Ser el conductor de la muerte es insoportable para el-niño-que-vivió, por lo que en medio de la desesperación busca una solución un tanto apresurada que con suerte termine todos y cada uno de los problemas de raíz.
Está decisión lleva a Severus Sna...
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Cuando despertó, estaba en su cama, el ardor ya no estaba, tampoco sentía que se quemaba vivo, pero se sentía muy sediento. - Idril. - Llamo y enseguida la elfa apareció.
-Si Joven Maestro.
-Agua, por favor.
-Enseguida. - Rápidamente la elfina regreso con una bandeja y un gran vaso de agua en él, que Severus se apresuró a tomar, sintiendo un gran alivio en su estómago, recordó todo con claridad y a paso lento fue directo al baño, sabía que la poción lo cambiaria un poco, pero temía no reconocerse en el espejo. Abrió la puerta lentamente y fue al espejo completo, se contempló por unos momentos y pudo notar la diferencia en él, lo primero era su altura, era un poco más alto, su piel seguía igual de pálida, pero ya no en un tono amarillento, sino uno sano, se veía como piel de jade; su cabello seguía negro, pero tenía pequeñas ondulaciones en él; sus ojos seguían del mismo negro profundo, pero se veían más grandes, sus pómulos estaban altos y rellenos; su nariz característica de Tobías, ya no estaba, en su lugar estaba una estilizada como la de su madre pero un poco más masculina, sus cejas estaban relativamente igual, solo que ahora adornaban sus ojos muy bien y sus labios eran de un tono rosado mucho más gruesos que antes, ya que antes parecían una línea. Su yo interno se rio, parecía uno de esos muñecos de porcelana, que ironía, en su vida pasada se molestaba con tipos con su apariencia y hoy se vería como ellos, hasta su cara parecía amigable, cuando antes parecía que era una advertencia para no acercarse, "sí muy irónico", pensó.
-Ahora concentrémonos en lo que sigue, mantener los estándares de Lord William y salvar traseros inútiles. - Severus se sonrió al espejo, tenía un camino muy largo por delante.
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A la mañana siguiente de su transformación sería muy ajetreada, era hora de llevar a cabo los planes que su abuelo y todos se habían esforzado tanto por llevar a cabo; lo primero fue llegar a Estados Unidos, por un traslador que sabía que no era legal y luego todo fue siguiendo su curso. Al llegar su historia y papeles ya estaban listos, el había nacido ahí, en un pueblo muy apartado, siendo criado en casa y prácticamente alejados de todos, su padre fue Blaine MacCaa Hamilton, un hombre que dedico su vida a cultivar todo tipo de plantas mágicas, las cuales vendía. Había conocido a su madre en un pequeño viaje para ver a su familia lejana y habían escapado juntos, tuvieron una vida tranquila y feliz, hasta que en su séptimo cumpleaños el falleció debido al ataque de una criatura poco conocida, de la cual se sabia merodeaba por los terrenos cercanos a ellos, dejando viuda a su madre quien acudió a su familia ya que su "padre" no tenía mas parientes directos cerca, pues había sido hijo único.
Una vida totalmente diferente a lo que realmente fue.
Al llegar a Londres Mágico, fueron recibidos con "alegría" por sus abuelos paternos como si estuvieran desde siempre en buenos términos, claro que la aparición de su madre causaría revuelo, ya que nadie sabia de lo que fue de ella y verla aparecer junto a una mini copia de ella no sería poco.
