Una simple misión acabará en una noche de pasión, antes de que él terminará involucrado con ese par de villanos más allá de lo debido.
¿Una relación sexual simplemente? Sí como no.
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→Ship principal; DabiShiga...
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Dabi observa por la ventana de la cocina, con la mirada perdida y los ojos cansados. Las gotas de agua resbalan por el cristal de manera constante y lenta, como si esa fuera su manera de acabar con su poca paciencia.
El clima parece cooperar con su estado de ánimo.
—Lo dejaste ir —afirma Tomura, jugando con el ramen en su plato—. Después de mantenerlo encerrado por semanas, un día, simplemente decides dejarlo ir.
—¿Y qué carajos tenía que hacer, entonces? —Cuestiona fríamente, sus ojos mirando directamente a Tomura—. Él ya me odia, y eso no puedo cambiarlo.
—Solo porque te odia, ¿decidiste dejarlo ir? ¿No era que querías protegerlo de los héroes para que no acabará en el Tártaro? —Le recuerda. Comienza a sorber sus fideos, disfrutando el sabor—. Eres patético.
—Deja de molestarme —gruñe, levantándose de la silla para salir de la cocina.
Tomura silva, antes de hablar.
—Él se fue hace más de diez horas, pero aún no sale en las noticias —la información hace que Dabi se detenga, mirándolo—. Volverá aquí pronto.
—¿Por qué piensas que volverá?
—Aunque él te odia, no puede vivir sin ti, ni tú sin él. Es esa dependencia grave que las personas desarrollan por alguien, hasta que la dependencia se vuelve obsesión. ¿Por qué crees que jamás se fue de tu lado, incluso en los momentos más horribles? —Inclina la cabeza y alza una ceja, mostrando su punto—. Regresará, es psicóloga inversa; lo dejaste escapar tan fácil que volverá aquí porque no lo aceptará.
Dabi chasquea los labios con desagrado y le da la espalda, metiendo las manos a sus bolsillos.
—Estás loco —espeta.
Y solo da un paso, antes de que haya golpes en la puerta principal del que antes fue un bar. Dabi se queda quieto, como si el más mínimo movimiento o sonido revelará quiénes están dentro. Dió una mirada a Tomura, quien solo siguió comiendo como si nada.
Su poca relevancia le hizo pensar quién podría estar afuera.
—Abre o va a morir resfriado ahí afuera —alega Tomura, sin siquiera verlo.
Frunce el ceño y decide asomarse por la mirilla vieja de la puerta, sorprendido por ver a Shouto al otro lado de la puerta.
Abre al instante, sin pensar demasiado en lo peligroso que eso pudo ser, pero no es que le importe, en ese momento, solo quería ver a Shouto y reconocer que no es alguna imaginación suya.
—¿Shouto? —Pregunta con incredulidad, aunque la pregunta es si es muy estúpida.
Shouto está empapado por la lluvia, con agua escurriendo por todo su cuerpo. Tenía las mejillas rojas por el frío, y todo su cuerpo temblaba.