Narra Elías
-¡Me encanta, Eli! Dibujás muy bien. -Sonreí sintiendo que la cara me ardía un poco-. De verdad, me gusta mucho. Lo quiero pegar en la pared de mi cuarto.
-Bueno. -Volví a sonreír-. Después pasame una foto.
Asintió, empezó a decirme algo, pero vino Juanma y se lo llevó como si no pudiéramos juntarnos. Suspiré y miré a mi hermano, que seguía de chusma al lado mío, agarrado de mi guardapolvo como si fuera un nene chiquito y tuviera miedo de perderse entre todos los chicos que esperábamos para entrar. Cuando la puerta se abrió, me giré a mamá que nos miraba desde lejos, la saludé con la mano y entré colgándome la mochila al hombro. Nos separamos en el patio, él se fue con sus compañeros y yo al banco de siempre, un ratito después, Tehuel vino conmigo de nuevo. Todavía tenía el dibujo en la mano, pero ahora estaba adentro de un folio.
-¿De dónde sacaste el folio?
-Lo traje para el dibujo. ¿Y los chicos?
-No sé. Tomi nunca llega tarde así que no creo que venga, pero Mati debe estar viniendo.
Asintió metiéndose la mano en el bolsillo, después la sacó y la abrió adelante mío, eran dos chicles, agarré uno, le saqué el papel y me lo metí en la boca haciendo lo que nos había enseñado, después le sonreí.
-Siempre comés chicle.
-Me gusta mucho, no sé por qué. -Hizo un globo y lo reventó.
-A mí casi no me compran. Mi mamá no quiere comprarme para que mis hermanitos no quieran también.
-Que mal. Mi hermanita ama el chocolate y es casi lo único que come.
Volvió a hacer un globo que metió en la boca para reventarlo, después me sonrió. Seguimos hablando un rato más hasta que el timbre sonó, nos levantamos y formamos. Los dos nos paramos al final de la fila, se lo pedí para que la seño no se diera cuenta que teníamos el chicle en la boca, sabía que a él no lo iban a retar, apenas se le notaba, pero a mí sí me iban a retar, yo no sabía ocultarlo tan bien como él. Después de subir la bandera, fuimos al comedor, Tehuel no se separaba de mí aunque Juanma lo llamaba todo el tiempo. Me alegraba que no me dejara solo ahora, me aburría mucho cuando mis amigos no iban a la escuela. Nos sentamos en la esquina que siempre usaba con mis amigos, ahora teníamos un poco más de espacio para nosotros mientras no estaban los chicos y los demás no nos prestaban atención. Ni siquiera Juanma o Mili lo llamaban, ahora era invisible como nosotros, o al menos mientras estaba conmigo. Cuando sonó el timbre, la seño nos vino a buscar, todos salimos atrás de ella medio formados y fuimos al aula.
-¿Te sentás conmigo hoy?
-¿Y si viene Mati?
-No creo que le moleste.
-Bueno.
Dejó su mochila en el lugar de Tomi y se sentó, yo también me senté, ocupando el lugar de siempre. Sacamos nuestras carpetas, la seño nos mandó a abrir la carpeta de naturales mientras copiaba cosas en el pizarrón. Cuando nos pusimos a escribir, nuestras manos chocaron, lo miré, no me había dado cuenta que Tehuel era zurdo.
-Perdón -dijo bajando la voz-. Si te molesta nos cambiamos de lugar.
-No pasa nada. -Le sonreí-. Por ahora no me molesta.
Seguimos copiando, cada tanto chocábamos nuestros brazos, aunque no era en realidad un choque, era un toquecito, un roce. Cada vez que pasaba, me miraba pidiéndome perdón, pero nada más negaba con la cabeza sonriéndole. No sabía por qué, pero me gustaba sentir su mano, su piel era suave y me hacía sentir un poco raro. No me pude sacar eso de la cabeza durante toda la clase, apenas escuché a la seño, nada más escribía casi sin mirar mi hoja, mis ojos estaban clavados en la mano de Tehuel. Intenté prestar atención de nuevo, no iba a entender nada después, me obligué a dejar de mirarlo y a dejar de intentar rozarlo. Ya me sentía raro por comportarme así. Saqué una hoja para dibujar y la dejé abajo de la tapa de la carpeta para hacer garabatos en una esquina, quería distraerme un poco de él. Empecé con unas líneas que no tenían forma, no sabía qué iba a dibujar, no tenía nada en la cabeza. Después de un rato me di cuenta que estaba dibujando, o tratando, al personaje que le había dibujado a Tehuel. Él se dio cuenta rápido y empezó a felicitarme y a decirme lo bien que dibujaba. No quise mirarlo a la cara por vergüenza, pero no podía dejar de sonreír por saber que le gustaba algo que hacía. Me esforcé para terminarlo, después se lo di. Lo puso en el mismo folio que el otro y lo enganchó en su carpeta, me miró sonriendo como siempre.
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Chicle sabor frutilla
Romance¿Cómo olvidar aquel primer pinchazo de amor? Este mismo es el que experimentarán Elías y Tehuel mientras se conocen en el quinto grado del primario. Su amistad empieza a hacerse cada vez más íntima hasta que el pinchazo en ellos se vuelve insoportab...