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Yoongi regresó de comprar un par de pomadas analgésicas que, según la dependienta, sanarán el culo roto de Jimin. Fue gracioso decirle a la mujer explícita mente para qué quería el medicamento, ella con sonrisa nerviosa y rostro enrojecido, se dirigió a una zona de la farmacia y volvió con un par de ungüentos que prometen eliminar el dolor de trasero y espalda.

El demonio sonrío complacido cuando, la farmacéutica le ofreció un lubricante con anestésico local para adormecer el hueco de Jimin antes de ser follado. Compró dos.

Sostiene la bolsa llena de productos, está por pasar la tarjeta de la habitación, pero una presencia molesta se lo impide, gira hacia su derecha y observa a Jimin y su jefe acercarse a él.

Agh...

—Jimin, tu amigo está ahí —dice señalando con su barbilla la presencia de Yoongi.

—Oh, sí, vino conmigo —sonríe pequeño.

—Ya veo...

Llegan al costado del demonio, pero éste ni siquiera se gira a saludar, no planea ser hipócrita con ese hombre de mente oscura y envilecidos deseos. Yoongi es experto en detectar el hambre de sexo en las personas, Kim Seojong es un degenerado con poder y le desagrada la idea de verle rodear a Jimin como si éste fuera una presa.

Yoongi no es idiota.

—Prometido —dice fingiendo no encontrar la tarjeta de la habitación.

—¿Eh? —suelta Seojong sin comprender.

—Prometido —repite el demonio con aire molesto—. Soy el prometido de Jimin, no su amigo.

La respiración de Jimin se corta audiblemente, pero nadie le presta atención.

—Felicidades —contesta y hasta Jimin nota la falsedad en esa felicitación.

—Gracias, nos comprometimos el año pasado, nos casaremos en diciembre.

Jimin ríe incómodo y busca en su pequeña mochila su tarjeta de repuesto para abrir la puerta, no planea que la conversación siga más.

—Oh, qué románticos —comenta con una sonrisa rígida.

—Sí, lo somos bastante.

—Espero estar invitado a...

—No —corta la oración—, nos casaremos en el extranjero.

—Oh, ya veo...

—Señor Kim, gracias por acompañarme —interrumpe mientras saca la tarjeta de repuesto, sus manos tiemblan, pero logra abrir la puerta.

—Compré tus pomadas para...

—¡Bueno! —da un aplauso ansioso—. Mañana nos vemos en las conferencias, adiós, ¡gracias! —corta la conversación con Seojong y cierra la puerta no sin antes jalar a Yoongi hacia adentro porque éste no planea moverse de su sitio.

Los dos escuchan como Seojong se aleja sin más.

—¿Estás loco?

—No sé de qué hablas.

—¡¿Por qué dijiste eso?! —habla apenado.

—Para que ese ser infrahumano deje de rodearte —escupe las palabras con molestia—, quizá si se entera de que estás con alguien, deje de acompañarte con la esperanza de meterse entre tus carnes.

—Min Yoongi...

El demonio va hacia el sofá y se sienta, esperando el regaño con solo escuchar su nombre completo, sabe que Jimin está molesto.

Cubiertos de Iridiscencia «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora