Capítulo 27

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Narra Elías

Me puse nervioso cuando Tehuel puso la cabeza en mi hombro, me daba un poco de vergüenza que nos vieran así, con ninguno de mis amigos hacía esto, si mi mamá me veía, estaba seguro que me iba a decir algo, pero no me moví, no quería que Tehuel pensara que me molestaba que estuviéramos así. Después de un rato, nos acostamos boca abajo en la cama, todavía mirábamos videos en mi celular, aunque Tehuel se ponía a jugar con mi pelo, en el colegio hacía eso a veces cuando se formaba atrás mío, se ponía a jugar con mis rulitos. Lo miré cuando volvió a agarrar uno de mis rulos, él estaba concentrado en la pantalla del celular, así que me acerqué y le di un beso en el cachete que lo hizo mirarme, sonrió antes de poner su cabeza de nuevo contra mi hombro. Apoyé mi cabeza sobre la suya, respiré profundo sintiendo el perfume de su pelo. Cerré los ojos, ahora me sentía tranquilo, sabía que mi mamá o mis hermanos podían vernos, pero no me importaba, quería que estuviéramos así siempre. Volví a abrir los ojos y miré, como pude, la pantalla de mi celular, teníamos un gameplay de un juego de terror. No le estaba prestando mucha atención hasta que salió el primer susto, pegué un salto haciendo que Tehuel se separara un poco de mí.

—¿Querés que ponga otra cosa? —Negué con la cabeza sin mirarlo, tenía un poco de vergüenza—. ¿Seguro?

—Sí, quiero ser valiente como vos.

—No soy valiente... —Se quedó callado un ratito, después se acomodó contra mí de nuevo—. A mí también me da miedo que alguien nos descubra...

Antes no parecía, sabía esconder que tenía miedo, sobre todo porque él le había dicho a alguien primero. Busqué una de sus manos, la agarré y la apreté un poco, él hizo lo mismo separándose para mirarme de nuevo. Le di un pico sin poder aguantarme, Tehuel sonrió. Nos quedamos mirándonos sin decir nada. Ahora estaba tranquilo, no me importaba que pudieran vernos así, aunque su mamá ni la mía supieran que hacíamos estás cosas. Nos volvimos a acomodar, ahora más separados, por si venía alguien.

—¡Eli! —Escuché la voz de León en el pasillo—. ¡Mamá te llama!

Miré a Tehuel y me levanté para salir del cuarto, él también se levantó, fuimos hasta el comedor, mamá estaba hablando con la mamá de Tehuel mientras tomaban mates. Las dos nos miraron, sentí que sabían algo, que nos habían visto sin que nos diéramos cuenta.

—¿No van a merendar, hijo?

Me giré a Tehuel, él asintió, los dos nos sentamos al lado de León, que ya había empezado a merendar. Mamá nos dio una taza de leche con chocolate a los dos y obligó a mi hermano a compartir las galletitas que estaba comiendo. Agarré el plato donde estaban y la acerqué a nosotros para que Tehuel también pudiera comer. Sentí, de repente, que me daban una patadita por debajo de la mesa, me giré a Tehuel, le miró sonriendo, le sonreí también. Hice lo mismo que él, volvimos a sonreírnos. Puso su pierna atrás de la mía y empezó a moverla de adelante para atrás. Miré a los demás en la mesa, mamá y la mamá de Tehuel estaban hablando, León tenía su celular en la mesa, así que tampoco nos prestaba atención. De repente me di cuenta que mi hermana y Natalia no estaban en la mesa. Le pregunté a mamá, a ellas sí les había dejado merendar en su cuarto, a León y a mí casi nunca nos dejaba. Tehuel hizo que me distraiga de nuevo cuando empezó a mover su pierna. Sonreí antes de seguir merendando.

—Estás muy callado, Pachu, ¿todo bien? —Miré a Tehuel, él asintió.

—Están ocupados, Aracely. —Las dos se rieron y siguieron hablando.

Cuando terminamos de merendar, nos mandaron a hacer la tarea con León. Nos sentamos en el suelo usando la mesita del living. Tehuel y yo nos sentamos pegados como siempre, mi hermano se sentó en la otra punta con cara de enojado, no le gustaba hacer la tarea, menos cuando le tenía que explicar cosas.

—Pachu —dije haciendo que Tehuel me mirara.

—Me dicen así desde que soy bebé.

—¿Por qué?

—No sé, mi papá me decía así y después todos empezaron a decirme así también. —Se quedó callado, miró su carpeta, volvió a mirarme—. ¿Me ayudás con esto? No entiendo nada.

Me acerqué y miré el problema que teníamos que hacer. Lo leí de nuevo para explicarle, no era difícil, pero me pasé un rato explicándole hasta que lo resolvimos juntos. Después volví a concentrarme en mi tarea, al menos hasta que Tehuel me pasó una nota.

«Tengo ganas de besarte.»

Sentí toda la cara arderme, estaban nuestras mamás y León, me daba vergüenza que alguno leyera lo que me había escrito. Miré a mi hermano, él no nos prestaba atención.

«Yo también.»

Le devolví el papel y lo miré, me sonrió, dobló el papel a la mitad para dejarlo en su carpeta, pero antes que lo hiciera, se lo saqué, lo abrí de nuevo y le dibujé un corazón como había hecho con el papel que nos habíamos pasado en clase. Volví a doblarlo antes de dárselo, él lo guardó sin dejar de sonreír, seguro que había visto lo que hice. Clavé la mirada en mi carpeta, no era tan valiente para mirarlo, ni a Tehuel, ni a nadie. Además, si mamá me veía, se iba a dar cuenta que estaba pasando algo. No sabía cómo lo hacía, pero siempre se daba cuenta de todo. Intenté concentrare en lo que tenía que hacer, quería terminar rápido para poder volver a mi cuarto con Tehuel, pero no podía, ahora me ponía nervioso estar con él acá, al lado mío. Yo también tenía ganas de besarlo, no podía pensar en otra cosa. Me quedé escribiendo números y borrándolos una y otra vez, en realidad no estaba intentando terminar, solamente quería distraerme. Después de un rato, Tehuel me ayudó a terminar, bueno, en realidad me pasó las respuestas para que pudiéramos ir a mi cuarto. Guardamos las carpetas en nuestras mochilas y cerré la puerta mientras él se sentaba en mi cama. Me subí a la cama y me senté con las piernas cruzadas, hizo lo mismo quedando frente a mí, nos miramos callados. Me agarró la mano sonriendo como siempre. Ojalá pudiera ser como él, sentía que el corazón se me iba a salir cada vez que estábamos así, me daba nervios y vergüenza, aunque me gustara. Me temblaba un poco el cuerpo, como la primera vez que nos besamos. Cerré los ojos cuando se me acercó, me dio un pico y se separó un poco, abrí los ojos de nuevo para mirarlo. Tehuel era lindo, me gustaba mucho mirarlo, más cuando sonreía.

—Estás rojo, Eli.

—Me sigue dando vergüenza esto...

—A mí también, un poco. Pero me gustás mucho, Eli.

La cara entera me empezó a arder, no sabía qué decirle, solamente me salió sonreír. Me ponía contento que le gustara también, quería decírselo, pero las palabras no me salían, menos cuando me miraba fijamente. Miré para otro lado, respiré profundo y volví a besarlo.

—Eli, la mamá de...

Apenas escuché la voz de mamá, me separé de Tehuel, el corazón empezó a latirme todavía más rápido. La miré con miedo, ella se quedó callada mirándonos, aunque parecía que me miraba más a mí. Quise desaparecer en ese momento, no sabía si se iba a enojar o no. Esperaba que me dejara seguir viendo a Tehuel, que no le dijera nada a su mamá, para que no lo retara tampoco. Me giré a él, se había puesto un poco pálido y tenía la cabeza agachada, seguramente tenía tanto miedo como yo de lo que podía pasar ahora. 

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Muy buenas~ acá traigo el nuevo capítulo. Sé que últimamente me tardo bastante en publicar capítulos, ya saben que estoy escribiendo dos novelas a la vez, seguido a que trabajo y estoy con la universidad, tengo poco tiempo, pero trato de hacer lo posible por traerles todas las semanas por lo menos un capítulo nuevo. Disculpen las demoras. Si les está gustando, por favor voten, comenten y compartan, todo apoyo se les agradece muchísimo. 

Chicle sabor frutillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora