⁺‧₊˚ ཐི⋆7⋆ཋྀ ˚₊‧⁺

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La verdadera adoración no es la sumisión ciega, sino el reconocimiento consciente de la grandeza de lo que se venera.

Evelyn Waugh.

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JENNIE KIM.

—Cuando era más joven me enteré de que mi padre tenía negocios algo turbios —inicié, mirando a Jisoo, esperando una respuesta de sus facciones—. Lo acepté, de todas formas, ¿qué más daba? No podía meterme en eso y pedirle que no lo hiciera, pero eso llevó hasta ahora, donde me buscan para que resuelva sus problemas.

—¿Por eso estás así? —inquirió.

—Estoy preocupada, muy preocupada por todo lo que puede pasar si me permito dejar que esto siga avanzando —bajé la mirada a mi taza de café—. Y sé que es ridículo, pero él dejó una deuda muy grande la cual yo tengo que solventar.

—Jennie, si hablas con la policía puedes tener una ayuda extra —dijo Jisoo—. Si quieres yo te acompaño, puedo incluso servirte de testigo, mentir un poco, pero no puedes permitir que las cosas sigan como van.

—No puedo, Jisoo, lo hago y son capaces de matar a mi familia, mi madre y mi hermana son lo único que me quedan —respondí—. Prefiero mil veces que me hagan daño a mí a que la hagan daño a ellas.

—¿Y si te matan? Van a quedar libre y pueden eliminar a tu familia, es lo mismo —se tomó una pausa—, Jennie, haz lo que más creas, pero corres peligro, toda tu familia corre peligro, tienes que ponerle un paro a esto que ocurre.

—Yo veré como lo arregló, pero te agradecería que no le cuentes esto a nadie.

Jisoo posó su mano sobre la mía, —No saldrá de mí, nada de esto saldrá de mí, así que puedes estar tranquila.

—Gracias, Jisoo. Mejor dejemos el tema atrás y concentrémonos en el ahora, mucho trabajo pendiente —saqué mi celular, para leer unos mensajes—. Aderith me está llamando, ¿puedes por favor buscar lo que dejé en secretaria?

—Sí, lo llevaré a tu oficina, y suerte, por si las dudas, relaja la pelvis —bromeó, sacándome una sonrisa.

Avancé hasta la oficina de Aderith, escuché un "pase" desde dentro. Cuando entré, Aderith me sorprendió por detrás, dejando un cálido beso en mi cuello. Sentí una sensación extraña, de sorpresa, no me esperé tal acto de ella, pero tampoco me sentí mal. Una paz inmensa me envolvió.

Porque Aderith era eso, paz y aire, forma libre de ser, pero que al mismo tiempo le gustaba proteger hasta el punto de dejarte sin aire, no sé qué tan bueno sea eso.

—Es lindo verte —dijo por lo bajo, me rodeó, posándose frente a mí—. Y estás preciosa.

—Me viste esta mañana, ¿a qué se debe tantos halagos?

—Puede que esta mañana no haya podido decirte todo lo que pasaba por mi mente —sostuvo mi mano entre la suya—. Tampoco pude invitarte a una cita, una rica cena, con buena y seductora compañía.

—Aderith —solté una risa—. Mejor sé directa.

—Quiero besarte —sostuvo mi rostro—. Me muero por hacerlo, pero también quiero esperar a que estés lista, no tengo prisa.

—Si me vas a besar mínimo háblame de alguna de tu ex, ¿me tengo que cuidar de alguna?

Sonrió, —No, de ninguna, y te lo voy a demostrar.

Hechizada. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora