Mendigo

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Alipori sentí por él, ¡era un baldragas!

No tenía sentido todo lo que pasaba a su alrededor.

Postrado sin hablar, aún ofreciéndole ayuda, no quería avanzar.

¡Hay que tener cojones para ver la vida y no apreciarla!

Fuertes jumeras a lo largo del día, no se sostenía y sus

palabras eran dispersas; estaba acostumbrado,

su hogar era la calle, su alimento era el alcohol.

Lloriqueaba para dar lástima, pero dentro de su corazón

la malicia rondaba. Sicofanta, bajo esos harapos finge

que quiere ser rescatado. Quien se le acerca sale

lastimado; ya seis víctimas están debajo de un árbol.


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CENIZAS DEL CREPÚSCULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora