**Los Vientos de la Discordia**
El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas de los aposentos de Daelyra, creando un juego de luces y sombras en el suelo de piedra pulida. La fortaleza roja, esa imponente fortaleza de piedra roja que se alzaba sobre la ciudad de Desembarco del Rey, parecía especialmente silenciosa en ese momento. La mayor parte de la actividad se había desplazado a otras partes del castillo, dejando los aposentos de la joven princesa en un tranquilo aislamiento.
Daelyra se había reclinado en el suelo, con un libro abierto delante de ella. Sus cabellos plateados caían en cascada sobre sus hombros y cintura, mientras leía, sorbía de un vaso de vino con movimientos medidos, como si el líquido tinto y el texto fueran su única compañía. La atmósfera era de una calma tensa, una calma que pronto sería interrumpida por una figura familiar pero no deseada.
Aegon II, el tío de Daelyra, era conocido tanto por su carácter altivo como por su habilidad para provocar. Su relación con Daelyra había sido siempre distante, marcado por su resentimiento hacia ella y sus propios conflictos con la familia real además de su diferencia de edades. Él, que prefería la acción a la introspección, encontraba difícil tolerar la aparente indiferencia de Daelyra hacia él. Pero esa indiferencia de ella lo provocaba mas, ya que era la única que se resistía a el.
Como un tormentoso viento que se precipita a través de una calma tranquila, Aegon apareció en la entrada de los aposentos de Daelyra. Su presencia era imponente, con una armadura reluciente que resonaba con cada paso. Aegon se detuvo en el umbral, observando a Daelyra con una mezcla de desdén y curiosidad. La joven princesa no levantó la vista de su libro; no tenía intención de darle el gusto de su atención.
-¿A qué se debe la sorpresa de ver a mi hermosa sobrina en el suelo? -su voz era un eco de arrogancia, cortante y desafiante.
Daelyra levantó lentamente la vista, sus ojos ambos ojos violetas, su ojos se encontraron con los de Aegon, y en ellos había una chispa de desdén. Con un esfuerzo deliberado, hizo un gesto para cerrar el libro con una lentitud calculada.
-No es nada más que un lugar cómodo para leer, tío -respondió Daelyra, su tono frío como el hielo.
Aegon no se desanimó por su indiferencia. Entró en la habitación y se acercó a ella, mirando a su alrededor con un interés fingido. Se agachó un poco para ponerse a su nivel, aunque sin dejar de mantener una distancia que daba a entender su superioridad.
-Es curioso, Daelyra. Siempre tan ensimismada en tus libros y tus vinos, pero rara vez te ves en la compañía de alguien que te pueda sacar de tu mundo. ¿Acaso temes enfrentar la realidad?
Daelyra suspiró, guardando el libro en una estantería cercana con una elegancia serena.
-Mi realidad no necesita ser sacudida por la presencia de personas que solo buscan provocar. Si lo que buscas es una conversación, hay maneras más civilizadas de iniciar una.
Aegon frunció el ceño, claramente irritado por su desdén. Se acercó aún más, su sombra proyectándose sobre ella mientras hablaba con un tono más bajo, pero cargado de amenaza.
-¿Civilizadas? ¿No es acaso civilizado cuestionar el silencio y la apatía? Mi hermana Helaena y mi madre Alicent están tratando de acompañarte. Y tú, como siempre, has encontrado la manera de evitar las verdaderas complicaciones que enfrentamos.
Daelyra se levantó lentamente, su postura erguida, y se dirigió hacia la ventana, mirando el bullicio de la ciudad abajo. Sus palabras, cuando las emitió, eran como una ráfaga de viento que sopla en un desierto seco.
-Los asuntos de la corte son precisamente lo que intento evitar. Es un lugar donde las intrigas y los conflictos parecen ser la única realidad. Yo prefiero mantener mi mente en las historias y los conocimientos que mis libros ofrecen.
-Siempre con tu aire de superioridad -respondió Aegon con desdén-. No creas que puedes escapar de tus responsabilidades para siempre. La familia real está llena de desafíos y de deberes que no puedes eludir con simples excusas. Tu madre lo sabe bien, y estoy seguro de que, tarde o temprano, te encontrarás enfrentando algo mucho más real de lo que puedas imaginar.
Daelyra se volvió hacia él, sus ojos brillando con una intensidad que parecía desafiar su actitud desafiante.
-Mi deber es servir al reino de la manera que considero correcta. No todos necesitamos la misma clase de protagonismo para demostrar nuestro valor.
Aegon se cruzó de brazos, observándola con una mezcla de frustración y admiración. No había logrado sacar a Daelyra de su indiferencia, pero había conseguido encender una chispa en ella. El juego de palabras y la tensión que habían intercambiado estaban lejos de ser una resolución, pero sí marcaban el inicio de un conflicto mayor que se había estado gestando en la sombra.
-No dejes que la apatía sea tu mayor enemigo, Daelyra -dijo Aegon, levantándose para irse-. Los vientos están cambiando, y a veces, incluso los más indiferentes deben ajustar sus velas.
Con eso, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Daelyra sola, contemplativa. Ella sabía que sus palabras no eran meras amenazas; eran presagios de las tormentas que se avecinaban en el horizonte de la política y la intriga que rodeaban la fortaleza roja.
Se acercó a la ventana nuevamente, observando el atardecer que bañaba la ciudad en tonos dorados y rojizos. A lo lejos, el murmullo de la ciudad parecía un recordatorio constante de que, aunque ella pudiera buscar refugio en sus libros y su vino, el mundo fuera de estas paredes no era tan complaciente. Sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar las tormentas que Aegon había presagiado.
Pero por ahora, en ese momento de paz momentáneo, Daelyra se permitió un respiro. En el silencio de la habitación, mientras la luz del atardecer se desvanecía, entendió que, aunque pudiera evitar el conflicto por un tiempo, la fortaleza roja siempre encontraría la manera de reclamarla.
--AUTOR NOTE--
HOLAAAAAA, espero y les guste muchooooo
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Plisss
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•𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎 & 𝐃𝐄𝐁𝐄𝐑• |𝐀𝐞𝐠𝐨𝐧 𝐈𝐈 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 & 𝐇𝐎𝐓𝐃|
Fanfiction°•●𝐋𝐚 𝐣𝐨𝐯𝐞𝐧 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 𝐯𝐢𝐯𝐢ó 𝐬𝐮 𝐜𝐨𝐫𝐭𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐲 𝐞𝐥 𝐬𝐮𝐟𝐫𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨, 𝐚𝐭𝐫𝐚𝐩𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐟𝐫í𝐚𝐬 𝐦𝐚𝐪𝐮𝐢𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚. 𝐂𝐨�...