—Hahaha... —Me reí con sarcasmo— ¡Oh!Esperé un momento... ¿se puede acercar? Le tengo que decir algo en secreto—. Le sonreí mientras me acercaba a él.
Él me miro extrañado, pero se acercó a mí y justo cuando le iba a "susurrar" Le di un golpe en la cabeza, haciendo que me mirará con molestia antes de que yo estallara de risa.
—Te lo buscaste—. Le sonreí.
—Ja, ja... —Dijo con sarcasmo— Desgraciada... —Me miró mal mientras se colocaba la mano donde le había dado el golpe— Te hubiera devuelto el golpe pero no sé como reaccionarias a él—. Me sonrió.
—¿Qué pensabas hacerme? Me iba a defender de todos modos—. Sonreí mirandolo.
—Te daría un beso porque no me gusta golpear a las damas indefensas, como tú, mi amor—. Me volvió a sonreír y solo lo miré con una mueca de asco— ¡Oye! No me mires tan feo...
—Solo te veo como eres en realidad—. Sonreí.
—Maldita demonio... —Susurro aunque lo pude escuchar.
Le iba a responder pero juntos en ese momento el chófer anuncio la llegada al palacio imperial.
Por una parte estaba feliz ya que no iba a compartir más este puto carruaje con este delincuente, y también estaba nerviosa ya que Leila no era comúnmente vista en eventos como este por su hermosa actitud.
El gran Duque bajo del carruaje al ver que se había estacionado. Cuando iba a bajar, el Duque ofreció su mano para que me apoyará en él y solo lo vi con asco.
—¿Es que está estreñida, princesa o que? Siempre me mira como si estuviera conteniendo algo—. Me miró confuso pero con una sonrisa burlona.
—Ahs... Cállate, —Volví a mirarlo mal— ¿y qué diablos te picó? ¿No nos estábamos matando haya dentro o que?
—Cuando estamos solos, si. Pero si estamos delante de estas personas... no. Nos comerian vivos con sus miradas qué solo dicen "Esa princesa es el diablo". Y sabes que debo de proteger mi imagen—. Sonrió.
—¿Te estás burlando de mí? —Tomé su mano para bajar del carruaje.
—Para nada—. Río.
Era claro que este vagabundo se estaba burlando de mí. Ningún noble se atreve a juzgar al Duque en público, él lo mataría de inmediato ya que en la novela este estaba más en la guerra qué en su propia casa, para poder defender el honor de la familia imperial y el de su familia de las naciones y reinos enemigos.
—Te quería distraer haciendote feliz para que no te sientas incomoda con las miradas de esas personas... —Camino yendo al jardín imperial con una leve sonrisa, se podría decir que esto si lo dijo en serio— Aunque eso no hace falta porque te ves feliz hoy, ¿Es por mí? —Sonrió.
—¿Qué? Claro que no... —Suspiré mientras caminaba junto a él— Por fin hoy estaré oficialmente soltera. Se cancelará el compromiso con su majestad el principe—. Sonreí.
—¿Enserio...? —Desvío la mirada, tenía una leve sonrisa aunque no la pude ver bien— Te felicito... ¿Al fin te casaras con el hombres a quien amás? O sea, yo—. Río.
—Cállate maldito.
Lo maldije nuevamente.
No me acuerdo para que es este puto baile... (Solo se celebra el nacimiento de las flores en el país una vez al año).
—¿Quieres bailar? —Dijo un hombre desconocido estendiendome su manos para que la tomará.
—Tengo trece años, señor... —Lo miré "asustada".
El hombre retiró su mano rápidamente, se disculpo y se fue del lugar lo antes posible mirando alrededor con miedo de que alguien lo haya visto.
—¿Trece años, de verdad? —El Duque se acercó con dos copas en sus manos para ambos mientras aguantaba la risa.
—No quería bailar, y menos con un viejo—. Tomé la copa qué me trajo y la bebí.
—Guao... nunca pensé en esa excusa—. Río.
Pero lo que ninguno de los dos sabía en ese momento qué un cierto pelinegro nos miraba con algo de odio ligado con celos en sus ojos.
—Verdad... —Me acordé del desgraciado— Tengo que irme Duque... —Dije antes de tomar la copa e irme.
—¿Qué? ¿A dónde leilas vas? —Gritó al verme lejos de él. ("A dónde demonios vas", quizo decir).
Este hijo de perra... se las verá conmigo cuando regrese de hablar con el otro desgraciado.
Me dirigí hacia la fuente qué estaba en el centro del enorme jardín del palacio imperial en el cual estaban los funcionarios, ¿o se llamaban ministros? (Los dos) Bueno, el punto es que estaban discutiendo algunas cosas de política con el príncipe heredero.
De lejos le empecé hacer gestos con mis manos, lo cual, sorprendentemente los había visto, me miro directamente a los ojos y frunció el ceño.
—¿A dónde habías ido sin decirme? —Apareció el Duque detrás de mí con su mano en mi cintura acercandome a él.
—Sueltame, desgraciado—. Lo miré mal haciendo que este se riera.
—Nunca dejarás de aburrirme, ¿Cuándo vamos a casarnos? —Me sonrió haciendo que reaccionará otra vez con molestia.
—¿Y príncipe, cuando será la boda con la princesa Leila? —Había dicho un funcionario de los que estaban rodeando al príncipe heredero. Llevando toda mi atención hacia él.
—¿La boda? —Me miró por un segundo— ¿Por qué lo pregunta si ya sabemos que será en su mayoría de edad, o no? —Sonrió.
Solo me tembló el ojo cuando escuche esas putisimas palabras.
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¡¿Dónde está mi maldito romance ficticio?!
Ficção HistóricaEmely fue transportada a una novela romántica de la Edad Media, que por cierto, no había leído y que tampoco, era la protagonista. Era la villana. Ningún hombre la miraba por ser malcriada, mal hablada, sin educación y la loca obsesionada con el prí...