Emely fue transportada a una novela romántica de la Edad Media, que por cierto, no había leído y que tampoco, era la protagonista. Era la villana. Ningún hombre la miraba por ser malcriada, mal hablada, sin educación y la loca obsesionada con el prí...
—No sé con exactitud de quien fue, pero... lo que no sé es que quién es más idiota... ella o tú, por no escapar cuando podías.
Dijo antes de volver a recuperarse y colocarme la cuchilla de nuevo en el cuello, lo que me provoco una herida en ese sitio.
Dios... este maldita novela me va a matar antes de que el príncipe lo haga primero.
—Que idiota fuiste... Mi pequeña Leila... pensé que eras más inteligente, pero te quedaste escuchando esa estúpida historia.
No dije nada y solo me quede viéndolo a los ojos, aunque la mayoría pensaría que estoy pensando en como escapar, en realidad solo pensaba en donde había visto a este tipo.
¡Ah! Ya me acuerdo... Él se llama Hugo, es uno de los pretendientes de Leila... mejor dicho, el único que tenía, aunque se vea guapo, está loco.
Él ha estado "enamorado" de Leila desde que ella tenía 14, eso fue cuando él tenía 22 años. No le gusta que otros hombres estén cerca de ella o que hagan contacto visual, los mata de inmediato. Como quién dice es un psicópata.
—Pero sabes que no tengo intensiones de matarte... ya que eres mi preciado flan de coco... —Susurro con una sonrisa en mi oído.
—Agh... Que asco... —Susurre desviando la mirada para ver a mi alrededor.
—Te dejaré libre está vez... —Sonrió mientras quitaba su cuchilla de mi cuello— Nos vemos en el baile que viene... —Dijo antes de darse la vuelta e irse.
—¿Qué? ¿Más bailes...? Que desgracia—. Suspire cansada antes de irme donde Margaret— ¿Estás bien?
—Si... solo es una pequeña torcedura... —Se puso de pie.
—Vayamos a casa entonces... —La ayude sosteniendo el huevo qué sorprendentemente sigue "vivo".
—Sigo pensando que la engañaron con ese huevo. Me imagino que lo intercambiaron por un huevo de lagarto.
—Creo lo mismo.
Y como si fuéramos mi mamá cuando me debe dinero, hicimos como si nada y nos dirigimos al palacio del Duque.
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—¡Gran Duque, no puede entrar en la residencia de otra persona sin autorización! —Había dicho el mayordomo de los Alcalá.
—¡S-señor, no puede entrar en la habitación de la princesa sin más! No sabe si no está en sircunstancias para recibirl-
La sirvienta no pudo terminar lo que iba a decir ya que el Emilio entro sin importarle y fue directo hacia donde estaba Leila.
—¿Qué hace aquí, Gran Duque...? —Leila lo miro extraño sin entender lo que sucedía desde su cama.
Emilio miro su cuello con vendas y sin decir nada, se acerco acerco abrazarla. Estaba respirando con pesadez pero aún seguía abrazandola.
El secretario de Emilio le había informado lo que sucedió con Leila y sin qué su secretario terminará de hablar, había corrido hacia la residencia de los Alcalá para ir a verla. Aunque tenía mucho trabajo, no le importo y fue donde ella.
—Quitese, hace calor—. Dijo Leila alejandolo de ella.
—Dios... si qué eres anti romántica—. Río mientras le cariciaba el cabello— Solo estaba preocupado por ti... —Pensó mejor sus palabras, haciéndolo avergonzar y empezará a toser— D-digo... M-me preocupaba por mi inversionista... Claro. Nada raro...
—¿Usted es medio rarito, no? —Lo miró feo antes de levantarse de su cama— ¿Por qué vino?
—D-demonio de la capital... ¿Por qué...? —Iba a decir algo pero solo pudo taparse la boca y voltear la cabeza, sus orejas estaban rojas. —M-me tengo que ir... —Dijo el Duque sin verla mientras intentaba ir hacia la puerta con los ojos cerrados.
—¿No viniste a verme, por que te vas? —Se acercó a él.
—E-es que me acorde de que tengo trabajo... ya vi que estabas bien... Muy bien, diría yo... así que ya me iré. Ponte pomadas para que no te quede una cicatriz en el cuello... —Decía sin mirarla a los ojos para después salir de la habitación.
Leila sin entender nada y con su tipica cara juzgona, no le da importancia y se dirige al espejo para peinarse y comenzar su día, cuando esta frente a él, se somnegra...
Se le olvidó que cuando duerme no lleva ropa por el calor.