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Paulina

— qué hiciste hoy, mujer? —la voz de Nico resonó a través del parlante de mi celular

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— qué hiciste hoy, mujer? —la voz de Nico resonó a través del parlante de mi celular

estabamos hablando por videollamada mientras yo me cocinaba y él ya se encontraba acostado y listo para irse a dormir

— nada. Almorcé con Cande, merendé con Mateo y después ya me quedé en el departamento —me hice un rodete desprolijo

— con quién merendaste? —se atacó— Paulina, no me jodas. Te juro que te parto el celular si me llegas a joder —advirtió. Aunque era sabido que "perro que ladra, no muerde"

— ajá —le resté importancia— Creo que probé el mejor tiramisú de todo Buenos Aires. Cuando vuelvas vamos a merendar ahí y te hago probar el postre, cocinan muy rico —bostecé

— dejá de cambiar de tema. —se quejó— En serio fuiste a merendar?

— si, me encanta merendar —me hice la boluda

— con Trueno, boluda —blanqueó los ojos

aquello me causó gracia. Normalmente era él quien jodia y yo quien realizaba esa acción

— viste que no es divertido que te jodan? —retruqué

— andas chistosa? por qué no me chupas bien la pija? —me puteó

elevé ambas cejas indignada y agarré el celular dispuesta a cortar la llamada

— era mentira, rubia. No te enojes, daale. —me sonrió levemente— Además, vos jodes con malas intenciones porque querés que me enoje

mordí mi labio inferior escondiendo una sonrisa. Tenía razón, me gustaba hacerlo enojar de celos. En mi defensa, era muy fácil y encima terminabamos en otra cosa que también me gustaba mucho

— viste que las mujeres son re degeneradas? Unas ganas de que te rompa el orto tenés —exclamó

— que negro villero que sos, Nicolás —ignoré su comentario

sonrió y me miró en silencio. Queriendo reirse pero guardandose la carcajada, haciendo que me ponga nerviosa al no entender qué era gracioso

— qué? ves que te pones re pelotudo? —viré los ojos

— ah bueno, a mi no me des vuelta los ojos a menos que sea cogiendo. —tiró e hice montoncito. Que se hace el cogedor este gil!— Me rió de que tenía razón y por eso me cambiaste de tema, otra vez. Y encima, me atacas porque no lo queres admitir

𝖵𝗂𝗅𝗅𝖾𝗋𝗈 | Nicolás Otamendi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora