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No es creyente, pero viene de la iglesia católica más cercana que tiene a su residencia, tiene un pequeño frasco en las manos, contiene agua bendecida por el sacerdote de ese lugar. Su conversación con él fue larga, le contó lo que le ha estado pasando, obviamente no dio tantos detalles de sus encuentros, pero se tranquilizó al saber que alguien creyó en él.

Compró un crucifijo, lo cuelga en la pared con ayuda de una cinta doble cara. Yoongi ríe silencioso entre las sombras, pensando en que su humano es realmente gracioso e ingenuo. El demonio mira desde la oscuridad como Jimin rocía el agua por su pequeño departamento, se ve asustado y esperanzado.

—No eres bienvenido aquí —dice. Yoongi abre muchos sus ojos, sabe que está en su forma intangible e invisible, pero pareciera que Jimin puede verle—. Largo.

Punto número uno, empieza el demonio en su mente. Yo no estuviera aquí si alguien no necesitara ser follado.

Punto número dos, madre Lilith me mandó contigo, así que no puedo irme hasta dejarte bien cogido y satisfecho, y;

Punto número tres, siendo este el más importante, eres un simple humano de baja estatura, no puedes darme órdenes.

Jimin no lo escucha, pero desearía que así hubiese sido.

Yoongi tiene más curiosidad. Jimin despertó su interés, algo extraño para alguien tan viejo como él, un ente que ya ha tenido muchos amantes y que no presta mucha atención a quien se folla.

Quiere apagarle la luz para asustarlo, pero sabe que no puede actuar como un crío, agh... pero Jimin asustado le causa tanta risa...

La luz se apaga y escucha como las piernas de Jimin corren hasta el interruptor para encenderlo. Se carcajea en silencio por la reacción infantil.

—Es... en serio... —habla tembloroso mientras intenta calamar su acelerado corazón.

Observa a su diminuto humano encender un par de veladoras nuevas, éstas tienen imágenes de Jesucristo. Parece ser que Jimin se tomó enserio su papel de exorcista.

Le rocía el rostro con agua bendita, pero ésta le atraviesa su cuerpo impalpable.

La tarde pasa sin mucho interés, hasta que Jimin hace una videollamada, Yoongi espía, pero no hay mucha información que pueda sacar de ahí, salvo...

—Tu madre, vino a mi casa —habla Seokjin—. Quiere saber dónde estás viviendo ahora.

—¿Le dijiste? —pregunta asustado.

—Claro que no —refuta—, jamás te haría eso, solo te digo que tengas cuidado, tu tratamiento va muy bien, no quiero que tengas una recaída.

—Sí, lo sé.

Yoongi se acerca para escuchar más.

—¿Crees que sea por la demanda?

—No lo sé, de todas maneras, mi abogado dice que es probable que la archiven por falta de pruebas, me avisó por correo esta mañana —dice tan triste que un aura negruzca que sólo puede ver Yoongi se instaura alrededor de él.

—Lo siento mucho.

—No importa, creo que es lo mejor, no quiero revivir todo otra vez, los juzgados no son amables para homosexuales abusados.

Los dos amigos siguen conversando, Jimin no mencionada nada sobre el demonio chupapenes que lo atormenta, sin embargo, sabe que el motivo de esa llamada fue para dispar el miedo que Yoongi provoca.

Jin está por terminar la videollamada, pero Jimin se lo evita, aún no quiere quedarse solo. Alargan la llamada y terminan hasta tarde, repasaron varios chismes, e incluso Jimin tuvo tiempo para reclamarle por su regalo a Seokjin.

Cubiertos de Iridiscencia «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora