Hechizada. (jenlisa)

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La muerte es el gran igualador y el mayor generador de la vida.

William Faulkner.

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JENNIE KIM.

—¿Dónde está mi madre? —mi voz se quebró al pronunciar la pregunta.

No podía soportar su burla, no en un momento como este.

—Oh, Jennie —suspiró, Suzumi, fingiendo compasión—. ¿Realmente creíste que iba a dejarte ver a tu mami tan fácilmente? Qué ingenua eres. Eso es solo el comienzo. Lo que quiero es mucho más que solo a tu mamá... Quiero la muerte de toda la familia Kim —sus palabras eran como un puñal que se clavaba más profundo en cada frase.

—¿Por qué? —logré preguntar, aunque cada palabra dolía—. ¿Por qué haces esto? ¿Qué quieres en realidad?

—Lo que siempre he querido, Jennie: venganza. Venganza por lo que le hicieron a nuestro padre, y no solo eso... Venganza por lo que las Manobal me han hecho. Pero tú eres tan estúpida que te crees especial por haber capturado la atención de Aderith y Lalisa Manobal. Por otra parte, lo que no sabes, pequeña Jennie, es que esas dos también están en mi lista.

—¿Qué quieres decir?

—Oh, querida hermana —dijo Suzumi—, acercándose peligrosamente—. Tienes una deuda con Lalisa Manobal, una que se piensa cobrar, solo te ayuda por compasión, no porque de verdad quiera hacerlo. Pero yo me encargaré de que pagues con creces. Si Lalisa Manobal se une a mí, no habrá nada que pueda detenernos. La familia Kim será destruida, y tú, mi querida, serás la primera en caer.

—¡No! —quise correr, alejarme de su mirada llena de odio, pero uno de los hombres de Suzumi apareció de la nada, bloqueando mi camino hacia la puerta—. ¡Déjame ir! ¿Dónde está mi madre? —grité con desesperación.

Suzumi soltó una carcajada fría, —No sabrás nada de ella hasta que hagas lo que te digo. Tienes que llamar a Lalisa, echarte la culpa de todo. Y Jennie, dile que tal vez yo no soy tan mala después de todo.

—Jamás haré eso —susurré.

—Entonces, Jennie —dijo Suzumi mientras sacaba un pequeño dispositivo de su bolsillo—, si no lo haces, este botón será lo último que escucharás antes de que maten a tu mamá. ¿Quieres ser la responsable de su muerte?

Mi corazón latía tan fuerte que pensé que iba a explotar. No podía dejar que mataran a mi madre, no después de haber perdido a mi padre. Temblando, saqué el celular y marqué el número de Lalisa con manos temblorosas.

Sonó y sonó hasta que escuché la voz de Lalisa.

—Lalisa —dije cuando finalmente respondió—. Hay algo que debo decirte...

—Jennie, ¿qué ocurre? —la extrañeza ante mi repentina llamada era evidente.

—Lalisa —repetí, las lágrimas comenzando a acumularse en mis ojos—. Yo... yo sabía todo lo de mi padre, sabía todo y solo fingí desconocerlo para jugar contigo. Y si hubiera estado en su lugar... tal vez también habría matado a tu madre.

—¿De qué mierdas hablas? ¿Estás loca? —la voz fuerte de Lalisa, dejaba mi cuerpo frío. Pero antes de que pudiera responder, uno de los hombres de Suzumi me arrebató el celular y cortó la llamada.

Sentía que el suelo se abría bajo mis pies y que estaba cayendo en un abismo sin fin.

—Suzumi, por favor... dime donde está mi madre —supliqué—. Yo no sabía de ti, nunca supe de ti, ¿qué diablos te lleva a hacerme todo esto?