rápidamente—. ¿Lo hicieron?

Pasa saliva duramente, bajando rápidamente la mirada al suelo. Las gotas de agua caen sobre el charco a su alrededor y salpican sus pantalones. El sonido de la lluvia es cada vez más bajo, pero amortigua el sonido de su nariz siendo sorbida.

—Shouto, ¿lo hicieron? —repite Dabi.

Parpadea unas cuantas veces cuando siente que las pestañas se le mojan de lágrimas. Siente que su respiración se acelera, y que el cuerpo comienza a temblarle de miedo y ansiedad. Ese no era el momento, pero su mente quería jugarle una mala broma, cortándole la respiración y haciéndolo perder fuerza.

Un ataque de ansiedad. Maldita sea.

—¡Shouto! Tienes que calmarte, joder —no sabe en qué momento Dabi llegó frente a él, pero ahora sus manos lo sostienen por ambos brazos y lo agita ligeramente. Levanta la cabeza, encontrándose con el rostro serio y preocupado de Dabi—. Respira.

Sigue sus instrucciones; toma bocadas de aire de 3 segundos y luego exhala, comienza a hacerlo repetidas veces, mientras siente el calor de las palmas de Dabi acariciar su piel incluso por encima de la ropa. Sólo quiere ayudarlo a calentarse por el frío de la madrugada y de la lluvia.

Misión Fallida;  DabiShigaTodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora