En esta esquina del barrio,
donde el sol pega fuerte y el polvo no se va,
me pongo a preguntar, ¿y Dios, pana?
Porque aquí, con las tripas en la mano,
he gritado más fuerte que una culebra,
y ni un eco me ha contestado.
Mis plegarias, tan sinceras,
se han perdido en el aire caliente
como las arepas frías que quedan al mediodía.
He subido a la iglesia, de rodillas,
y he visto cómo las velas se derriten
como mi esperanza, despacito, sin que nadie la note.
Aquí estamos, con la esperanza a media carga,
mientras la vida se lleva a la gente buena
como se lleva la lluvia al río.
¿Y tú, Dios? ¿No escuchas el clamor del pueblo?
¿Estás ocupado en otras cosas,
o es que mis gritos se han perdido en el relente?
En este rincón, donde la pobreza se siente
más que el calor en el asfalto,
mi fe se tambalea, temblando,
como las hojas en el viento.
¿Y si mis oraciones son solo ecos en el vacío,
o quizás ni siquiera lleguen a ti?
Dame una señal, una pista, un rastro,
para saber si no estoy hablando con el aire,
si aún tienes tiempo para escuchar
a este alma desgarrada que te llama,
o si me has dejado aquí, sola,
sin más compañía que el eco de mis plegarias.
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CENIZAS DEL CREPÚSCULO
Puisi"Cenizas del Crepúsculo" no es solo un reflejo de la oscuridad que acompaña al final del día, sino una meditación sobre los elementos que conforman la experiencia humana en su forma más dolorosa y auténtica. En este espacio liminal entre la luz y la...