Polvo de estrellas

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En medio de un rincón olvidado del vasto cosmos, se encuentra enzarzado en una danza sin fin entre las estrellas, el tiempo fluye de manera caprichosa sobre su existencia, como un río turbulento arrastrando sus recuerdos desvaneciéndolo en la oscuridad. Ha cruzado galaxias, enfrentado a enemigos innumerables y dejando su huella en mundos desconocidos.

Los nombres de los planetas se desvanecen en su memoria, como las frágiles hojas secas son llevadas por el viento, las caras de los habitantes se mezclan en un mosaico borroso que no puede distinguir. Pero ahora, finalmente, está de regreso en su hogar. El único planeta que siente como suyo, con sus montañas majestuosas y océanos profundos, su vista se extiende como un regalo inesperado.

El alivio y la nostalgia lo envuelven, como una melodía antigua que resuena en su corazón. Cada colina, cada árbol, cada rincón familiar le habla en susurros diciéndole; que a regresado a su hogar. Lo ha extrañado, aunque no pensó en algún momento que podría. Ver de nuevo a su planeta es como encontrar un diamante entre tanto carbón, una joya preciosa en medio de la vastedad del espacio.

La nave aterriza, sus compuertas se deslizan con gracia, revelándole un mundo tan familiar y desconocido, mostrándole los rostros de sus congéneres, alineándose en una bienvenida tumultuosa. Los aplausos resuenan como truenos, el príncipe se pone de pie, su corazón latiendo al ritmo de la ovación. Ha regresado triunfante del planeta Peat Sweet, donde las fuerzas de Cooler fueron derrotadas bajo su mando.

Sin embargo, la sombra del rey Cold aun se cierne sobre él. El monarca implacable sigue construyendo su armada, acumulando poder y recursos. La población saiyajin sigue en disminución, aunque el príncipe a tratado de reorganizar las fuerzas y tomar el control, su padre se opone. Para él, un guerrero que no puede seguir en combate no merece el título de saiyajin.

Solo lo más fuertes pueden sobrevivir.

El salón del trono se extiende ante él, majestuoso y opulento. A ambos lados, los generales y lores se alinean como guardianes silenciosos, su atención se centra en su padre, sentado en el trono de oro, rodeado de riquezas y poder. Cada vez que lo ve así, es como si estuviera a punto de presenciar un espectáculo grandioso, una actuación digna de los dioses.

Sin embargo, el príncipe no se encuentra para teatros, está exhausto, marcado por innumerables batallas, a pesar de que ha traído la victoria consigo no ha traído alivio.

Sin embargo, desde su trono su padre le mira con desdén, lanzándole una pregunta punzante —¿Cuándo te volverás lo suficientemente fuerte para enfrentar al rey Cold? Debes vengar la muerte de tu hermano mayor.

—He vencido al príncipe Cooler, padre.

—¡Pero no es el rey Cold! —Exclamo golpeando con su puño el apoya brazos del trono resonando en las paredes. — ¡¿Cómo has podido mandar a retirar las tropas si aun haber vengado la muerte de Vegeta?! Me decepcionas, Vegetto.

—Los soldados están exhaustos, seguir combatiendo en tal estado es un sin sentido, perderemos más hombres de lo que podremos ganar, retomaremos fuerzas para una siguiente incursión. —Las fuerzas del planeta saiyajin están mermando, él lo sabe. Ha luchado sin descanso, mientras su padre se sumerge en la comodidad del trono. Ha hablado con su padre en innumerables ocasiones, le ha instado a tomar medidas, a proteger a su pueblo. Pero el rey la desestima una y otra vez, como si sus palabras fueran copos de nieve llevados por el viento.

Es como si el rey Vegeta no quisiera escuchar razones, atrapado en su propia ambición y ceguera. El príncipe Vegetto, agotado y hastiado de discusiones infructuosas, se despide de su padre con la excusa de cansancio. Deja el salón del trono, donde los generales y el rey Vegeta siguen sumidos en recuerdos de glorias pasadas. ¿Cómo pueden esas viejas historias ayudar en esta guerra despiadada?

Drabbles VegegogeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora