Capítulo 28

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Narra Tehuel

—Em... La mamá de Tehuel quiere volver a su casa, Nati y ella lo están esperando, hijo...

Dijo la mamá de Eli, esperé hasta que cerrara la puerta para mirarlo, estaba pálido. Siempre tenía los cachetes un poco colorados, pero ahora parecía un fantasma. Quise agarrar su mano de nuevo, pero no me dejó, no me miró, solamente se levantó. Me levanté también y me acerqué a él.

—Eli...

—Ya no nos van a dejar vernos.

—¿Y si no se enoja?

—¿Y si le dice a tu mamá y ella sí se enoja?

Me quedé callado, no sabía qué contestarle, tenía razón, si su mamá no se enojaba, pero le contaba a la mía, ella sí podía enojarse. Suspiré, me acerqué y le di un beso en el cachete antes de agarrar mi mochila para salir del cuarto. Los dos fuimos hasta el comedor, mi mamá tenía a upa a Nati que no dejaba de llorar para quedarse. Yo tampoco me quería ir, pero no quería seguir dándole problemas a Eli. Nos saludamos y salimos con su mamá, él y sus hermanos se quedaron en su casa. Caminé al lado de mi mamá esperando que me dijera algo, pero lo único que hacía era convencer a Nati que nos teníamos que ir a casa. Pensé que mi mamá no sabía nada, me diría algo, aunque no me retaba en la calle. Estuve nervioso hasta que llegamos a casa, apenas entramos, no esperé que me dijera nada, fui a mi cuarto a dejar mi mochila y agarrar ropa para meterme a bañar. No quería quedarme solo con mi mamá, tenía miedo que me castigara, quería seguir juntándome con Eli, lo quería. Tardé todo lo que me dejaron adentro del baño antes de salir, no quería salir y sentarme con mi mamá en la mesa, no quería que mi tía se enterara de lo que pasaba tampoco.

Estuve toda la cena y el rato que estuvimos viendo la tele esperando que me dijera algo, hasta cuando me fue a saludar antes de dormir esperé que me retara, pero no lo hizo, parecía que la mamá de Eli no le había dicho nada. Me acosté, me tapé, miré el techo sin sueño, no podía dormir pensando en él, en qué había pasado con su mamá, si lo habían castigado. ¿Y si mañana me decía que no quería juntarse más conmigo? ¿Y si me odiaba por hacer que lo castigaran? Cerré los ojos. Intentaba no pensar en esas cosas, quería pensar que todo iba a estar bien, que todo iba a ser como siempre mañana en el colegio.

***

Me temblaba el cuerpo, anoche no había podido dormir bien, ni había desayunado mucho hoy por culpa de los nervios y el miedo que tenía por lo que iba a pasar. Mi mamá fue directamente al lugar donde nos parábamos siempre con Eli y su mamá, pero ellos no estaban, pensé que se habían quedado dormidos. Me paré contra la reja y miré los autos pasar esperando que llegaran. Un rato después, abrieron la puerta, Eli no había llegado todavía, saludé a mi mamá y entré, fui directamente al banco de siempre, ahí estaba Tomi sentado, me senté al lado suyo. Le pregunté por Eli, pero él tampoco sabía qué le había pasado o si iba a venir hoy. Miré a mis pies. Me ponía un poco triste pensar que no iba a venir y que podía ser mi culpa.

Después de subir la bandera, fuimos al comedor, seguía sin tener hambre, así que dejé el vaso de leche con chocolate que nos habían servido. Mati, que había llegado después de haber entrado al comedor, me hablaba tratando que me metiera en lo que hablaba con Tomi, pero, por primera vez, no quería que nadie me hablara. Apenas les contestaba para que ellos siguieran hablando. Cuando entramos al aula, me senté en el lugar de siempre dejando mi mochila en el lugar de Eli, saqué mis cosas y abrí la carpeta donde la seño nos había dicho. Empecé a copiar lo que ella escribía en el pizarrón, no le prestaba atención, nada más pensaba en lo que había pasado ayer, esperaba que no lo hubieran retado, o castigado, o peor: cambiado de colegio. Quise concentrarme en la clase y no pensar tanto en él. Pasó un rato de clase cuando tocaron la puerta del aula, la seño fue a abrir, levanté la cabeza justo cuando Eli entró. Tuve ganas de saltar de la silla e ir a preguntarle qué pasó, pero lo único que hice fue sacar mi mochila de su silla para que pudiera sentarse. Nos saludó sin prestarnos mucha atención, sacó sus cosas y se puso a copiar.

«¿Todo bien?»

Escribí en una hoja y se la pasé, él la leyó sin agarrarla, asintió y me la devolvió sin escribir nada, la dejé ahí en el medio por si quería decir algo, pero, cuando sonó el timbre del recreo, se levantó y se acercó a sus amigos dejándome ahí solo. Estaba enojado conmigo, estaba seguro que lo habían castigado por mi culpa, por eso no quería hablarme ni estar conmigo. Cerré mi carpeta, me levanté y salí atrás de todos. No quise acercarme a él, que estaba con Tomi y Mati, no lo quería poner más incómodo o hacerlo enojar. Tampoco quería juntarme con los demás, así que, cuando bajamos al patio, me quedé sentado a un costado. Era la primera vez que me sentía invisible. Bajé la mirada al piso, por ahí ya no volvíamos a hablar nunca más. Jugué con la manga de mi guardapolvo, hasta que el timbre sonó y tuvimos que formar.

—¿Por qué no te juntaste con nosotros, Tehuel? —preguntó Mati cuando se acercaron a mí—. ¿Te enojaste con nosotros?

—Sí, me preguntaste por Eli hoy. ¿Se pelearon?

Miré a Eli, él me miró también, pero no dijo nada, solamente miró para otro lado como si quisiera ignorarme. ¿De verdad estaba enojado conmigo? ¿Ya no íbamos a estar juntos? Me sentí triste, no quería separarme de él.

—No, no nos peleamos...

Dije intentando que no se notara lo que me pasaba. Caminamos los cuatro juntos, pero los únicos que hablaban y hacían bromas como siempre eran Tomi y Mati. Suspiré metiendo las manos en los bolsillos, sentía los chicles de siempre, pero por primera vez no quería comer uno, no tenía ganas de nada en realidad. No sabía por qué me ponía tan triste no estar con él, saber que estaba enojado conmigo; saber que había sido mi culpa que no se quisiera juntar más conmigo. Sentí que me agarraban de la manga del guardapolvo, levanté la cabeza, era Eli. Me tironeó un poco para que caminara más rápido. No me había dado cuenta que me estaba quedando atrás. Bajó su mano hasta la mía para llevarme como hacía yo con Nati cuando mi mamá caminaba más rápido.

—Pensé que estabas enojado... —Negó con la cabeza—. ¿Seguro? No me hablás desde que llegaste...

No se giró, no me dijo nada, siguió caminando hasta que nos acercamos a los otros, donde me soltó la mano. Miré su mano antes que la metiera en el bolsillo, quería que me agarrara de nuevo, que fuera como antes de lo que había pasado ayer en su casa. Ni siquiera sabía si lo habían retado, aunque parecía que sí por como se comportaba. Subimos las escaleras y fuimos directamente al salón, me senté en mi lugar sin mirar a Eli, total, ya no me prestaba atención, solamente hablaba con sus amigos, que parecía que tampoco me veían ahora. No me había sentido tan solo desde que mi papá murió. Me quedé mirando la carpeta hasta que empezamos de nuevo con la clase, ahí sentí que Eli me tocaba la muñeca, cuando lo miré, me pasó una hoja doblada. La agarré, pero no la abrí rápido, quería saber que decía y a la vez no, tenía un poco de miedo de lo que podía decir. 

**

Muy buenas~ acá traigo el nuevo capítulo. Tarde, ya lo sé, los había acostumbrado a traer uno por semana, pero, debido al poco tiempo que tengo, decidí que voy a publicar con una semana de por medio, es decir, una semana sí y una no, para que me de más tiempo de actualizar mis dos novelas activas. Si les está gustando, por favor voten, comenten y compartan, todo apoyo se les agradece muchísimo. 

Chicle sabor frutillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora