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La malicia es una sombra de la envidia; es un reflejo de los deseos frustrados y la ira no expresada.
Paul Auster.
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LALISA MANOBAL.
Caminé alrededor del cuerpo que yacía amarrado a la silla, estaba a mi disposición para ser herido si así lo deseaba. Incliné la cabeza hacia un lado, manteniendo la mirada fija en su cuerpo ensangrentado, solo con un bóxer el cual estaba lleno de sangre debido a las múltiples heridas que se habían formado en todo su cuerpo.
Me posé frente al cuerpo, quien levantó la cabeza con un largo sacrificio, su boca sangrando, su nariz rota y yo con la satisfacción de haberlo agarrado. Me puse de cuchillas, elevando su mentón con mi arma.
Más que darme asco, sentía una eterna gloria. Mantuve mi vista fija en el cuerpo.
—Deberías morirte —dijo arrastrando las palabras.
—¿Si? Yo también digo eso de ti, pero eres fuerte —paseé el arma por sus piernas.
—No me intimidas —escupió su sangre.
—¿Sabes por qué te pasó esto? —me puse de pie y fui por detrás, sosteniendo su cabello con fuerza, robándole un grito—. Por soplón. Estuviste a punto de decirle a la policía donde tengo la mercancía, yo no puedo dejar que alguien así siga vivo.
—Te vas a arrepentir, eres un monstruo.
Golpee su espalda con el arma, este solo tosió por última vez antes de quedar dormido. Levanté el arma y le apunté directo a la cabeza, disparándole, la sangre salpicó mi ropa. Formé una mueca.
—Tan cobarde y tan sucio —repuse—. Imbécil. ¡Dahyun!
—Sí, Lalisa —ella entró al sótano.
—Dile que saquen este cuerpo de aquí, y deshazte de esta ropa —me quité la blusa y la lancé al piso—. Me dejó hecha un asco.
—Como ordene.
—Y toma —dejé caer el arma en sus manos—. Haz lo que quieras con ella.
Subí hasta la parte de la casa y me dirigí a mi habitación, me metí a la bañera y sumergí mi cuerpo en esa agua caliente, dejando que quitara toda la sangre que manchó mi piel. Solté un suspiro agotador.
Era mi respuesta después de este día, vi el anochecer acercándose por mi ventana y la sensación de que el agua en lugar de estar tibia, se ponía cada vez más helada. En la pequeña montaña de espuma estaba llena de sangre.
—Disculpe, Señorita Manobal, su hermana al teléfono —avisó una de mis empleadas.
—Pasámelo —tendí mi mano—. Y vete.
—Permiso —hizo una reverencia y cerró mi puerta nuevamente.
—Espero que me llames para pedirme perdón, de ser diferente, tu llamada es irrelevante —respondí a Aderith.
—Te llamé porque eres una maldita, Lalisa —dijo reaccionando bruscamente—. ¿Qué demonios pensabas en aparecerte así en mi trabajo? Yo me desligué de ti, no tengo nada que ver contigo, maldita sea.
—Mientras lleves mi apellido siempre tendrás algo que ver conmigo, Aderith —devolví en el mismo tono—. No me importa si esa chica me vio o no, ni me interesa cuan importante es para ti, estaba ahí por mi hermana.
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Hechizada. (jenlisa)
RomanceJennie Kim finalmente ha alcanzado su sueño de trabajar como editora en una de las editoriales más prestigiosas de la ciudad. Mientras su carrera profesional va en ascenso, su vida personal sigue siendo solitaria y monótona. Todo cambia cuando conoc...
